Hay
gestos que tienen mucho valor. Como muestras de atrevimiento, pero que muchas veces
conllevan algún tipo de castigo. Es lo que le ocurrió a un bombero vizcaíno,
que hace un mes se negó a formar parte de un retén que tenía que escoltar el
embarque desde el puerto de Bilbao de material de guerra con destino a Arabia Saudí. Por motivos éticos
dijo que no: las 4.000 tm. de explosivos y detonadores podrían ir destinadas a
la guerra que ese país está llevando a cabo en el vecino Yemen. Esa guerra
olvidada que en dos años de ha cobrado la vida de miles de personas y el
desplazamiento de millones. Olvidada, porque para los medios de comunicación del
sistema sólo existen las guerras que le interesan... Como tantas otras cosas en
forma de golpes de estado, fraudes electorales…
Si
la acción en sí es digna de elogio, lo peor vino después, cuando la Diputación
Foral de Bizkaia le ha abierto un expediente disciplinario. De seguir adelante, puede conllevar
la suspensión de empleo y sueldo durante un periodo entre dos y cuatro años. Muy
duro. Castigar un principio ético, de oposición a la violencia, con el medio de
vida de una persona y de su familia.