sábado, 26 de marzo de 2022

Barbate, entre el horizonte y la realidad de la Segregación (1930-1948)



Jesús María Montero Barrado


Barbate nació como municipio el 11 de marzo de 1938 y once días después se constituyó su primer Ayuntamiento. Para entender lo ocurrido hay que retrotraerse en varios años, décadas incluso,  aunque puede decirse que fue en la década de los 20 cuando empezaron a ponerse de manifiesto con claridad las aspiraciones tendentes a constituirse en un nuevo municipio, separado del municipio matriz de Vejer de la Frontera. Uno de los rasgos principales de ese proceso segregacionista tiene relación con el protagonismo que tuvieron los empresarios locales desde el primer momento. Eso se vio en 1930, cuando se formó la primera Comisión Pro-Independencia, y después, a partir de 1936, ya en pleno contexto de la Guerra Civil. En esta última ocasión, no obstante, con el añadido del grupo político dominante en esos momentos: FET y de las JONS. A lo largo de las páginas que siguen lo que se intenta es trazar las líneas generales del proceso político que hubo y al que se ha puesto la fecha de 1948, no tanto final como referencial, y que coincide con la celebración en todo el país de las primeras elecciones municipales del régimen franquista, marcadas, eso sí, por su carácter corporativista.


Crecimiento económico y burguesía local

Desde principios de siglo Barbate fue conociendo un fuerte crecimiento económico, basado en la extracción, manufacturación y comercialización de los recursos del mar[1]. Su puerto se había convertido en 1920 en el primero de la flota suratlántica en volumen de capturas. El número de marineros se duplicó en cinco años, pasando de  1.040 en 1920 a casi 2.000, en 1925. La población, a su vez, creció desde los 3.500 habitantes de 1923 (a los que habría que unir los algo más de 600 de Zahara de los Atunes) hasta alrededor de 6.000 al final de la década.

Las actividades propiamente pesqueras se desarrollaban en distintos ámbitos y modalidades. En la pesca de cerco fueron ganando una importante presencia los caladeros del norte del norte de Marruecos, al abrigo del Protectorado español. Destacaban las especies pelágicas, como la caballa, el boquerón o la sardina, siendo esta última la que, al finalizar la Primera Guerra Mundial, acabó convirtiéndose en la preferida. La pesca de almadraba, por su parte, se llevaba a cabo junto a la costa, en base a las dos instalaciones existentes en Barbate y Zahara de los Atunes. De ellas se obtenían diversas especies de túnidos, con el atún como la más preciada.

Esas actividades extractivas tenían como continuación en las de producción de conservas y salazones, así como de comercialización de sus productos, tanto frescos como manufacturados. Y a rebufo de la actividad pesquera se fueron desarrollando otras auxiliares, como la de los varaderos, donde se construían y reparaban las embarcaciones, o los suministros de efectos navales y cebos.

En ese contexto de crecimiento jugó un papel importante una burguesía local que, con el paso de los años, fue aumentando en número, propiedades y valor económico. Una parte de la misma conoció, a su vez, un proceso de concentración, diversificación y hasta de expansión territorial. Prueba de ello es que disponían de empresas y sucursales en otros municipios de la costa andaluza y del interior peninsular, en el Protectorado español en Marruecos e incluso, como ocurrió con el caso de Serafín Romeu Fages, en Italia. Esto ha hecho que haya sido  calificada por algún investigador con el término de oligarquía barbateña[2].

La procedencia geográfica de esas personas era diversa. Había un sector que tenía un carácter autóctono, en el que destacaron las  familias con el apellido Crespo. Originarias del municipio de Vejer de la Frontera, entre sus miembros destacaron personajes como José Crespo Pacheco, conservero y alcalde pedáneo en los periodos 1913-1923 y 1930-1931; los hermanos Juan y Francisco Crespo Manzanares, armadores y conserveros; Juan Crespo Navas, empresario; Antonio Crespo Muñoz y Juan Crespo Serván, corresponsales de varias sucursales bancarias en Vejer de la Frontera y Barbate, etc.

Empresarios autóctonos eran también Agustín Malia Corrales, propietario de un varadero, o Alonso Malia Alvarado, propietario agrario y fundador del primer cine de la localidad, que tuvo como nombre su primer apellido.

De origen levantino hubo una importante presencia empresarial: Serafín Romeu Fages, la familia Llorca Prieto, Francisco Pérez Llorca, Demófilo Vitorique Merino, que antes había pasado por el municipio onubense de Isla Cristina… De Zafra (Badajoz) provenía Aniceto Ramírez Rey. De Chiclana de la Frontera, la familia Gallardo. Y en el caso de Ramón Corrales Sánchez quizás pueda hablarse del municipio manchego de Daimiel (Ciudad Real), con el que, en todo caso, mantuvo relaciones empresariales.


Serafín Romeu y sus diferencias con la burguesía local

En ese panorama sobresalía la figura de Serafín Romeu Fages[3], cuyo padre, Serafín Romeu Portas había llegado a Barbate hacia 1880, después de haber conseguido la concesión de las almadrabas de la localidad y de Zahara de los Atunes. Miembro de una influyente familia de origen valenciano, que tenía lazos e intereses económicos  y políticos que se extendían hasta Madrid, Serafín Romeu Fages fue un personaje que formó parte de la oligarquía española, lo que propició que en 1923 fuera elevado a la condición nobiliar con el título de Conde de Barbate.

Relacionado con numerosos negocios pesqueros en las provincias de Cádiz y Huelva, tanto en almadrabas como en fábricas, no le faltó formar parte de las altas esferas del mundo político. Fue elegido diputado por el Partido Liberal entre 1914 y 1923, haciendo valer su condición de hombre poderoso e influyente, algo que en la época solía recibir el calificativo de cacique. Como diputado primero lo fue en el distrito de Daimiel (Ciudad Real) y desde 1918, en el de Medina Sidonia (Cádiz), hasta que el golpe de estado del general Miguel Primo de Rivera, en 1923, puso fin al sistema político de representación parlamentaria instaurado desde 1876.

En 1924 fue nombrado consejero del Banco de España y un año después fue elegido presidente de la Asociación de Armadores. En 1928, tras la constitución del Consorcio Nacional Almadrabero (forzada por Primo de Rivera y de la que, al parecer, no era partidario), el Conde Barbate se convirtió en uno de los principales accionistas. Vinculado a varios medios de comunicación, también como accionista, en 1931, ya acabada la dictadura primorriverista, se convirtió en el mayoritario de los diarios El Sol y La Voz.

Las relaciones en el seno de la burguesía que operaba en Barbate tuvieron, sin embargo, momentos de tensión, especialmente entre el propio Serafín Romeu Fages, de un lado, y los armadores de barcos de cerco y los conserveros, de otro. Lo pusieron de manifiesto dos  conflictos, el primero de los cuales tuvo que ver con la pesca de la sardina que se desarrollaba en las cercanías de la costa de la bahía barbateña, ya que resultaba perjudicial para los intereses almadraberos, y que finalmente se revolvió a favor de los primeros. Distinto fue lo ocurrido con la ubicación de un nuevo puerto pesquero que estuviera acorde con las necesidades. Desde la administración central se presentaron dos propuestas: una, para situarlo en la costa, en mar abierto; y la otra, en el tramo final del río Barbate. Finalmente, en 1932, la administración optó por la segunda, lo que favorecía a Serafín Romeu Fages, al que le beneficiaba el amarre durante medio año de su flota almadrabera. 


Los sectores sociales intermedios

Los estratos medios de Barbate conformaban un grupo social que incluía a propietarios de pequeños negocios, especialmente comercios y establecimientos hosteleros, profesionales de diversas actividades (sanitarias, docentes, periodismo…), administrativos de las empresas, etc. Entre sus componentes hubo personas que jugaron un papel activo en la vida pública de la localidad, formando parte de partidos políticos, ostentando cargos públicos o participando en el proceso de segregación… Había entre ellos una gran variedad de ideológica, si bien, en el tramo final de la República una buena parte acabaría evolucionando hacia el fascismo.

De esos sectores se pueden destacar, en el periodo previo a que se proclamara la República, personajes como José Miranda de Sardi[4], que fue el redactor principal de los periódicos locales, actuando como director en el segundo, y actuó como corresponsal del Diario de Cádiz. Francisco Soler García y Francisco Serván Varo, propietarios de pequeños comercios, estuvieron entre los integrantes  de la Comisión Pro-Independencia de 1930, en la que ostentaron los cargos de vicesecretario y tesorero, respectivamente.


La mayoría social de trabajadores y trabajadoras[5]

La mayor parte de la población estaba formada por trabajadores y trabajadoras de diversas actividades, entre las que destacaban la pesca en sus distintas modalidades. Esa mano de obra se nutría de inmigrantes procedentes de municipios del entorno, como los camperos de  Vejer de la Frontera y Medina Sidonia, o los pescadores de Conil de la Frontera; e incluso de municipios de otras provincias andaluzas, como Huelva, Málaga o Almería.

El número de marineros de cerco  alcanzaba en 1925 casi los 2.000, sufriendo unas condiciones de vida y trabajo muy duras. Pasaban semanas embarcados en las aguas del norte de Marruecos, con el consiguiente hacinamiento, y recibían salarios de miseria. El trabajo de los marineros de las almadrabas se caracterizaba por la estacionalidad, lo que no impedía que sufrieran jornadas penosas y largas. De ahí que se dijera de ellos que “no rigen las leyes sociales”.

En la industria conservera y de salazones los trabajadores y, en mayor número, las trabajadoras sumaban 931 a finales de la década de los 20, correspondiendo 500 a las fábricas del Consorcio Nacional Almadrabero. Completaba el mundo de las actividades relacionadas con la mar la exportación de pescado, donde trabajan 700 personas, y el grupo de mariscadores, cuya actividad realizaban quienes no habían conseguido un puesto de trabajo más o menos estable o que  servía de complemento cuando no había trabajo[6].

Desde 1932 adquirieron importancia las obras de construcción del puerto, lo que puso la llegada de un contingente de mano de obra procedente de provincias del interior, incluyendo a asturianos).

En medio de esas condiciones de vida y trabajo hubo un lugar de la localidad que se convirtió en un dramático reflejo: la barriada del  Zapal. Como años después, en 1959, escribiera en un artículo un barbateño exiliado en Francia, José Utrera, se trataba de “el más popular de sus barrios, [donde] viven la mayoría de los trabajadores de este puerto. En verdaderas pocilgas; en barracas de madera y latas, con la techumbre de paja”[7].


Los primeros pasos hacia la segregación[8]

A la hora de hablar de los orígenes del sentimiento existente en Barbate con la finalidad de separarse del municipio de Vejer de la Frontera hay que contextualizarlo en el proceso de crecimiento económico iniciado desde principios de siglo. Otra cosa es la forma con la que tomaron cuerpo las reivindicaciones políticas que plantearon públicamente esa aspiración, que pueden delimitarse inicialmente en la década de los 20. Sus principales protagonistas estuvieron entre la burguesía local y los sectores sociales intermedios, para lo que contaron con la complicidad del Pósito de Pescadores, una institución interclasista donde convivían, entre acuerdos y tensiones, armadores y marineros. Ese movimiento en alza se fue dotando de formas de expresión propias, entre las que estuvieron los periódicos. Y en medio de todo ello destacó José Miranda de Sardi, una figura polifacética, que aunó sus trabajos dentro del Pósito con las tareas periodísticas.

Los empresarios barbateños fueron los que financiaron los periódicos El Heraldo de Barbate (entre 1925-1927) y La Independencia de Barbate (entre 1930 y 1931)[9], este último con el conservero Aniceto Ramírez Rey como administrador. Sus contenidos tenían un claro carácter local,  relacionados con distintos aspectos de la vida de la aldea y sus actividades. Pero, ante todo, se convirtieron en los portavoces de la reivindicación independentista, basada en el hecho irreprochable de que las inversiones públicas municipales no se correspondían con los recursos que la actividad económica generaba para el Ayuntamiento.

Entre tantas quejas e iniciativas, El Heraldo de Barbate  hizo en 1926 un llamamiento para que se enviaran al Ayuntamiento vejeriego peticiones demandando la independencia. Y ya en el otro periódico, cuyo primer número apareció el 6 de abril de 1930, se publicó en dos partes, los días  13 y 20 del mismo mes (correspondientes a los números 2 y 3), el “Informe circunstanciado relativo a la situación actual de Barbate”. Se trataba de un documento, fechado el 26 de febrero, que se convirtió en la primera base justificativa sólida sobre la reivindicación independentista.  En un apartado del mismo se decía que entre Barbate y Vejer de la Frontera existían intereses distintos, “que están representados por la pesca e industrias derivadas del mar (dinamismo, movilidad, iniciativa y audacia) [en Barbate], y  por la ganadería y agricultura (sedentarismo y rutina) [en Vejer]”.

En el mismo mes de abril, el día 19, se constituyó la primera Comisión Pro-Independencia, cuyos cargos principales estuvieron copados por representantes de la burguesía local: Aniceto Ramírez Rey, que actuó como presidente; el armador y conservero Juan Crespo Manzanares, miembro de una empresa familiar, como vicepresidente; y el propietario de un varadero Agustín Malia Corrales, como secretario. Completaban el comité ejecutivo los antes referidos Francisco Soler García y Francisco Serván Varo.

Si comparamos dicha composición con la que en 1932 tuvo la Asociación de Armadores de Barcos de Pesca e Industrias Similares[10], se percibe una gran coincidencia tanto en la presencia de ambos grupos sociales como en el control por parte de la burguesía local. En el caso de la asociación empresarial, la presidencia seguía estando en manos de Aniceto Ramírez Rey, mientras que en la vicepresidencia sólo se cambiaba el miembro de la familia Crespo Manzanares, que en esta ocasión recaía en la persona de Francisco. A la burguesía local también pertenecían los vocales Ramón Corrales Sánchez, exportador de pescado, almacenista de rabas y armador; o el subastador de pescado Luis Ramírez Ramos.


Los años de la República

A partir de 1931 se dio un receso en el proceso segregacionista barbateño. Posiblemente estuviera relacionado con las prioridades políticas y sociales del momento, entre las cuales el problema social se erigió en uno de los principales, si no el que más.

En el mundo de la política[11] los cargos públicos estuvieron hasta febrero de 1936 en manos de miembros de los sectores sociales intermedios. El 12 de abril de 1931 fueron elegidos concejales del Ayuntamiento de Vejer de la Frontera José Pinto Malia, Alonso Malia Alvarado, Juan Crespo Pacheco, Manuel Malia Varo y Agustín Varo Varo. En los tres primeros casos puede que pertenecieran al conservador Partido Republicano Radical y en el de Agustín Varo Varo, a la candidatura monárquica relacionada con la Unión Patriótica, de carácter primorriverista.

Dado que las elecciones tuvieron que repetirse a finales de mayo, después de las irregularidades habidas, fueron elegidos tres barbateños y un zahareño, que en esta ocasión formaron parte del Partido Republicano Radical. Repetían el pequeño comerciante José Pinto Malia, nombrado alcalde pedáneo hasta 1935; y Juan Crespo Pacheco, del que sabemos que era “industrial” y hermano de José, anterior alcalde pedáneo. Y era nuevo el zahareño José García Madera, también pequeño comerciante. Entre 1935 y hasta febrero de 1936 fue nombrado alcalde pedáneo José Villanueva Rebollo, pequeño comerciante y del que desconocemos su adscripción política.

Por otro lado, existe constancia que Aniceto Ramírez Rey estuvo relacionado con la CEDA, un grupo monárquico de carácter moderado.

En 1935 fue cuando Francisco Tato Anglada[12], farmacéutico e inspector sanitario municipal, empezó a jugar un papel más activo en la vida local. En ese año elaboró y envió a instancias superiores un informe relacionado con la situación sanitaria de la localidad, que suponía una clara denuncia del abandono que sufría por parte de las autoridades del municipio. Su escrito estuvo acompañado en esos meses de varias denuncias a determinadas personas relacionadas con actividades públicas, sobre todo sanitarias, a las que acusó de cometer irregularidades en sus funciones.

Fue la misma persona que desde febrero de 1936, a raíz del triunfo electoral del Frente Popular y ya como miembro de Izquierda Republicana, asumió a la vez la primera tenencia de alcaldía del Ayuntamiento de Vejer de la Frontera y la alcaldía pedánea. Desde ese momento, hasta su destitución en julio, desplegó una intensa actividad de lucha contra la corrupción existente, de gestión para resolver asuntos urgentes de la localidad y de solidaridad con los sectores sociales humildes.

No debemos perder de vista que durante la primavera de ese año tuvieron lugar movilizaciones populares relacionadas con la construcción del puerto fluvial y el sector almadrabero, donde jugó un creciente protagonismo la CNT, que  llegó a tener 1.700 personas afiliadas[13].


El nacimiento del fascismo barbateño[14]

Llama la atención que una parte de las personas más activas entre los sectores  sociales intermedios se fueran vinculando a Falange Española, un grupo que posiblemente surgiera en Barbate a principios de 1936 y que contó con Agustín Varo  Varo como primer jefe local.

Su implantación electoral en el conjunto del municipio de Vejer de la Frontera fue minoritaria, como se reflejó en las elecciones del 16 de febrero de 1936, en las que obtuvo tan sólo 206 votos, algo que, por otra parte, no difería de lo ocurrido para dicho partido en el resto de municipios del país. Se ignora cuántos votos pudieron corresponder a Barbate, pero lo que llama la atención es el protagonismo que en los meses siguientes fue adquiriendo, como ocurrió también en el conjunto del país.

Después que el partido fuera ilegalizado en el mes de marzo y se detuviera a sus principales jefes nacionales, bajo la acusación de  instigación a actos violentos (como atentados contra sedes de grupos de izquierda, algaradas callejeras e incluso atentados mortales), en abril tuvo lugar en el municipio vejeriego la detención de varios de sus componentes locales, que fueron encerrados durante una semana en la cárcel de Chiclana de la Frontera. Entre los detenidos estuvieron los barbateños Agustín Varo Varo, José Marchán Núñez, José Márquez Rendón, Manuel Márquez Rendón, José Pinto Malia, José Rebollo Verano, Antonio Soler Aragón y José Villanueva Rebollo, todos ellos  pequeños comerciantes; el médico Patricio Castro Muñoz; y el farmacéutico Manuel Guerra Virués.

Hay constancia documental que a ese partido también pertenecían, o al menos mantenían lazos de simpatía con él, el conservero Manuel Gallardo Montesino, el exportador de pescado Antonio Lara Rendón, el mecánico Pedro Carpio Cosano, el escribiente Juan Malia Almazo, el carnicero Antonio Rivera Alvarado o los maestros Manuel Gómez Barrera y José Luis Graña Vera.

El 11 de julio, una semana antes del golpe militar, se produjo el atentado mortal contra Juan Caro Marín, lo que acarreó también la muerte de su hermano Manuel[15].  Se trataba de uno de los líderes sociales de Barbate, motivo por el que un pistolero falangista, de nombre Manuel Bermúdez Tamayo, conocido como “el Bienhecho”, se prestó a llevarlo a cabo y para lo que contó con la colaboración de Antonio Crespo Crespo, también militante falangista. El autor posiblemente estuviera instigado y financiado por algunos sectores de la burguesía local, como se deriva de algunos testimonios personales, aunque eso es algo que sigue permaneciendo en el mayor de los secretos.

El atentado mortal conllevó que se efectuaran de inmediato nuevas detenciones entre los falangistas barbateños, una de las cuales fue la del mismo Agustín Varo Varo. Según varios testimonios también lo fueron Patricio Castro Núñez y Manuel Márquez Rendón, y, atendiendo a la información contenida en archivos oficiales, los maestros Manuel Gómez Barrera y José Luis Graña Vera[16].


El golpe militar y lo que vino de inmediato

El golpe militar del mes de julio tuvo para Barbate dos consecuencias de gran trascendencia. Una, dentro del contexto general[17], supuso el fin de las movilizaciones que aspiraban a la mejora de las condiciones de vida de los sectores populares, cortadas de raíz con una feroz represión que duraría hasta pasados varios años de la terminación de la Guerra Civil[18]. Ésta se llevó por delante entre julio de 1936 y marzo de 1937 la vida de nueve barbateños (ocho de los cuales siguen desaparecidos), dio lugar a detenciones, la huida de numerosas personas hacia el territorio controlado por el gobierno republicano y la destitución de los cargos públicos y de varios empleados públicos. Todo ello generó un estado de terror generalizado entre quienes de una forma y otra habían estado relacionados con los grupos de izquierda, aplacando cualquier atisbo de contestación.

La segunda de las consecuencias tiene que ver con el propio proceso hacia la segregación de Barbate[19]. Retomado desde el primer momento, fue en abril de 1937 cuando se formó la segunda Comisión Pro-Independencia[20], que estuvo presidida por Agustín Varo Varo, ya alcalde pedáneo y jefe local de FET y de las JONS. Más numerosa que la anterior, en esta ocasión estaba formada especialmente por representantes de la burguesía local, dos de los cuales lo habían sido de la primera y un tercero, pertenecía a la misma empresa familiar. Se trataba de Aniceto Ramírez Rey, que había sido presidente de la primera;  Francisco Crespo Manzanares, ahora en sustitución de su hermano Juan, que había sido vicepresidente; Agustín Malia Corrales, anterior secretario; Francisco Pérez Llorca, capitán de la marina mercante y propietario de un establecimiento de efectos navales;  Manuel Gallardo Montesino;  y Alonso Malia Alvarado. En la nueva Comisión no faltaron representantes de la pequeña burguesía barbateña, como los casos del propio Agustín Varo Varo y el administrativo Juan Alvarado Martínez. Algunos ya eran militantes falangistas desde antes del golpe, como el propio Agustín Varo Varo o Manuel Gallardo Montesino; y otros se afiliaron tras el mismo, como Agustín Malia Corrales o Juan Alvarado Martínez.

Una de las primeras decisiones fue contratar a Fernando Albi Cholbi como asesor jurídico[21], un experimentado técnico en materia de derecho administrativo local, que curiosamente era también de origen levantino. Había recalado en la provincia de Cádiz a principios de 1937, primero como secretario de Ayuntamiento de Chiclana de la Frontera y luego, desde el verano, en la Diputación provincial. Su labor fue muy eficaz, en primer lugar por el documento que elaboró para sentar las bases justificativas del objetivo de independencia. Pero me atrevo a decir que esa eficacia derivó también de su habilidad a  la hora de moverse en las altas autoridades del fascismo gaditano e incluso andaluz, lo que hizo a través de personajes como José María Pemán, que desde octubre de 1936 ejercía como responsable de Educación en la Junta Técnica del Estado presidida por Francisco Franco, o el mismo general Gonzalo Queipo de Llano, máxima autoridad militar en Andalucía occidental. No le faltaron para ello sus simpatías por el fascismo, sobre el que un año después llegó a teorizar mediante un escrito, y su afiliación a Falange.

Mientras tanto, a finales de noviembre tuvo lugar en Zahara de los Atunes una reunión con vistas a involucrar a la aldea en el proceso de segregación[22]. Pese a disponer de menos población que Barbate, su participación supuso un importante apoyo. En la reunión estuvieron presentes, entre otros,  José García Madera, el antiguo concejal del Partido Republicano Radical que desde julio de 1936 alcalde pedáneo; el propietario agrario Rafael Trujillo Serrano; el industrial Gaspar Guerrero Sierra; y Juan Varo Valdés, barbero, alcalde pedáneo desde 1935 y destituido tras el golpe militar, pero que casi de inmediato se afilió a Falange. Esta última persona  fue integrada en la comisión que debía llevar a cabo el traspaso de competencias del nuevo Ayuntamiento, formada en enero de 1938, y acabaría siendo la figura política más relevante de su localidad desde los cargos de concejal, en el que se mantuvo hasta 1954, y alcalde pedáneo, hasta 1970.

El documento elaborado por  Fernando Albi Cholbi llevó el título de "Expediente de de Segregación de las aldeas de Barbate y Zahara de los Atunes del término municipal de Vejer de la Frontera (Cádiz)”, en el que a través de sus 15 páginas se trazaron las bases jurídicas para la consecución del objetivo, acompañadas de los correspondientes datos justificativos. En el inicio  puede leerse lo siguiente: “desde hace más de veinte años, ha sido aspiración constante y unánimemente sentida por los vecindarios de estas aldeas la segregación de este término municipal y conseguir la categoría de Municipio”. Para más adelante referirse a uno de los aspectos claves: “El factor principal para darnos la medida de la importancia de una ciudad, es su coeficiente de crecimiento [económico]”, que fue pasando sucesivamente desde el 53’1% en 1900 al 47’08% en 1910, el 78’88% en 1920 y el 39’02% en 1936. Y en cuanto a Zahara de los Atunes, se expuso que tenía una “Identidad de orígenes, aspecto similar a la aglomeración urbana, economía esencialmente marítima (….). Una total coincidencia en los problemas y la mentalidad”.

Constituida en enero de 1938 la comisión negociadora[23], en la que hubo algunos cambios en relación a la del año anterior, si bien no sustanciales en cuanto a su carácter, el 11 de marzo fue cuando la gestora de la Corporación de Vejer de la Frontera, presidida por José Morillo Muñoz de Arenillas e integrada por cinco miembros, entre los que estaba Agustín Varo Varo, adoptó por unanimidad la aprobación de la Segregación.

Fue un hecho que no estuvo exento en ese momento de la consiguiente polémica en el seno de algunos sectores de la dirigencia política vejeriega[24]. La oposición a la segregación estuvo encabezada por quien entonces era el jefe local de FET y de las JONS, Antonio Muñoz Guzmán, e incluso se ha considerado que contó también con el apoyo del entonces secretario general de la Corporación, José Arbolí Navarro. El motivo principal de ese posicionamiento contrario derivaba del reparto de las hazas de suerte, por considerarse que, ateniéndose a su reglamento, el vecindario que dejase de estar empadronado en el municipio perdía el derecho a ser beneficiario de las mismas.

Once días después, el 22 de marzo, quedó constituida la nueva Corporación de Barbate, formalmente denominada con el término de Gestora Municipal[25], cuyos componentes provenían de las comisiones formadas desde 1937 y en la que se puso de manifiesto de nuevo la importante presencia del empresariado local.

Agustín Varo Varo pasó a ser el primer alcalde del nuevo municipio, teniendo como tenientes de alcalde a Manuel Gallardo Montesino y Manuel Márquez Rendón. En los dos casos se trataba de miembros de la "vieja guardia" falangista, pero pertenecientes a sectores sociales diferentes, lo que conllevaba un fuerte componente simbólico. El resto de miembros fueron los empresarios Francisco Pérez Llorca y Aniceto Ramírez Rey, el administrativo Juan Alvarado Martínez y Juan Varo Valdés, que empezó a desempeñar también el cargo de alcalde pedáneo de su localidad. Todos eran afiliados de FET y de  las JONS, pero en su mayoría ya lo eran en el verano de 1936.

Completaban el organigrama municipal varios altos cargos de su administración, como fueron José Saval Fuster, secretario de 2ª categoría, y que concentró interinamente en los primeros momentos los puestos de secretario e interventor; y Francisco Crespo Navas, como depositario interino. Un año después la secretaría pasó a ser ocupada, también interinamente, por el abogado Manuel Ariza Romero.


El comienzo de la andadura del nuevo municipio[26]

El nuevo poder local se fue construyendo dentro de un doble contexto: económico y político. El primero estaba enraizado en el proceso de crecimiento desarrollado desde décadas anteriores y que ni siquiera durante la guerra y los difíciles años siguientes se vio alterado. Dada su relación con los recursos marinos, que aportaban al país una buena dosis de alimentos y, sobre todo, proteínas baratas, ese crecimiento se aceleró. La relación de industriales que se publicó en 1942, en la que no aparecía la presencia del Consorcio Almadrabero, reflejaba la diversidad de actividades económicas, con los nombres personales correspondientes, poniendo de relieve un pujante municipio, algo que resultaba inaudito para el momento que se estaba viviendo en el conjunto del país.

El crecimiento demográfico no cesó, alimentado en gran medida por una fuerte atracción migratoria procedente, como venía ocurriendo de décadas atrás, tanto de municipios de la provincia como de otros de las costas andaluzas. Como consecuencia la población pasó de 10.660 habitantes de hecho en 1940 a 13.866 en 1950, para proseguir esa línea ascendente en los años siguientes hasta alcanzar los 20.297 en 1970, momento en que dicho crecimiento inició un periodo de estancamiento.

El Ayuntamiento y quienes habían propiciado su nacimiento impulsaron la construcción de nuevas infraestructuras públicas, en su mayor parte de carácter económico. A la vez que concluyó en 1940 la construcción del puerto fluvial, se inició la de la Lonja de Pescado (terminada en 1943), el Mercado de Abastos (en 1947) y el Matadero (en 1949). En 1946 se iniciaron las obras para erigir una nueva iglesia parroquial, para lo que no faltaron aportaciones de los sectores adinerados locales,  y en 1950 se hizo lo propio con un nuevo edificio para el Ayuntamiento. Para algunas de esas obras se contrató a un prestigio arquitecto del momento, Casto Fernández Shaw, que  diseñó los edificios de la Lonja, el Ayuntamiento, el Matadero y hasta una pequeña escuela, regentada por el maestro conocido como don Conrado.

Ese plan de construcciones se fue completando con el grupo de viviendas Marqués de Valterra  (acabadas en 1950) y conocidas irónicamente como "casas baratas", la Clínica del Instituto Social de la Marina (en 1953), la Casa de la Juventud (en 1956) o el Puerto de la Albufera, cuyas obras empezaron en 1960 y concluyeron en su primera fase en 1964.

Peor suerte corrieron las infraestructuras destinadas a mejorar algunos servicios públicos municipales (alcantarillado, asfaltado de calles, alumbrado...),  la dotación de escuelas y la atención a las necesidades en materia educativa[27], e incluso la barriada del Zapal, que hasta mediados de los años setenta siguió siendo un triste testigo del abandono que sufría una parte de la población.

El poder político municipal tuvo entre sus pilares básicos el partido FET y de las JONS, trasmutado con el paso del tiempo en Movimiento Nacional. Sus militantes estaban presentes en la Corporación, el funcionariado municipal, la Central Obrera Nacional Sindicalista, el Juzgado Municipal, los grupos juveniles y, en fin, el conjunto de la vida social. La Iglesia Católica y el mundo religioso, por su parte, funcionaron como una especie de argamasa social, dentro de la conformación de lo que en ese tiempo se denominó con el término de nacionalcatolicismo.

La represión de los años de guerra y los primeros de la postguerra se fue atenuando, lo que no impidió que el miedo siguiera instalado en una parte de la población[28]. No faltó la atracción individual de antiguos militantes de organizaciones de izquierda (los cenetistas Manuel Mainez de los Reyes, José Cabeza Vilches…) o la neutralización de otros (el republicano Gregorio Moreno Conesa)[29]. Tampoco faltó la búsqueda de un consenso social a través de eventos con carácter simbólico, como ocurrió con la confección del primer padrón de hazas, en 1944, en el que se incluyó a las personas que habían sido separadas en 1936. Lo que primaba en ese contexto era la supervivencia, que en algunos casos de antiguos represaliados supuso cierto ascenso social al convertirse en propietarios de pequeños establecimientos comerciales. Con el paso de los años, en fin, fue creándose un espacio social de asentimiento, fuera interesado/no interesado,  consciente/inconsciente, forzado/no forzado… 

En medio de este panorama no faltaron las prácticas corruptas en el seno de las altas esferas municipales y sociales[30]. Hubo casos de estraperlo, fraude fiscal, contrabando, irregularidades administrativas… En dos casos relevantes se produjeran destituciones de los cargos que ocupaban[31], algo que, por otro lado, se mantuvo oculto. Ocurrió con el concejal Manuel Márquez Rendón, en agosto de 1941, por estraperlo; y con el mismo alcalde Agustín Varo Varo, en 1955, por irregularidades administrativas. Y no faltó tampoco que quien en esos años era titular del Juzgado Municipal, el empresario Agustín Malia Corrales, fuera sancionado por parte del Tribunal Provincial de Contrabando con una multa de casi 12.000 pesetas,  acusado de defraudación[32].

La destitución de Manuel Márquez Rendón supuso que fuera sustituido al mes siguiente por Manuel Fernández Rayero, que desde el fin de la guerra estaba ejerciendo de número dos de la organización local de FET y de las JONS, al ostentar el puesto de secretario. A su vez, la segunda tenencia de alcaldía que ocupaba el concejal destituido pasó a manos de Juan Alvarado Martínez.


La renovación que puso fin a la primera etapa del Ayuntamiento

El año 1948 marcó el inicio de una nueva etapa en el Ayuntamiento, relacionada con el decreto aprobado por el Gobierno en el mes de septiembre, mediante el cual se convocaban las primeras elecciones municipales del régimen franquista y que debían celebrarse en los meses de noviembre y diciembre. Estaban enfocadas a renovar las concejalías, pero no así las alcaldías, que seguían quedando sujetas a nombramientos desde instancias superiores. Las elecciones se organizaron a través de los tercios corporativos familiar, sindical y de entidades económicas, profesionales y culturales.

En el caso de Barbate se amplió el número de concejales, a la vez que se produjo una renovación de sus componentes, dando lugar a una mayor presencia de la burocracia del régimen y de miembros de los sectores sociales intermedios[33]. Las personas que fueron elegidas por el tercio familiar llevaban en la Corporación desde 1938, que fueron los casos de Aniceto Ramírez Rey, Francisco Pérez Llorca y Juan Alvarado Martínez, antiguo administrativo, pero que presidía la Cofradía de Pescadores. Diferente fue lo ocurrido en el tercio sindical, por el que entraron tres nombres nuevos: el agricultor Francisco García Loaiza, también jefe de la Hermandad de Labradores y Ganaderos; el mecánico Manuel Mainez de los Reyes, delegado local  de la CONS desde diciembre de 1936 y que pasados unos años se convirtió en copropietario de un taller mecánico; y el zahareño Manuel Guerrero Sierra, industrial del sector de transportes. Por último, en el tercio de corporaciones económicas, profesionales y culturales, fueron elegidos los también zahareños Francisco Ortiz Guirola, propietario en el sector pesquero, y Juan Varo Valdés; y el maestro José María Arévalo Fernández.

Fuera quedó en ese momento, porque no se presentó a las elecciones, Manuel Gallardo Montesino, que había sido hasta entonces primer teniente de alcalde y segundo en el organigrama del poder municipal. La cosa cambió, sin embargo, en 1955, cuando, tras la destitución de Agustín Varo Varo a finales de junio, el empresario conservero y veterano militante de Falange fue nombrado su sustituto, pasando a ser el segundo alcalde de Barbate. Ocho fueron los años que estuvo al frente del Ayuntamiento, pero lo que ocurrió durante su mandato pertenece a otro momento de la historia barbateña. Cabe, no obstante,  destacar una de las decisiones tomadas durante su mandato: añadir en 1950 el nombre de Franco a la denominación oficial del municipio, algo que habría de perdurar hasta 1997, cuando el pleno de la Corporación tomó la decisión de retirarlo, y 1998, en que se hizo efectiva[34].


Notas

[1] En lo relativo a los aspectos económicos, sociales y demográficos de este periodo se han tomado como referencias las siguientes publicaciones: Albi Cholbi (1938), Fornell (1996), Florido del Corral (2002), Ríos Jiménez (2005, 2007 y 2008), “Aportes para una Historia de la Banca en Andalucía” (sin fecha).
[2] Florido del Corral (2002).
[3] Varela Ortega (2001), Florido del Corral (2002), Ríos Jiménez (2005, 2007 y 2008), Aragón Fernández (2013), Velasco Calzas (sin fecha).
[4] Sobre este personaje, que será mencionado en otros pasajes del artículo, pueden consultarse las siguientes publicaciones: Malia Sánchez y Aragón Fernández (1988), Florido del Corral (2002), Liaño Rivera (2003), Moreno Tello (2008).
[5] Florido del Corral (2002).
[6] Todos estos datos concretos aparecen en el “Expediente de Segregación” redactado por Fernando Albi Cholbi (1938), Fornell (1996) y Ríos Jiménez (2005, 2007 y 2008).
[7] Utrera (1959).
[8] Miranda de Sardi (1930), Morillo Crespo (1975), Carreras, Romero y Galán (1988), Varo Pareja (1988), Florido del Corral (2002), Bernal Malia (2005 y 2013), Rivera, Malia y Daza (2013).
[9] Florido del Corral (2002), Amores Revuelta (2013).
[10] Fornell (1996).
[11] Florido del Corral (2002). A su vez, se ha obtenido información del Archivo Histórico Provincial de Cádiz, sección Gobierno Civil.
[12] Aragón Fernández (2000c y 2000d), Florido del Corral (2002), Hernández Navarro y Moreno Tello (2012 y 2013).
[13] Gutiérrez Molina (1994), Florido del Corral (2002), Maurice (1990).
[14] Buena parte de la información relativa a la adscripción política de los barbateños  que, de una u otra forma, formaron parte del fascismo barbateño antes y después de la guerra proviene de las consultas realizadas en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz, en los distintos apartados de la sección Gobierno Civil; también, del Archivo General de la Administración, en los fondos del Ministerio de Educación Nacional; y del Archivo Municipal de Vejer de la Frontera. Por otra parte, en cuanto a publicaciones: Varo Pareja (1988), Florido del Corral (2002), Bernal Malia (2005 y 2013).
[15] Utrera (1959), Florido del Corral (2002), Moreno Tello (2014 y 2018), Rossi (2018). El Diario de Cádiz público información en las ediciones de los días 12, 14 y 16 de julio de 1936. Y, por último, está el texto de la sentencia dictada por la Sección 2º de la Audiencia Provincial de Cádiz el 13-05-1938.
[16] Archivo General de la Administración, Ministerio de Educación Nacional.
[17] Dentro de la amplísima bibliografía existente sobre el tema, destaco la obra de Viñas (2019), relativa a la organización de las tramas golpistas desde los primeros momentos de la República.
[18] Núñez Calvo (2003 y 2015), Hernández Navarro y Moreno Tello (2011 y 2012), Montero Barrado (2021).
[19] Conde Malia (2013b), Rivera, Malia y Daza (2013).
[20] Varo Pareja (1988).
[21] Conde Malia (2013a).
[22] Varo Pareja (1988), Bernal Malia (2005), Trujillo Guirola (2016).
[23] Albi Cholbi (1938), Varo Pareja (1988),
[24] Morillo Crespo (1975), Muñoz  Rodríguez (1996 y 2007), Santos Silva (2022).
[25] Lo relativo a la composición de la institución municipal barbateña, incluyendo a sus altos funcionarios, ha sido consultado en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz, sección Gobierno Civil.
[26] Carreras, Romero y Galán (1988), Florido del Corral (2002), Rivera y Daza (2004), Rivera, Malia y Daza (2013).
[27] Criado Atalaya y Montero Barrado (2005).
[28] Montero Barrado (2021).
[29] Ibidem.
[30] Ibidem.
[31] Archivo Histórico Provincial de Cádiz, sección Gobierno Civil.
[32] Ibidem.
[33] Archivo Histórico Provincial de Cádiz, sección Gobierno Civil.
[34] Conde Malia (2009).


DOCUMENTACIÓN UTILIZADA

Archivos

Archivo de la Diputación Provincial de Cádiz.
Archivo General de la Administración. Ministerio de Educación Nacional.
Archivo General Militar de Ávila.
Archivo General Militar de Guadalajara.
Archivo Histórico Provincial de Cádiz. Sección Gobierno Civil.
Archivo Municipal de Barbate.
Archivo Municipal de Vejer de la Frontera.
Archivo del Tribunal Militar Territorial número 2 de Sevilla.
Ayuntamiento de Barbate. Secretaría General.
Ayuntamiento de Vejer de la Frontera. Secretaría General.
Biblioteca Provincial de Cádiz. Hemeroteca.
Centro Documental de la Memoria Histórica (Salamanca).

Documentos de la época

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DIARIO DE CÁDIZ (1936). Ediciones de los días 12, 14 y 16 de julio.
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