A
lo largo de este escrito me voy a referir exclusivamente a los partidos que
actúan en el ámbito estatal, bien como tales o bien en consonancia con otros de
un ámbito territorial menor, como ocurre con Unidos Podemos en relación a las
confluencias en Cataluña, País Valenciano, Galicia y Baleares.
Los cambios en el sistema de
partidos
La
composición del voto desde 2011 ha ido cambiando, hasta el punto que, como lleva
defendiendo Jaime Miquel, el bipartidismo está sentenciado de muerte. Desde
entonces los dos partidos que lo han conformado, PP y PSOE, han ido
retrocediendo de una forma considerable en número de votos tanto por separado
como en la suma de ambos.
Resultados del PP y el PSOE en las elecciones generales
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2008
|
2011
|
2015
|
2016
|
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Núm.*
|
%
|
Núm.*
|
%
|
Núm.*
|
%
|
Núm.*
|
%
|
PP
|
10,3
|
39,9
|
10,9
|
44,6
|
7,2
|
28,7
|
7,9
|
33
|
PSOE
|
11,3
|
43,9
|
7
|
28,8
|
5,5
|
22
|
5,4
|
22,7
|
PP + PSOE
|
21,6
|
83,8
|
17,9
|
73,4
|
12,7
|
50,7
|
13,3
|
55,7
|
Fuente: Ministerio
del Interior
* En millones.
Resulta
evidente que desde las elecciones generales de 2008 ambos partidos han perdido 8,3
millones de votos en relación a las de 2016, que en términos relativos supone
la pérdida de 28 puntos (33, en 2015). Ya en 2011 la suma de ambos supuso una bajada,
no tanto por el PP, que subió algo en número de votos, como por el PSOE, que se dio el gran batacazo con la pérdida
de más de 4 millones. Hubieron de ser las elecciones de 2015 donde los apoyos
al bipartidismo alcanzaron su mínimo histórico, esta vez por la mayor pérdida
de votos en el PP, concretamente de 3,7 millones. Previamente, en las europeas
de 2014, las municipales y autonómicas de 2015 (sin contar las autonómicas de
Cataluña, Galicia, País Vasco o Andalucía) ya se había mostrado esa tendencia.
Por
el contrario, otros grupos han ido ganando terreno a su costa, aun cuando en
ellos haya habido ciertas modificaciones. Quizás las más llamativas hayan sido los
casos de UPyD y Ciudadanos, con orígenes distintos, pero con grandes
coincidencias programáticas. El primero ha acabado desapareciendo en favor del
segundo, Ciudadanos, que además ha ido recogiendo votos en el electorado del PP.
IU ha visto finalmente frenado su crecimiento en favor de Podemos, que, a su
vez, se aprovechado de parte de su electorado, pero en mayor medida lo ha hecho
de la abstención, del electorado del PSOE y de quienes votan por primera vez.
Finalmente,
mientras Ciudadanos se ha consolidado como el segundo partido de la derecha,
parece que por la izquierda se ha encontrado la fórmula apropiada en los
acuerdos habidos entre Podemos e IU, que han dado lugar a Unidos Podemos, y
entre éste y las confluencias En Comú Podems (Catalunya), En Marea (Galicia), Compromís,
Podemos y EUPV (País Valenciano), y Podemos, Mes y EUIB (Baleares).
La brecha generacional
en la orientación del voto
Los
cambios que se han ido operando en los últimos años tiene una expresión muy
clara en la grieta generacional que se ha empezado a dar: las generaciones más
jóvenes, hasta los 44 años, votan más por Unidos Podemos y las confluencias, y
Ciudadanos; por el contrario, a partir de esa edad la preferencia es mayor por
PP y PSOE. En los dos casos y en líneas generales en una relación inversamente
proporcional. Atendiendo a cada grupo, Unidos Podemos y las
confluencias representan la fuerza más votada hasta los 44 años, mientras que
el PP lo es a partir de esa edad.
Apoyos electorales por grupos de edad
Fuente: encuesta elaborada por Jaime Miquel y Asociados, marzo de
2017, para Público
No
cabe la menor duda que la grieta generacional va ser una de las claves para
entender el futuro electoral, pues las personas que componen electorado de las
edades más avanzadas, donde PP y PSOE son muy superiores en los apoyos, van a
tender a ir desapareciendo, a la vez que irá ganando peso el electorado de los
actuales grupos de edad más jóvenes, incluyendo a quienes se van incorporando a
la posibilidad de votar.
La
debacle de PP y PSOE tiene que ver con unas formas diferentes de afrontar la
lucha política, alejadas cada vez más de las que sirvieron hasta 2011, cuando
el PP arrasó en las generales y el PSOE se hundió. Las claves de ese cambio
tienen que ver con una cultura política que ya no tiene como referente
principal lo ocurrido durante la Transición y las instituciones que surgieron
de ella. Tiene que ver también con nuevas formas de comunicación, donde los
medios tradicionales están dando paso a otros basados en las nuevas tecnologías
de la información.
Las
diferencias se manifiestan con mucha claridad en el ámbito territorial, donde
hay claros contrastes. En las provincias del interior, que tienen una población
más envejecida, un nivel de formación académica más bajo y un mayor peso de lo
rural, hay una preferencia abrumadora por PP y PSOE. En el caso del PSOE hay
que añadir la tendencia a localizarse en mayor medida en las provincias más
meridionales, especialmente en las
andaluzas.
En
las provincias de la periferia, junto con Madrid, más urbanizadas, con una
población más joven y mayor formación académica, esos partidos pierden importantes
apoyos, de lo que se aprovechan Ciudadanos y Unidos Podemos y sus aliados.
La paradoja dramática
Pero
no debemos olvidar otro aspecto, para mí primordial, aun cuando no se perciba
de una forma clara, como es la situación socio-profesional y el modelo de
relaciones laborales en que se mueve cada una de las generaciones aludidas. Y
aquí entra una situación que yo la denomino como de paradoja dramática. Lo iré
explicando en las siguientes líneas.
Los
grupos que han gobernado hasta ahora, PP, PSOE y, cuando existía, CiU han
apostado por las medidas neoliberales. Esto es, menor gasto social,
privatización de servicios públicos, recorte de salarios, precarización del
empleo, especulación en la vivienda, etc. Son apoyados en mucha mayor medida
por quienes ya tienen asegurado el futuro o están en el ocaso de su vida, de
manera que tienen trabajos más estables y mejor remunerados, mayor nivel
de renta, vivienda asegurada, pensiones aseguradas, etc. Aunque pueda
resultar paradójico, sobre todo entre quienes apoyan al PP, buena parte de
estos apoyos provienen de los sectores sociales asalariados o que lo fueron.
En
el caso de los nuevos grupos políticos hay que resaltar importantes diferencias
entre sí. Mientras que los planteamientos de Ciudadanos están en la línea del
neoliberalismo, los de Unidos Podemos y las confluencias se orientan hacia
una política económica que puede calificarse de socialdemócrata. En todo caso,
alejada de la austeridad neoliberal, que conlleva la recuperación del papel
nivelador del estado en favor de las rentas más bajas, y mayores impuestos
para las rentas más altas y las grandes empresas.
Quienes
más se están beneficiando de las ventajas del estado del bienestar, están
optando por las posiciones conservadoras, que son las que se están desmantelando y están ocasionando un
claro perjuicio a las generaciones más jóvenes, que al fin y al cabo no dejan
de ser en la mayor parte de los casos sus hijos o hijas. Por su parte,
las generaciones más jóvenes, compuestas en su mayoría por las víctimas de
la política del neoliberalismo, han optado por acabar con los instrumentos
tradicionales de reivindicación social, como es el caso de los sindicatos, aun
cuando han creado otras nuevas, pero de menor dimensión e incidencia. A la vez
han reducido la presión social que tradicionalmente se ha llevado a cabo
mediante las movilizaciones. Como consecuencia, esta actitud no deja de incidir
negativamente a la hora de combatir las medidas neoliberales.
El futuro de los
partidos
Mucha
gente se pregunta por qué el PP sigue manteniendo unos niveles de apoyo
electoral, aparentemente sin apenas mermas, y que los sitúan como primera
fuerza política. No debemos olvidar que, al fin y al cabo, recoge los votos
ideológicos de la derecha (identidad española, identidad católica
tradicional...), los propiamente sociales (mayores rentas, profesiones de mayor
cualificación, clases medias propietarias del campo y la ciudad...) y los que
contienen una buena dosis de miedo (sobre todo en la gente mayor). Por
otro lado, es el partido que resulta más favorecido por el sistema electoral,
que da lugar a una sobrerrepresentación de las provincias menos pobladas en
detrimento de las que tienen más.
En
esta situación el partido más perjudicado es el PSOE, que no cesa en su sangría
de votos y que continuará cualquiera que sea el resultado de sus primarias
internas. Si gana Susana Díaz, perderá buena parte del electorado más
progresista que podría apoyar a Pedro Sánchez. Si lo hace éste, ocurrirá lo
mismo con el electorado que apoyaría a Díaz. Tiene un cierto parecido con lo
que está ocurriendo en Francia, donde el vencedor de las primarias del PSF,
Hamon, no está recibiendo el apoyo de quienes optaron por el perdedor, Macron,
que a su vez ha decidido presentarse a las elecciones presidenciales. La idea
del riesgo de pasokización del PSOE no resulta descabellada.
Mientras
tanto, Ciudadanos se está convirtiendo en el recambio del PP, horadando en su
electorado, aun cuando por ahora lo está haciendo lentamente. A su favor tiene
el potencial de las generaciones más jóvenes, en las que hay sectores alejados
de los peligros derivados de la desestructuración social que se está viviendo.
Unidos
Podemos y las confluencias, en fin, son los que tienen mayor potencial de
crecimiento electoral. Las condiciones sociales le favorecen, porque les
permiten recibir el apoyo de los sectores de población más castigados. Como
éstos se encuentran entre los más jóvenes, disponen del potencial que aportan,
mientras las personas de edades mayores van feneciendo. El riesgo mayor lo
tienen en la abstención, donde suelen refugiarse quienes sienten en mayor
medida el desencanto de la política y
que tradicionalmente se ha manifestado en mayor medida en el grupo más joven. La
desmovilización social no deja de ser un peligro.
Lo
que haya de ocurrir en el futuro, está por ver. Pero creo que lo que he
descrito en las líneas anteriores puede ayudar a entender algo.