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domingo, 30 de diciembre de 2018
Ana Botella, condenada (por ahora)
El pago de 23 millones de euros es la condena que el Tribunal de Cuentas ha impuesto a Ana Botella y a siete altos cargos del gobierno municipal madrileño durante el periodo 2011-15. La venta de 1860 viviendas públicas a Blackstone, una corporación de "fondos buitre", ha sido la causa. Estamos ante un episodio más de la hechura pepera. La expresión más viva de la España negra, la misma que en nuestros días funde el pasado y el presente más lúgubres. La condena ha estado bien por ahora, pero a la espera de que las personas implicadas recurran y de lo que acabe resultando, que está por ver. Queda, empero, la otra parte: la devolución de las viviendas. Porque detrás de todo esto se encuentra la simbiosis existente entre el poder económico y quienes gestionan el político. El modelo neoliberal en estado puro a través, en este caso, de la privatización de lo público y de la venta de su patrimonio a precio de saldo, con las secuelas sociales tan perniciosas que genera. El capitalismo de amiguetes, corruptor y corrompido en sus entrañas. Ahora con Botella como protagonista. La del "relaxing cup of café con leche". La esposa e uno de los gurús del neoliberalismo español, el mismo que cobra, y mucho, por dar charlas sobre los parabienes de la libertad de empresa y se enorgullece de su gestión al frente del gobierno tiempo ha. El mismo que apadrina a la derecha más rancia de este país. Buena pareja la que forman.