Jesús María Montero Barrado
Barbate nació como municipio
el 11 de marzo de 1938 y once días después se constituyó su primer
Ayuntamiento. Para entender lo ocurrido hay que retrotraerse en varios años,
décadas incluso, aunque puede decirse
que fue en la década de los 20 cuando empezaron a ponerse de manifiesto con
claridad las aspiraciones tendentes a constituirse en un nuevo municipio,
separado del municipio matriz de Vejer de la Frontera. Uno de
los rasgos principales de ese proceso segregacionista tiene relación con el
protagonismo que tuvieron los empresarios locales desde el primer momento. Eso
se vio en 1930,
cuando se formó la primera Comisión Pro-Independencia, y después, a partir de
1936, ya en pleno contexto de la Guerra Civil. En esta última ocasión, no
obstante, con el añadido del grupo político dominante en esos momentos: FET y
de las JONS. A lo largo de las páginas que siguen lo que se intenta es trazar
las líneas generales del proceso político que hubo y al que se ha puesto la
fecha de 1948, no tanto final como referencial, y que coincide con la
celebración en todo el país de las primeras elecciones municipales del régimen
franquista, marcadas, eso sí, por su carácter corporativista.
Crecimiento económico y burguesía local
Desde
principios de siglo Barbate fue conociendo un fuerte crecimiento económico,
basado en la extracción, manufacturación y comercialización de los recursos del
mar[1].
Su puerto se había convertido en 1920 en el primero de la flota suratlántica en
volumen de capturas. El número de marineros se duplicó en cinco años, pasando
de 1.040 en 1920 a casi 2.000, en 1925. La
población, a su vez, creció desde los 3.500 habitantes de 1923 (a los que
habría que unir los algo más de 600 de Zahara de los Atunes) hasta alrededor de
6.000 al final de la década.
Las actividades
propiamente pesqueras se desarrollaban en distintos ámbitos y modalidades. En
la pesca de cerco fueron ganando una importante presencia los caladeros del
norte del norte de Marruecos, al abrigo del Protectorado español. Destacaban
las especies pelágicas, como la caballa, el boquerón o la sardina, siendo esta
última la que, al finalizar la Primera Guerra Mundial, acabó convirtiéndose en
la preferida. La pesca
de almadraba, por su parte, se llevaba a cabo junto a la costa, en base a las
dos instalaciones existentes en Barbate y Zahara de los Atunes. De ellas se
obtenían diversas especies de túnidos, con el atún como la más preciada.
Esas
actividades extractivas tenían como continuación en las de producción de
conservas y salazones, así como de comercialización de sus productos, tanto
frescos como manufacturados. Y a rebufo de la actividad pesquera se fueron
desarrollando otras auxiliares, como la de los varaderos, donde se construían y
reparaban las embarcaciones, o los suministros de efectos navales y cebos.
En ese
contexto de crecimiento jugó un papel importante una burguesía local que, con
el paso de los años, fue aumentando en número, propiedades y valor económico.
Una parte de la misma conoció, a su vez, un proceso de concentración,
diversificación y hasta de expansión territorial. Prueba de ello es que disponían de
empresas y sucursales en otros municipios de la costa andaluza y del interior
peninsular, en el Protectorado español en Marruecos e incluso, como ocurrió con
el caso de Serafín Romeu Fages, en Italia. Esto ha hecho que haya
sido calificada por algún investigador
con el término de oligarquía barbateña[2].
La
procedencia geográfica de esas personas era diversa. Había un sector que tenía
un carácter autóctono, en el que destacaron las familias con el apellido Crespo. Originarias
del municipio de Vejer de la Frontera, entre sus miembros destacaron personajes
como José Crespo Pacheco, conservero y alcalde pedáneo en los periodos
1913-1923 y 1930-1931; los hermanos Juan y Francisco Crespo Manzanares,
armadores y conserveros; Juan Crespo Navas, empresario; Antonio Crespo
Muñoz y Juan Crespo Serván, corresponsales de varias sucursales bancarias en
Vejer de la Frontera y Barbate, etc.
Empresarios
autóctonos eran también Agustín Malia Corrales, propietario de un varadero, o
Alonso Malia Alvarado, propietario agrario y fundador del primer cine de la
localidad, que tuvo como nombre su primer apellido.
De origen
levantino hubo una importante presencia empresarial: Serafín Romeu Fages, la
familia Llorca Prieto, Francisco Pérez Llorca, Demófilo Vitorique Merino, que
antes había pasado por el municipio onubense de Isla Cristina… De Zafra
(Badajoz) provenía Aniceto Ramírez Rey. De Chiclana de la Frontera, la familia
Gallardo. Y en el caso de Ramón Corrales Sánchez quizás pueda hablarse del
municipio manchego de Daimiel (Ciudad Real), con el que, en todo caso, mantuvo
relaciones empresariales.
Serafín Romeu y sus diferencias con la burguesía local
En ese
panorama sobresalía la figura de Serafín Romeu Fages[3],
cuyo padre, Serafín Romeu Portas había llegado a Barbate hacia 1880, después de
haber conseguido la concesión de las almadrabas de la localidad y de Zahara de
los Atunes. Miembro de una influyente familia de origen valenciano, que tenía lazos
e intereses económicos y políticos que se
extendían hasta Madrid, Serafín Romeu Fages fue un personaje que formó parte de
la oligarquía española, lo que propició que en 1923 fuera elevado a la
condición nobiliar con el título de Conde de Barbate.
Relacionado
con numerosos negocios pesqueros en las provincias de Cádiz y Huelva, tanto en
almadrabas como en fábricas, no le faltó formar parte de las altas esferas del
mundo político. Fue elegido diputado por el Partido Liberal entre 1914 y 1923,
haciendo valer su condición de hombre poderoso e influyente, algo que en la
época solía recibir el calificativo de cacique. Como diputado primero lo fue en
el distrito de Daimiel (Ciudad Real) y desde 1918, en el de Medina Sidonia
(Cádiz), hasta que el golpe de estado del general Miguel Primo de Rivera, en
1923, puso fin al sistema político de representación parlamentaria instaurado
desde 1876.
En 1924
fue nombrado consejero del Banco de España y un año después fue elegido
presidente de la Asociación de Armadores. En 1928, tras la constitución del
Consorcio Nacional Almadrabero (forzada por Primo de Rivera y de la que, al
parecer, no era partidario), el Conde Barbate se convirtió en uno de los
principales accionistas. Vinculado a varios medios de comunicación, también
como accionista, en 1931, ya acabada la dictadura primorriverista, se convirtió
en el mayoritario de los diarios El Sol
y La Voz.
Las
relaciones en el seno de la burguesía que operaba en Barbate tuvieron, sin
embargo, momentos de tensión, especialmente entre el propio Serafín Romeu Fages,
de un lado, y los armadores de barcos de cerco y los conserveros, de otro. Lo
pusieron de manifiesto dos conflictos,
el primero de los cuales tuvo que ver con la pesca de la sardina que se
desarrollaba en las cercanías de la costa de la bahía barbateña, ya que resultaba
perjudicial para los intereses almadraberos, y que finalmente se revolvió a
favor de los primeros. Distinto fue lo ocurrido con la ubicación de un nuevo puerto
pesquero que estuviera acorde con las necesidades. Desde la administración
central se presentaron dos propuestas: una, para situarlo en la costa, en mar
abierto; y la otra, en el tramo final del río Barbate. Finalmente, en 1932, la
administración optó por la segunda, lo que favorecía a Serafín Romeu Fages, al
que le beneficiaba el amarre durante medio año de su flota almadrabera.
Los sectores sociales intermedios
Los
estratos medios de Barbate conformaban un grupo social que incluía a propietarios
de pequeños negocios, especialmente comercios y establecimientos hosteleros, profesionales
de diversas actividades (sanitarias, docentes, periodismo…), administrativos de
las empresas, etc. Entre sus componentes hubo personas que jugaron un papel
activo en la vida pública de la localidad, formando parte de partidos
políticos, ostentando cargos públicos o participando en el proceso de
segregación… Había entre ellos una gran variedad de ideológica, si bien, en el
tramo final de la República una buena parte acabaría evolucionando hacia el
fascismo.
De esos
sectores se pueden destacar, en el periodo previo a que se proclamara la
República, personajes como José Miranda de Sardi[4],
que fue el redactor principal de los periódicos locales, actuando como director
en el segundo, y actuó como corresponsal del Diario de Cádiz. Francisco Soler García y Francisco Serván Varo,
propietarios de pequeños comercios, estuvieron entre los integrantes de
la Comisión Pro-Independencia de 1930, en la que ostentaron los cargos de vicesecretario y
tesorero, respectivamente.
La mayoría social de trabajadores y trabajadoras[5]
La mayor
parte de la población estaba formada por trabajadores y trabajadoras de
diversas actividades, entre las que destacaban la pesca en sus distintas
modalidades. Esa mano de obra se nutría de inmigrantes procedentes de
municipios del entorno, como los camperos de
Vejer de la Frontera y Medina Sidonia, o los pescadores de Conil de la
Frontera; e incluso de municipios de otras provincias andaluzas, como Huelva,
Málaga o Almería.
El número
de marineros de cerco alcanzaba en 1925
casi los 2.000, sufriendo unas condiciones de vida y trabajo muy duras. Pasaban
semanas embarcados en las aguas del norte de Marruecos, con el consiguiente hacinamiento,
y recibían salarios de miseria. El trabajo de los marineros de las almadrabas
se caracterizaba por la estacionalidad, lo que no impedía que sufrieran
jornadas penosas y largas. De ahí que se dijera de ellos que “no rigen las
leyes sociales”.
En la industria
conservera y de salazones los trabajadores y, en mayor número, las trabajadoras
sumaban 931 a finales de la década de los 20, correspondiendo 500 a las
fábricas del Consorcio Nacional Almadrabero. Completaba el mundo de las
actividades relacionadas con la mar la exportación de pescado, donde trabajan 700
personas, y el grupo de mariscadores, cuya actividad realizaban quienes no
habían conseguido un puesto de trabajo más o menos estable o que servía de complemento cuando no había trabajo[6].
Desde
1932 adquirieron importancia las obras de construcción del puerto, lo que puso
la llegada de un contingente de mano de obra procedente de provincias del
interior, incluyendo a asturianos).
En medio
de esas condiciones de vida y trabajo hubo un lugar de la localidad que se
convirtió en un dramático reflejo: la barriada del Zapal. Como años después, en 1959, escribiera
en un artículo un barbateño exiliado en Francia, José Utrera, se trataba de “el
más popular de sus barrios, [donde] viven la mayoría de los trabajadores de
este puerto. En verdaderas pocilgas; en barracas de madera y latas, con la
techumbre de paja”[7].
Los primeros pasos hacia la segregación[8]
A la hora
de hablar de los orígenes del sentimiento existente en Barbate con la finalidad
de separarse del municipio de Vejer de la Frontera hay que contextualizarlo en
el proceso de crecimiento económico iniciado desde principios de siglo. Otra
cosa es la forma con la que tomaron cuerpo las reivindicaciones políticas que
plantearon públicamente esa aspiración, que pueden delimitarse inicialmente en
la década de los 20. Sus principales protagonistas estuvieron entre la
burguesía local y los sectores sociales intermedios, para lo que contaron con
la complicidad del Pósito de Pescadores, una institución interclasista donde
convivían, entre acuerdos y tensiones, armadores y marineros. Ese movimiento en
alza se fue dotando de formas de expresión propias, entre las que estuvieron
los periódicos. Y en medio de todo ello destacó José Miranda de Sardi, una
figura polifacética, que aunó sus trabajos dentro del Pósito con las tareas
periodísticas.
Los empresarios
barbateños fueron los que financiaron los periódicos El Heraldo de
Barbate (entre 1925-1927) y La Independencia de Barbate (entre
1930 y 1931)[9], este último con el
conservero Aniceto Ramírez Rey como administrador. Sus contenidos tenían
un claro carácter local, relacionados
con distintos aspectos de la vida de la aldea y sus actividades. Pero, ante
todo, se convirtieron en los portavoces de la reivindicación independentista,
basada en el hecho irreprochable de que las inversiones públicas municipales no
se correspondían con los recursos que la actividad económica generaba para el
Ayuntamiento.
Entre
tantas quejas e iniciativas, El Heraldo de
Barbate hizo en 1926 un llamamiento
para que se enviaran al Ayuntamiento vejeriego peticiones demandando la
independencia. Y ya en el otro periódico, cuyo primer número apareció el 6 de
abril de 1930, se publicó en dos partes, los días 13 y 20 del mismo mes (correspondientes a los
números 2 y 3), el “Informe circunstanciado relativo a la situación actual de
Barbate”. Se trataba de un documento, fechado el 26 de febrero, que se
convirtió en la primera base justificativa sólida sobre la reivindicación independentista.
En un apartado del mismo se decía que
entre Barbate y Vejer de la Frontera existían intereses distintos, “que están
representados por la pesca e industrias derivadas del mar (dinamismo,
movilidad, iniciativa y audacia) [en Barbate], y por la ganadería y agricultura (sedentarismo
y rutina) [en Vejer]”.
En el
mismo mes de abril, el día 19, se constituyó la primera Comisión
Pro-Independencia, cuyos cargos principales estuvieron copados por
representantes de la burguesía local: Aniceto Ramírez Rey, que actuó como
presidente; el armador y conservero Juan Crespo Manzanares, miembro de una
empresa familiar, como vicepresidente; y el propietario de un varadero Agustín
Malia Corrales, como secretario. Completaban el comité ejecutivo los antes
referidos Francisco Soler García y Francisco Serván Varo.
Si
comparamos dicha composición con la que en 1932 tuvo la Asociación de Armadores
de Barcos de Pesca e Industrias Similares[10],
se percibe una gran coincidencia tanto en la presencia de ambos grupos sociales
como en el control por parte de la burguesía local. En el caso de la asociación
empresarial, la presidencia seguía estando en manos de Aniceto Ramírez Rey,
mientras que en la vicepresidencia sólo se cambiaba el miembro de la familia
Crespo Manzanares, que en esta ocasión recaía en la persona de Francisco. A la
burguesía local también pertenecían los vocales Ramón Corrales Sánchez, exportador
de pescado, almacenista de rabas y armador; o el subastador de pescado Luis
Ramírez Ramos.
Los años de la República
A partir
de 1931 se dio un receso en el proceso segregacionista barbateño. Posiblemente estuviera
relacionado con las prioridades políticas y sociales del momento, entre las
cuales el problema social se erigió en uno de los principales, si no el que
más.
En el
mundo de la política[11]
los cargos públicos estuvieron hasta febrero de 1936 en manos de miembros de
los sectores sociales intermedios. El 12 de abril de 1931 fueron elegidos
concejales del Ayuntamiento de Vejer de la Frontera José Pinto Malia, Alonso
Malia Alvarado, Juan Crespo Pacheco, Manuel Malia Varo y Agustín Varo Varo. En los
tres primeros casos puede que pertenecieran al conservador Partido Republicano
Radical y en el de Agustín Varo Varo, a la candidatura monárquica relacionada con
la Unión Patriótica, de carácter primorriverista.
Dado que
las elecciones tuvieron que repetirse a finales de mayo, después de las
irregularidades habidas, fueron elegidos tres barbateños y un zahareño, que en
esta ocasión formaron parte del Partido Republicano Radical. Repetían el
pequeño comerciante José Pinto Malia, nombrado alcalde pedáneo hasta 1935; y
Juan Crespo Pacheco, del que sabemos que era “industrial” y hermano de José,
anterior alcalde pedáneo. Y era nuevo el zahareño José García Madera,
también pequeño comerciante. Entre 1935 y hasta febrero de 1936 fue nombrado
alcalde pedáneo José Villanueva Rebollo, pequeño comerciante y del que
desconocemos su adscripción política.
Por otro
lado, existe constancia que Aniceto Ramírez Rey estuvo relacionado con la CEDA,
un grupo monárquico de carácter moderado.
En 1935
fue cuando Francisco Tato Anglada[12],
farmacéutico e inspector sanitario municipal, empezó a jugar un papel más
activo en la vida local. En ese año elaboró y envió a instancias superiores un
informe relacionado con la situación sanitaria de la localidad, que suponía una
clara denuncia del abandono que sufría por parte de las autoridades del
municipio. Su escrito estuvo acompañado en esos meses de varias denuncias a
determinadas personas relacionadas con actividades públicas, sobre todo
sanitarias, a las que acusó de cometer irregularidades en sus funciones.
Fue la misma
persona que desde febrero de 1936, a raíz del triunfo electoral del Frente
Popular y ya como miembro de Izquierda Republicana, asumió a la vez la primera
tenencia de alcaldía del Ayuntamiento de Vejer de la Frontera y la alcaldía
pedánea. Desde ese momento, hasta su destitución en julio, desplegó una intensa
actividad de lucha contra la corrupción existente, de gestión para resolver
asuntos urgentes de la localidad y de solidaridad con los sectores sociales humildes.
No
debemos perder de vista que durante la primavera de ese año tuvieron lugar
movilizaciones populares relacionadas con la construcción del puerto fluvial y
el sector almadrabero, donde jugó un creciente protagonismo la CNT, que
llegó a tener 1.700 personas afiliadas[13].
El nacimiento del fascismo barbateño[14]
Llama la
atención que una parte de las personas más activas entre los sectores
sociales intermedios se fueran vinculando a Falange Española, un grupo que
posiblemente surgiera en Barbate a principios de 1936 y que contó con Agustín
Varo Varo como primer jefe local.
Su
implantación electoral en el conjunto del municipio de Vejer de la Frontera fue
minoritaria, como se reflejó en las elecciones del 16 de febrero de 1936, en
las que obtuvo tan sólo 206 votos, algo que, por otra parte, no difería de lo
ocurrido para dicho partido en el resto de municipios del país. Se ignora
cuántos votos pudieron corresponder a Barbate, pero lo que llama la atención es
el protagonismo que en los meses siguientes fue adquiriendo, como ocurrió
también en el conjunto del país.
Después que el partido fuera ilegalizado en el mes de marzo y se detuviera a sus
principales jefes nacionales, bajo la acusación de instigación a actos violentos (como atentados
contra sedes de grupos de izquierda, algaradas callejeras e incluso atentados
mortales), en abril tuvo lugar en el municipio vejeriego la detención de varios
de sus componentes locales, que fueron encerrados durante una semana en la
cárcel de Chiclana de la Frontera. Entre los detenidos estuvieron los
barbateños Agustín Varo Varo, José Marchán Núñez, José Márquez Rendón, Manuel
Márquez Rendón, José Pinto Malia, José Rebollo Verano, Antonio Soler Aragón y
José Villanueva Rebollo, todos ellos pequeños
comerciantes; el médico Patricio Castro Muñoz; y el farmacéutico Manuel Guerra
Virués.
Hay
constancia documental que a ese partido también pertenecían, o al menos
mantenían lazos de simpatía con él, el conservero Manuel Gallardo Montesino, el
exportador de pescado Antonio Lara Rendón, el mecánico Pedro Carpio Cosano, el
escribiente Juan Malia Almazo, el carnicero Antonio Rivera Alvarado o los
maestros Manuel Gómez Barrera y José Luis Graña Vera.
El 11 de
julio, una semana antes del golpe militar, se produjo el atentado mortal contra
Juan Caro Marín, lo que acarreó también la muerte de su hermano Manuel[15].
Se trataba de uno de los líderes sociales de Barbate, motivo por el que un
pistolero falangista, de nombre Manuel Bermúdez Tamayo, conocido como “el
Bienhecho”, se prestó a llevarlo a cabo y para lo que contó con la colaboración
de Antonio Crespo Crespo, también militante falangista. El autor
posiblemente estuviera instigado y financiado por algunos sectores de la
burguesía local, como se deriva de algunos testimonios personales, aunque eso es
algo que sigue permaneciendo en el mayor de los secretos.
El atentado
mortal conllevó que se efectuaran de inmediato nuevas detenciones entre los
falangistas barbateños, una de las cuales fue la del mismo Agustín Varo Varo. Según
varios testimonios también lo fueron Patricio Castro Núñez y Manuel Márquez
Rendón, y, atendiendo a la información contenida en archivos oficiales, los
maestros Manuel Gómez Barrera y José Luis Graña Vera[16].
El golpe militar y lo que vino de inmediato
El golpe
militar del mes de julio tuvo para Barbate dos consecuencias de gran trascendencia.
Una, dentro del contexto general[17],
supuso el fin de las movilizaciones que aspiraban a la mejora de las
condiciones de vida de los sectores populares, cortadas de raíz con una feroz
represión que duraría hasta pasados varios años de la terminación de la Guerra
Civil[18].
Ésta se llevó por delante entre julio de 1936 y marzo de 1937 la vida de nueve
barbateños (ocho de los cuales siguen desaparecidos), dio lugar a detenciones, la huida
de numerosas personas hacia el territorio controlado por el gobierno
republicano y la destitución de los cargos públicos y de varios empleados
públicos. Todo ello generó un estado de terror generalizado entre quienes de
una forma y otra habían estado relacionados con los grupos de izquierda, aplacando
cualquier atisbo de contestación.
La
segunda de las consecuencias tiene que ver con el propio proceso hacia la
segregación de Barbate[19].
Retomado desde el primer momento, fue en abril de 1937 cuando se formó la
segunda Comisión Pro-Independencia[20],
que estuvo presidida por Agustín Varo Varo, ya alcalde pedáneo y jefe local de
FET y de las JONS. Más numerosa que la anterior, en esta ocasión estaba formada
especialmente por representantes de la burguesía local, dos de los cuales lo
habían sido de la primera y un tercero, pertenecía a la misma empresa familiar.
Se trataba de Aniceto Ramírez Rey, que había sido presidente de la
primera; Francisco Crespo Manzanares, ahora en sustitución de su
hermano Juan, que había sido vicepresidente; Agustín Malia
Corrales, anterior secretario; Francisco Pérez Llorca, capitán de la
marina mercante y propietario de un establecimiento de efectos navales; Manuel
Gallardo Montesino; y Alonso Malia Alvarado. En la nueva
Comisión no faltaron representantes de la pequeña burguesía barbateña, como los
casos del propio Agustín Varo Varo y el administrativo Juan Alvarado
Martínez. Algunos ya eran militantes falangistas desde antes del golpe, como el
propio Agustín Varo Varo o Manuel Gallardo Montesino; y otros se afiliaron tras
el mismo, como Agustín Malia Corrales o Juan Alvarado Martínez.
Una de
las primeras decisiones fue contratar a Fernando Albi Cholbi como asesor
jurídico[21], un experimentado técnico
en materia de derecho administrativo local, que curiosamente era también de
origen levantino. Había recalado en la provincia de Cádiz a principios de 1937,
primero como secretario de Ayuntamiento de Chiclana de la Frontera y luego,
desde el verano, en la Diputación provincial. Su labor fue muy eficaz, en
primer lugar por el documento que elaboró para sentar las bases justificativas
del objetivo de independencia. Pero me atrevo a decir que esa eficacia derivó también
de su habilidad a la hora de moverse en las altas autoridades del
fascismo gaditano e incluso andaluz, lo que hizo a través de personajes como
José María Pemán, que desde octubre de 1936 ejercía como responsable de
Educación en la Junta Técnica del Estado presidida por Francisco Franco, o el
mismo general Gonzalo Queipo de Llano, máxima autoridad militar en Andalucía
occidental. No le faltaron para ello sus simpatías por el fascismo, sobre
el que un año después llegó a teorizar mediante un escrito, y su afiliación a
Falange.
Mientras
tanto, a finales de noviembre tuvo lugar en Zahara de los Atunes una reunión
con vistas a involucrar a la aldea en el proceso de segregación[22].
Pese a disponer de menos población que Barbate, su participación supuso un
importante apoyo. En la reunión estuvieron presentes, entre
otros, José García Madera, el antiguo concejal del Partido
Republicano Radical que desde julio de 1936 alcalde pedáneo;
el propietario agrario Rafael Trujillo Serrano; el
industrial Gaspar Guerrero Sierra; y Juan Varo Valdés, barbero, alcalde
pedáneo desde 1935 y destituido tras el golpe militar, pero que casi de
inmediato se afilió a Falange. Esta última persona fue integrada en la
comisión que debía llevar a cabo el traspaso de competencias del nuevo
Ayuntamiento, formada en enero de 1938, y acabaría siendo la figura política
más relevante de su localidad desde los cargos de concejal, en el que se
mantuvo hasta 1954, y alcalde pedáneo, hasta 1970.
El
documento elaborado por Fernando Albi Cholbi llevó el título de
"Expediente de de Segregación de las aldeas de Barbate y Zahara de
los Atunes del término municipal de Vejer de la Frontera (Cádiz)”, en el que a
través de sus 15 páginas se trazaron las bases jurídicas para la consecución
del objetivo, acompañadas de los correspondientes datos justificativos. En
el inicio puede leerse lo siguiente: “desde hace más de veinte años, ha
sido aspiración constante y unánimemente sentida por los vecindarios de estas
aldeas la segregación de este término municipal y conseguir la categoría de
Municipio”. Para más adelante referirse a uno de los aspectos claves: “El
factor principal para darnos la medida de la importancia de una ciudad, es su
coeficiente de crecimiento [económico]”, que fue pasando sucesivamente desde el
53’1% en 1900 al 47’08% en 1910, el 78’88% en 1920 y el 39’02% en 1936. Y en
cuanto a Zahara de los Atunes, se expuso que tenía una “Identidad de
orígenes, aspecto similar a la aglomeración urbana, economía esencialmente
marítima (….). Una total coincidencia en los problemas y la mentalidad”.
Constituida
en enero de 1938 la comisión negociadora[23],
en la que hubo algunos cambios en relación a la del año anterior, si bien no
sustanciales en cuanto a su carácter, el 11 de marzo fue cuando la gestora de
la Corporación de Vejer de la Frontera, presidida por José Morillo Muñoz de
Arenillas e integrada por cinco miembros, entre los que
estaba Agustín Varo Varo, adoptó por unanimidad la aprobación de la Segregación.
Fue un
hecho que no estuvo exento en ese momento de la consiguiente polémica en el
seno de algunos sectores de la dirigencia política vejeriega[24].
La oposición a la segregación estuvo encabezada por quien entonces era el jefe
local de FET y de las JONS, Antonio Muñoz Guzmán, e incluso se ha considerado
que contó también con el apoyo del entonces secretario general de la
Corporación, José Arbolí Navarro. El motivo principal de ese posicionamiento
contrario derivaba del reparto de las hazas de suerte, por considerarse que,
ateniéndose a su reglamento, el vecindario que dejase de estar empadronado en el
municipio perdía el derecho a ser beneficiario de las mismas.
Once días
después, el 22 de marzo, quedó constituida la nueva Corporación de Barbate,
formalmente denominada con el término de Gestora Municipal[25],
cuyos componentes provenían de las comisiones formadas desde 1937 y en la que
se puso de manifiesto de nuevo la importante presencia del empresariado local.
Agustín
Varo Varo pasó a ser el primer alcalde del nuevo municipio, teniendo como
tenientes de alcalde a Manuel Gallardo Montesino y Manuel Márquez Rendón. En
los dos casos se trataba de miembros de la "vieja guardia"
falangista, pero pertenecientes a sectores sociales diferentes, lo que
conllevaba un fuerte componente simbólico. El resto de miembros fueron los
empresarios Francisco Pérez Llorca y Aniceto Ramírez Rey, el administrativo
Juan Alvarado Martínez y Juan Varo
Valdés, que empezó a desempeñar también el cargo de alcalde pedáneo de su
localidad. Todos eran afiliados de FET y de las JONS, pero en su mayoría
ya lo eran en el verano de 1936.
Completaban
el organigrama municipal varios altos cargos de su administración, como
fueron José Saval Fuster, secretario de 2ª categoría, y que
concentró interinamente en los primeros momentos los puestos de secretario e interventor;
y Francisco Crespo Navas, como depositario interino. Un año después la
secretaría pasó a ser ocupada, también interinamente, por el
abogado Manuel Ariza Romero.
El comienzo de la andadura del nuevo municipio[26]
El nuevo
poder local se fue construyendo dentro de un doble contexto: económico y
político. El primero estaba enraizado en el proceso de crecimiento desarrollado
desde décadas anteriores y que ni siquiera durante la guerra y los difíciles
años siguientes se vio alterado. Dada su relación con los recursos marinos, que
aportaban al país una buena dosis de alimentos y, sobre todo, proteínas
baratas, ese crecimiento se aceleró. La relación de industriales que se publicó
en 1942, en la que no aparecía la presencia del Consorcio Almadrabero,
reflejaba la diversidad de actividades económicas, con los nombres personales
correspondientes, poniendo de relieve un pujante municipio, algo que resultaba inaudito
para el momento que se estaba viviendo en el conjunto del país.
El crecimiento
demográfico no cesó, alimentado en gran medida por una fuerte atracción
migratoria procedente, como venía ocurriendo de décadas atrás, tanto de
municipios de la provincia como de otros de las costas andaluzas. Como
consecuencia la población pasó de 10.660 habitantes de hecho en
1940 a 13.866 en 1950, para proseguir esa línea ascendente en
los años siguientes hasta alcanzar los 20.297 en 1970, momento en que dicho
crecimiento inició un periodo de estancamiento.
El
Ayuntamiento y quienes habían propiciado su nacimiento impulsaron la
construcción de nuevas infraestructuras públicas, en su mayor parte de
carácter económico. A la vez que concluyó en 1940 la construcción del
puerto fluvial, se inició la de la Lonja de Pescado (terminada en 1943), el
Mercado de Abastos (en 1947) y el Matadero (en 1949). En 1946 se iniciaron las
obras para erigir una nueva iglesia parroquial, para lo que no faltaron
aportaciones de los sectores adinerados locales, y en 1950 se hizo lo
propio con un nuevo edificio para el Ayuntamiento. Para algunas de esas obras
se contrató a un prestigio arquitecto del momento, Casto Fernández Shaw,
que diseñó los edificios de la Lonja, el Ayuntamiento, el Matadero y
hasta una pequeña escuela, regentada por el maestro conocido como
don Conrado.
Ese plan de construcciones se fue completando con el grupo de viviendas
Marqués de Valterra (acabadas en 1950) y conocidas irónicamente
como "casas baratas", la Clínica del Instituto Social de la Marina
(en 1953), la Casa de la Juventud (en 1956) o el Puerto de la Albufera, cuyas
obras empezaron en 1960 y concluyeron en su primera fase en 1964.
Peor
suerte corrieron las infraestructuras destinadas a mejorar algunos servicios
públicos municipales (alcantarillado, asfaltado de calles, alumbrado...), la dotación de escuelas y la atención a las
necesidades en materia educativa[27],
e incluso la barriada del Zapal, que hasta mediados de los años setenta siguió
siendo un triste testigo del abandono que sufría una parte de la población.
El poder
político municipal tuvo entre sus pilares básicos el partido FET y de las JONS,
trasmutado con el paso del tiempo en Movimiento Nacional. Sus militantes estaban
presentes en la Corporación, el funcionariado municipal, la Central Obrera
Nacional Sindicalista, el Juzgado Municipal, los grupos juveniles y, en fin, el
conjunto de la vida social. La Iglesia Católica y el mundo religioso, por su
parte, funcionaron como una especie de argamasa social, dentro de la
conformación de lo que en ese tiempo se denominó con el término de nacionalcatolicismo.
La
represión de los años de guerra y los primeros de la postguerra se fue
atenuando, lo que no impidió que el miedo siguiera instalado en una parte de la
población[28]. No faltó la
atracción individual de antiguos militantes de organizaciones de izquierda (los
cenetistas Manuel Mainez de los Reyes, José Cabeza Vilches…) o la
neutralización de otros (el republicano Gregorio Moreno Conesa)[29].
Tampoco faltó la búsqueda de un consenso social a través de eventos con
carácter simbólico, como ocurrió con la confección del primer padrón de hazas,
en 1944, en el que se incluyó a las personas que habían sido separadas en 1936.
Lo que primaba en ese contexto era la supervivencia, que en algunos casos de
antiguos represaliados supuso cierto ascenso social al convertirse en
propietarios de pequeños establecimientos comerciales. Con el paso de los años,
en fin, fue creándose un espacio social de asentimiento, fuera
interesado/no interesado,
consciente/inconsciente, forzado/no forzado…
En medio
de este panorama no faltaron las prácticas corruptas en el seno de las altas
esferas municipales y sociales[30].
Hubo casos de estraperlo, fraude fiscal, contrabando, irregularidades
administrativas… En dos casos relevantes se produjeran destituciones de
los cargos que ocupaban[31],
algo que, por otro lado, se mantuvo oculto. Ocurrió con el concejal Manuel
Márquez Rendón, en agosto de 1941, por estraperlo; y con el mismo alcalde
Agustín Varo Varo, en 1955, por irregularidades administrativas. Y no faltó
tampoco que quien en esos años era titular del Juzgado Municipal, el empresario
Agustín Malia Corrales, fuera sancionado por parte del Tribunal Provincial de
Contrabando con una multa de casi 12.000 pesetas, acusado de defraudación[32].
La
destitución de Manuel Márquez Rendón supuso que fuera sustituido al mes
siguiente por Manuel Fernández Rayero, que desde el fin de la guerra estaba
ejerciendo de número dos de la organización local de FET y de las JONS, al
ostentar el puesto de secretario. A su vez, la segunda tenencia de alcaldía que
ocupaba el concejal destituido pasó a manos de Juan Alvarado Martínez.
La renovación que puso fin a la primera etapa del Ayuntamiento
El año
1948 marcó el inicio de una nueva etapa en el Ayuntamiento, relacionada con el
decreto aprobado por el Gobierno en el mes de septiembre, mediante el cual se
convocaban las primeras elecciones municipales del régimen franquista y que
debían celebrarse en los meses de noviembre y diciembre. Estaban enfocadas
a renovar las concejalías, pero no así las alcaldías, que seguían quedando
sujetas a nombramientos desde instancias superiores. Las elecciones se organizaron
a través de los tercios corporativos familiar, sindical y de entidades
económicas, profesionales y culturales.
En el
caso de Barbate se amplió el número de concejales, a la vez que se produjo una
renovación de sus componentes, dando lugar a una mayor presencia de la
burocracia del régimen y de miembros de los sectores sociales intermedios[33]. Las
personas que fueron elegidas por el tercio familiar llevaban en la Corporación
desde 1938, que fueron los casos de Aniceto Ramírez Rey, Francisco Pérez
Llorca y Juan Alvarado Martínez, antiguo administrativo, pero que presidía la
Cofradía de Pescadores. Diferente fue lo ocurrido en el tercio sindical,
por el que entraron tres nombres nuevos: el agricultor Francisco García
Loaiza, también jefe de la Hermandad de Labradores y Ganaderos; el mecánico
Manuel Mainez de los Reyes, delegado local de la CONS desde diciembre de
1936 y que pasados unos años se convirtió en copropietario de un taller
mecánico; y el zahareño Manuel Guerrero Sierra, industrial del
sector de transportes. Por último, en el tercio de corporaciones económicas,
profesionales y culturales, fueron elegidos los también
zahareños Francisco Ortiz Guirola, propietario en el sector pesquero,
y Juan Varo Valdés; y el maestro José María Arévalo Fernández.
Fuera
quedó en ese momento, porque no se presentó a las elecciones, Manuel Gallardo
Montesino, que había sido hasta entonces primer teniente de alcalde y segundo
en el organigrama del poder municipal. La cosa cambió, sin embargo, en 1955,
cuando, tras la destitución de Agustín Varo Varo a finales de junio, el
empresario conservero y veterano militante de Falange fue nombrado su
sustituto, pasando a ser el segundo alcalde de Barbate. Ocho fueron los años
que estuvo al frente del Ayuntamiento, pero lo que ocurrió durante su mandato
pertenece a otro momento de la historia barbateña. Cabe, no obstante, destacar una de las decisiones tomadas
durante su mandato: añadir en 1950 el nombre de Franco a la denominación
oficial del municipio, algo que habría de perdurar hasta 1997, cuando el pleno
de la Corporación tomó la decisión de retirarlo, y 1998, en que se hizo
efectiva[34].
Notas
[1] En lo relativo a los aspectos
económicos, sociales y demográficos de este periodo se han tomado como
referencias las siguientes publicaciones: Albi Cholbi (1938), Fornell (1996),
Florido del Corral (2002), Ríos Jiménez (2005, 2007 y 2008), “Aportes para una
Historia de la Banca en Andalucía” (sin fecha).
[2] Florido del Corral (2002).
[3] Varela Ortega (2001), Florido del
Corral (2002), Ríos Jiménez (2005, 2007 y 2008), Aragón Fernández (2013),
Velasco Calzas (sin fecha).
[4] Sobre este personaje, que será
mencionado en otros pasajes del artículo, pueden consultarse las siguientes
publicaciones: Malia Sánchez y Aragón Fernández (1988), Florido del Corral
(2002), Liaño Rivera (2003), Moreno Tello (2008).
[5] Florido del Corral (2002).
[6] Todos estos datos concretos
aparecen en el “Expediente de Segregación” redactado por Fernando Albi Cholbi
(1938), Fornell (1996) y Ríos Jiménez (2005, 2007 y 2008).
[7] Utrera (1959).
[8] Miranda de Sardi (1930), Morillo
Crespo (1975), Carreras, Romero y Galán (1988), Varo Pareja (1988), Florido del
Corral (2002), Bernal Malia (2005 y 2013), Rivera, Malia y Daza (2013).
[9] Florido del Corral (2002), Amores
Revuelta (2013).
[10] Fornell (1996).
[11] Florido del Corral (2002). A su
vez, se ha obtenido información del Archivo Histórico Provincial de Cádiz,
sección Gobierno Civil.
[12] Aragón Fernández (2000c y 2000d),
Florido del Corral (2002), Hernández Navarro y Moreno Tello (2012 y 2013).
[13] Gutiérrez Molina (1994), Florido
del Corral (2002), Maurice (1990).
[14] Buena parte de la información
relativa a la adscripción política de los barbateños que, de una u otra forma, formaron parte del
fascismo barbateño antes y después de la guerra proviene de las consultas
realizadas en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz, en los distintos
apartados de la sección Gobierno Civil; también, del Archivo General de la
Administración, en los fondos del Ministerio de Educación Nacional; y del
Archivo Municipal de Vejer de la Frontera. Por otra parte, en cuanto a
publicaciones: Varo Pareja (1988), Florido del Corral (2002), Bernal Malia
(2005 y 2013).
[15] Utrera (1959), Florido del Corral
(2002), Moreno Tello (2014 y 2018), Rossi (2018). El Diario de Cádiz público información en las ediciones de los días
12, 14 y 16 de julio de 1936. Y, por último, está el texto de la sentencia
dictada por la Sección 2º de la Audiencia Provincial de Cádiz el 13-05-1938.
[16] Archivo General de la
Administración, Ministerio de Educación Nacional.
[17] Dentro de la amplísima bibliografía
existente sobre el tema, destaco la obra de Viñas (2019), relativa a la
organización de las tramas golpistas desde los primeros momentos de la
República.
[18] Núñez Calvo (2003 y 2015), Hernández
Navarro y Moreno Tello (2011 y 2012), Montero Barrado (2021).
[19] Conde Malia (2013b), Rivera, Malia
y Daza (2013).
[20] Varo Pareja (1988).
[21] Conde Malia (2013a).
[22] Varo Pareja (1988), Bernal Malia
(2005), Trujillo Guirola (2016).
[23] Albi Cholbi (1938), Varo Pareja
(1988),
[24] Morillo Crespo (1975), Muñoz Rodríguez (1996 y 2007), Santos Silva (2022).
[25] Lo relativo a la composición de la
institución municipal barbateña, incluyendo a sus altos funcionarios, ha sido
consultado en el Archivo Histórico Provincial de Cádiz, sección Gobierno Civil.
[26] Carreras, Romero y Galán (1988),
Florido del Corral (2002), Rivera y Daza (2004), Rivera, Malia y Daza (2013).
[27] Criado Atalaya y Montero Barrado
(2005).
[28] Montero Barrado (2021).
[29] Ibidem.
[30] Ibidem.
[31] Archivo Histórico Provincial de
Cádiz, sección Gobierno Civil.
[32] Ibidem.
[33] Archivo Histórico Provincial de
Cádiz, sección Gobierno Civil.
[34] Conde Malia (2009).
DOCUMENTACIÓN UTILIZADA
Archivos
Archivo de la Diputación Provincial de Cádiz.
Archivo General de la Administración. Ministerio de Educación Nacional.
Archivo General Militar de Ávila.
Archivo General Militar de Guadalajara.
Archivo Histórico Provincial de Cádiz. Sección Gobierno Civil.
Archivo Municipal de Barbate.
Archivo Municipal de Vejer de la Frontera.
Archivo del Tribunal Militar Territorial número 2 de Sevilla.
Ayuntamiento de Barbate. Secretaría General.
Ayuntamiento de Vejer de la Frontera. Secretaría General.
Biblioteca Provincial de Cádiz. Hemeroteca.
Centro Documental de la Memoria Histórica (Salamanca).
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DIARIO DE CÁDIZ (1936). Ediciones de los días 12, 14 y 16 de julio.
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