
Ahora toca una segunda vuelta previsible. Macron, que ya cuenta con el apoyo oficial de las dirigencias y/o candidatos de republicanos y socialistas, además de quienes controlan las instituciones de la UE, será con seguridad el próximo presidente de Francia. Las apuestas estarían en la diferencias sobre su rival. Por ahora le conceden un 60%, pero está por ver cómo irá oscilando. En todo caso, si Le Pen parte de un 40% en los apoyos, duplicaría en la práctica los obtenidos el domingo. ¿De dónde saldrían? No cabe duda que buena parte provendrían de la derecha conservadora que ha representado el gaullismo durante mucho tiempo y que ha apoyado a Fillon. Pero no sólo. También de algunos sectores que han votado a Mélenchon, en su mayor parte de condición social humilde, que pueden ser atraídos por el populismo ultraderechista frente al neoliberalismo que representa Macron.
En el seno de la izquierda grupos como el NPA (con candidato propio) o el PCF (que apoyó a Mélenchon) ya han lanzado la consigna de parar a Le Pen. Mélenchon no se ha pronunciado explícitamente, salvo decir que la gente sabe lo que tienen que hacer, y la plataforma que le ha apoyado consultará a sus bases. Lo que finalmente haga el electorado de izquierdas está por ver. Porque no votar a le Pen no tiene por qué suponer hacerlo por Macron. Y máxime cuando éste lo tiene seguro. Una forma, en fin, de delimitar los apoyos: ni a uno ni a otra; ni al candidato del neoliberalismo gobernante ni a la candidata ultraderechista xenófoba.