Cuando oímos hablar por parte de los gurús del sistema capitalista y sus portavoces políticos del aumento del coste de los salarios, siempre se refieren a la necesidad de limitarlos, como una forma de sanear las empresas. Eso es cierto. El economista e historiador Immanuel Wallerstein lo ha analizado (voy a tomar como referencia su conferencia en el Foro Social Mundial de Porto Alegre en enero de 2002) dentro de un proceso que ha pasado de un 20% de la población vinculado al sistema productivo capitalista hace doscientos años, a un 60% en la actualidad. Pero, ojo, si hace doscientos años, cuando se iniciaba la primera revolución industrial, ese 20% era exclusivo del mundo europeo occidental, en la actualidad en el mundo rico (Europa, América del Norte, Japón y Australia) representa el 95%. En su análisis Wallerstein distingue tres niveles de salarios, destacando que si los de nivel medio “reciben una paga razonablemente buena”, en la cima de la pirámide, formada por “los jefes ejecutivos y los cuadros gerenciales”, los salarios resultan “increíbles, impresionantes”. Escandalosos, añado yo.
Y vayamos a un ejemplo reciente. Los medios de comunicación nos han informado ayer de que el número dos del BBVA, un tal Goirigolzarri, ha dimitido de su cargo, al parecer disgustado porque se le ha escapado la posibilidad de pasar a ser el number one, va a recibir una indemnización por sus 30 años de servicios en la corporación bancaria de tres millones de euros anuales (500 millones de las antiguas pelas) y cuando se jubile, 58 millones de euros (casi diez mil millones de pesetas). No está nada mal. No es el único caso conocido. El señor Pizarro, ahora ninguneado por el PP, fue el fichaje estrella de ese partido en las elecciones de 2008, dejando su puesto de presidente de Caja Madrid a cambio de una indemnización más que cuantiosa, que era de varias decenas de millones de euros (o miles de millones de pesetas). No digo la cantidad exacta porque no la recuerdo bien y no merece la pena buscarla, porque es lo mismo. En plena crisis financiera de EEUU, a principios de año el nuevo gobierno de EEUU, con Obama a la cabeza, tomó medidas por el escándalo que supuso la recepción de elevadas indemnizaciones y pensiones por parte de los directivos de las grandes corporaciones de bancos y aseguradoras, en muchos casos receptoras a su vez de importantes ayudas por el estado, teniendo en cuenta que habían sido los responsables de una nefasta gestión financiera. He oído ahora por la radio a un conocido periodista, dulcificando la cosa, que al fin y al cabo lo que va a recibir el tal Goirigolzarri es producto del saneamiento financiero del BBVA, no sé si el número cinco del mundo o el número cinco más saneado del mundo. También me da igual.
¿Merece la pena seguir escribiendo más? "¡Ques-can-da-loo, es-un-es-can-da-loo...!", podríamos cantar como Raphael.
Y vayamos a un ejemplo reciente. Los medios de comunicación nos han informado ayer de que el número dos del BBVA, un tal Goirigolzarri, ha dimitido de su cargo, al parecer disgustado porque se le ha escapado la posibilidad de pasar a ser el number one, va a recibir una indemnización por sus 30 años de servicios en la corporación bancaria de tres millones de euros anuales (500 millones de las antiguas pelas) y cuando se jubile, 58 millones de euros (casi diez mil millones de pesetas). No está nada mal. No es el único caso conocido. El señor Pizarro, ahora ninguneado por el PP, fue el fichaje estrella de ese partido en las elecciones de 2008, dejando su puesto de presidente de Caja Madrid a cambio de una indemnización más que cuantiosa, que era de varias decenas de millones de euros (o miles de millones de pesetas). No digo la cantidad exacta porque no la recuerdo bien y no merece la pena buscarla, porque es lo mismo. En plena crisis financiera de EEUU, a principios de año el nuevo gobierno de EEUU, con Obama a la cabeza, tomó medidas por el escándalo que supuso la recepción de elevadas indemnizaciones y pensiones por parte de los directivos de las grandes corporaciones de bancos y aseguradoras, en muchos casos receptoras a su vez de importantes ayudas por el estado, teniendo en cuenta que habían sido los responsables de una nefasta gestión financiera. He oído ahora por la radio a un conocido periodista, dulcificando la cosa, que al fin y al cabo lo que va a recibir el tal Goirigolzarri es producto del saneamiento financiero del BBVA, no sé si el número cinco del mundo o el número cinco más saneado del mundo. También me da igual.
¿Merece la pena seguir escribiendo más? "¡Ques-can-da-loo, es-un-es-can-da-loo...!", podríamos cantar como Raphael.