sábado, 27 de abril de 2024

Castilla, Castilla-León, Castilla y León.... ¡ay!


Nuestro suelo ha conocido gentes de todas clases, 
pero siempre vivieron las que acarreaban el ganado, 
abrían los surcos con sus manos, 
laboraban en las fábricas y los talleres,
o escribían letras con sus uñas.
Y porque son mayoría 
y sin ellas nada existiría, 
la historia del futuro es la suya 
y Castilla-León será una patria más 
de todas las patrias del mundo.
(Abril de 1980)

El pasado 23 de abril se celebró el Día de Castilla y León. Conmemora una derrota militar, que, a la postre, lo fue también política. Fue un día lánguido, como lleva siéndolo desde hace años. Bastantes, demasiados... Atrás quedaron esos años de la Transición, con movilizaciones, a veces multitudinarias, reivindicando la autonomía para un territorio que había quedado más bien subsumido desde siglos atrás en la entidad española. Fueron los años en que el Instituto Regional Castellano-Leonés pujó duro por darle personalidad, a la vez que algunos grupos políticos, sobre todo de la izquierda y, mayor medida, de la radical, fueron apoyando esa reivindicación. Los años de manifestaciones en las capitales castellanas y en el propio Villalar, de actos políticos y culturales, de manifiestos, de artículos en la prensa, de libros..

Y de canciones. Recuerdo las de grupos como La Fanega o Nuevo Mester de Juglaría, y el disco que este último editó en 1976 con el título Los Comuneros, basado en un poema de Luis López Álvarez, cuya "Canción de la esperanza" empezaba así:

1521,
y en abril para más señas,
en Villalar ajustician
a quienes justicia pidieran.
¡Malditos sean aquellos
que firmaron la sentencia!
¡Malditos todos aquellos
los que ajusticiar quisieran
al que luchó por el pueblo
y perdió tan justa guerra!
Desde entonces ya Castilla
no se ha vuelto a levantar
¡ay, ay!
no se ha vuelto a levantar. 

En el pueblo de Villalar, cercano a Valladolid, se enfrentaron en el año 1521 los seguidores del movimiento comunero y las tropas del recién erigido como emperador Carlos I. Heredero de las coronas de Castilla y Aragón desde 1516, mientras entre 1506 y 1520 lo fue siendo de otros estados europeos (Países Bajos, Nápoles, Austria, Imperio Germánico...), su llegada a la Península en 1517 no fue un camino de rosas. Sin entrar en detalles, el proyecto político que traía, confeccionado por su asesores flamencos y borgoñones, y trazado con anterioridad por su abuelos Fernando e Isabel, no encajaba con lo que eran las realidades aragonesas y castellana. La primera, con unas instituciones de carácter confederal, y la segunda, aún teniéndolas ya centralizadas, celosa por mantener su personalidad.

Recuerdo cuando desde el PTE/PTC-L, una vez aprobada la Constitución de 1978, pedíamos para Castilla-León la opción del artículo 151, como sí hizo Andalucía, lo que hubiera supuesto un camino más rápido y seguro hacia la autonomía. Pero no fue así, ante una derecha hegemónica (por entonces, con una UCD mayoritaria), un PSOE timorato y un PCE que no encontraba la forma de identificarse con la diversidad político-territorial más allá de Catalunya, Euskadi y Galiza. En 1983 fue cuando Castilla y León (sin el guion en medio) asumió el rango de comunidad autónoma, pero bajo el artículo 143, que supuso un proceso de descentralización más lento. Los primeros años, al igual que en el ámbito central, con un gobierno del PSOE. 

Y al margen de su gestión pronto pudo verse la vocación depredadora de la entonces AP cuando se lanzó a la yugular de Demetrio Madrid, el presidente de la Junta, hasta acabar con su cabeza. Fue cuando aparecieron los José María Aznar, presidente desde 1987, y su guardián Miguel Ángel Rodríguez. Demetrio Madrid finalmente fue exonerado judicialmente, pero su daño fue irreparable. Y, claro está, la maquinaria  "reconquistadora" de la derecha, con AP transfigurada en PP y Aznar en su nuevo mesías, fue creciendo sin cesar hasta nuestros días. 

He estado releyendo estos días algunos escritos de otro tiempo y entre ellos, el libro Iniciación a la historia de Castilla-León (Madrid, Nuestra Cultura, 1982), con autoría de Julio Valdeón Baruque, Ángel García Sanz y Jesús Sanz Fernández. Transcribo, de la página 37, un pasaje del capítulo elaborado por el primero:

"A partir de Villalar, Castilla se identifica cada vez más con el conjunto de los reinos hispánicos. El estado central feudalizado de los Austrias toma a Castilla como soporte. Desde ese momento tiene sentido la acusación que se hace desde la periferia contra Castilla. Pero eso sí, si por Castilla entendemos el pueblo castellano (los campesinos, los menestrales y artesanos, el 'común' en definitiva), tendríamos que responder que él poco tendría que ver en la construcción de aquel estado. En realidad el pueblo menudo lo único que hizo a raíz de Villalar fue pagar tributos elevadísimos, dar su sangre en las costosísimas campañas imperiales de Flandes o emigrar a América como única vía posible para huir de la miseria. En realidad lo mejor de Castilla había sido raptado por sus dirigentes".  

Un rapto que continúa en nuestros días.

jueves, 25 de abril de 2024

Defender a Pedro Sánchez y al gobierno de coalición es un ejercicio democrático


Puede que nos encontremos en el momento más peligroso desde la Transición. El amago de dimisión de Pedro Sánchez no es una cosa baladí. El acoso que está sufriendo desde la derecha en todas sus ramas y versiones, esta vez con su esposa como excusa, es lo que ha provocado el anuncio que hizo ayer. No es el único cargo político que ha sufrido los embates de la derechona. Basta recordar lo ocurrido con Antonio Rodrigo Torrijos, Pablo Iglesias, Alberto Rodríguez, Xavier Trias, Mónica Oltra, Victoria Rosell, Ada Colau... Lo de la "policía patriótica" y sus ramificaciones en la judicatura en el caso de Cataluña. O lo de hace cuatro décadas con su propio compañero Demetrio Madrid. Las derechas política, mediática y judicial, uniendo sus maquinarias. Las noticias falsas y los bulos, la guerra judicial... El golpismo de nuestro siglo no necesita del brazo armado que utilizó en 1936. Apoyar a Pedro Sánchez y al gobierno de coalición es un ejercicio democrático. Lo avala la legitimidad de los apoyos parlamentarios, que son mayoría. Haya o no contradicciones. Lo otro es dejar el país en manos de quienes salieron victoriosos con las armas en 1939, que nos llevaron a cuarenta años de sangre y angustia. 

Portugal...


 

miércoles, 24 de abril de 2024

Presentación en Zahara de los Atunes del libro Hija del exilio. El cuaderno rojo de Annie


Ayer se presentó en la Biblioteca municipal de Zahara de los Atunes el libro Hija del exilio. El cuaderno rojo de Annie (Caligrama Ediciones), obra de Annie Galy, cuyo nombre completo es, en realidad, Annie González de Haro. Ausente en el acto, dada su residencia en Francia y su avanzada edad, la presentación corrió a cargo de  María José Montero Corominas, que a lo largo de casi una hora nos deleitó con la narración de 
algunas de las vivencias de 15 miembros de la familia de Annie que estuvieron entre las decenas de miles de personas que formaron parte de "la Desbandá" malagueña. Y para ilustrarlo, principalmente las fotografías de esos momentos, como las de Norman Bethune, Gerda Taro, Hazen Sise...   

El libro se gestó a partir de 2006, como una búsqueda personal por conocer mejor el pasado de la familia. Y Annie lo hizo a través de los testimonios directos de familiares, que fue recogiendo en su "cuaderno rojo", y sin que haya faltado la indagación en archivos y hemerotecas de España y Francia. Fue así como fue averiguando cosas desconocidas de su familia, que se vio obligada a huir de la capital malagueña, camino de Almería, por la conocida "carretera de la muerte" en abril de 1937. Uno de los episodios más espeluznante de la Guerra Española, con la población civil como objetivo militar de las tropas sublevadas y sus aliados fascistas de Italia y Alemania, que bombardearon impenitentemente por mar y aire a mujeres, niños y niñas, y personas mayores. 

Después de dos años, en su mayor parte pasados como refugiados en el municipio barcelonés de Cerdanyola del Vallès, en febrero de 1939 su madre, sus hermanas y algún familiar más hubieron de pasar la frontera hacia Francia, recalando finalmente en el pueblo de Cazères, situado al sur de Toulouse. Su padre, enrolado en un batallón que tenía al mando al dirigente anarquista Ricardo Sanz, también lo había hecho en el mes de enero, pero en su caso fue internado en el campo de "alojamiento" de Vernet, donde sufrió una situación penosa. Después de distintas vicisitudes, la familia logró reagruparse en 1940 en Cazères y un año después  nació Annie. 

La lectura del libro resulta entre interesante e impresionante, siendo un testimonio más del padecimiento sufrido por tantas personas durante la Guerra Española, víctimas del fascismo. Escuchar el relato sobre las personas que tuvieron que huir de Málaga nos trajo al presente y concretamente a lo que está ocurriendo en Gaza. Con esas palabras fue como concluyó María José Montero Corominas su disertación, dando lugar después a un animado coloquio.



martes, 23 de abril de 2024

domingo, 21 de abril de 2024

El Zapal de Barbate en los escritos y la fotografía

Vista general de Barbate en los años sesenta; 
en la parte inferior de la derecha, junto a la playa, el Zapal

Este año se cumple el 50 aniversario de la demolición de la barriada del Zapal. Fue concretamente el 22 de noviembre cuando las autoridades locales y provinciales llevaron a cabo el acto simbólico que ponía fin a varias décadas de existencia de un espacio habitado por varios miles de personas, donde la infravivienda y la miseria pastaban a sus anchas. Sobre el origen del nombre hay cierta controversia. En la acepción más extendida se considera que es una derivación, ceceo mediante, de sapal, es decir, un humedal habitado por sapos (1). Antonio Aragón Fernández, por su parte, defiende que provendría del poniente onubense, que, a su vez, lo habría tomado de los lugareños de sur de Portugal, referido en este caso a un lugar de marisma (2). En todo caso, no debemos olvidar la estrecha relación que hubo desde décadas entre los marineros de ambos territorios y Barbate. A ésta recalaban para trabajar, principalmente entre finales de invierno y principios de veranoen las almadrabas de la localidad y de Zahara de los Atunes, si bien con el tiempo algunos acababan instalándose definitivamente en la costa gaditana

A lo largo del siglo XX, hasta 1970, Barbate fue una localidad de inmigración (3), lo que se tradujo en un espectacular crecimiento demográfico: 3.500 habitantes, en 1923; 6.000, en 1930; 10.700, en 1940; 13.900, en 1950; y 20.300, en 1970  (4)El auge de la pesca, así como la manufacturación y comercialización de sus productos (frescos, en conserva o en salazón), fue atrayendo de una manera creciente población de diferentes localidades. En mayor medida, de las vecinas, como Vejer de la Frontera, Conil de la Frontera o Medina Sidonia; pero también de otras provincias andaluzas, como Huelva, Almería y Málaga; de  la costa levantina (en este caso,  como empresarios o técnicos de almadraba); e incluso, como ya he referido, de Portugal.

Y es en este contexto en el que van surgiendo asentamientos humanos construidos con urgencia y al margen de las mínimas condiciones de habitabilidad. Aragón Fernández (5) distingue un "Zapal chico", construido en la ribera del río, y el que desde los años veinte se fue desarrollando cercano a la playa a lo la largo de una pequeña pendiente que concluía donde el agua de las lluvias se estancaba y, a veces, con la marea alta afloraba del mar. Su crecimiento corrió paralelo al poblacional, dando lugar a un entramado laberíntico de callejones. Llegó a ocupar una superficie de 4 hectáreas y se ha estimado que llegó a "albergar 3.265 personas, repartidas entre 730 familias instaladas en 678 chabolas" (6). Un número que en los años cuarenta supuso la tercera parte de la población total del municipio. 

Siendo el chabolismo un fenómeno similar al de tantas otras ciudades y en diferentes momentos, sobre todo del siglo XX, lo ocurrido en el Zapal adquirió, si se quiere, una dimensión bastante extrema, a lo que hay que añadir su duración. Pese a las tres décadas de bonanza económica conocidas tras la constitución de Barbate como un municipio independiente en 1938, teniendo en cuenta el papel estratégico que jugó en la provisión de proteínas en un contexto de dificultades, las autoridades locales y no locales hubieron de esperar al año 1974 para que se procediera al derribo y desmantelamiento de las infraviviendas que conformaban la barriada.  

Y un apunte más: después del medio siglo transcurrido, las autoridades locales que les han ido sucediendo han sido incapaces de urbanizar el extenso solar que, situado en el centro de la localidad, permanece como un testigo mudo de lo que tristemente fue. Las mismas autoridades que tampoco han sido capaces de enderezar el rumbo de un municipio que vivió durante décadas volcado en los recursos del mar hasta 1970, cuando se inició el declive de la actividad pesquera.  

La dramática singularidad del Zapal se ha ido reflejando a lo largo del tiempo bien en forma de escritos o bien a través de la fotografía. Y esto es precisamente lo que se pretende en esta entrada, para lo que he seleccionado fragmentos de 13 obras escritas, de distinta naturaleza, que han ido apareciendo desde hace un siglo. Es lo que han dejado patente literatos de la fama de Alfonso Grosso, en su novela Testa de copo y en el libro de viajes A poniente desde el Estrecho (7), y Juan Marsé, autor de Viaje al sur. Sin olvidarme del polifacético barbateño Francisco Malia Sánchez (autor de relatos, poeta, historiador, dibujante...), con su cuento "La araucaria" o el poema "El Zapal". De los medios periodísticos están José Miranda de Sardi, con su crónica del incendio que sufrió la barriada en agosto de 1925 (8), y José Utrera, con la semblanza que dedicó en 1959 desde el exilio al malogrado Juan Caro Marín, víctima con su hermano Manuel de un pistolero falangista una semana antes del golpe militar de julio de 1936. De Fernando Albi se ha recogido un testimonio de interés desde el documento jurídico que sirvió de base argumental para la independencia de Barbate en 1938. José Gilabert Ramos, Lola Orcha Silva o Manuel Varo, por su parte, rememoran retazos del pasado, publicados en el año 2013 en el libro Soltando amarras, conmemorativo del 75 aniversario de la independencia de Barbate. En este libro aparece también un breve guion cinematográfico escrito por Francisco Aragón Correro y que reproduzco en su totalidad, si bien he optado por hacerlo desde el original (9). Y finalmente no falta la aportación desde una óptica histórica, en este caso a cargo de Antonio Aragón Fernández

Los textos están ilustrados por los trabajos de fotógrafos como José Reymundo González o Albert Ripoll Guspi. El primero, autor de una extensa obra, ha aportado las imágenes más conocidas del Zapal y sus gentes, algunas de las cuales fueron utilizadas en el Expediente de Segregación redactado por Fernando Albi. Y el segundo, que acabó siendo un afamado fotógrafo catalán, fue el joven que, con tan sólo 19 años, acompañó a Juan Marsé en su viaje por varias provincias del sur en el otoño de 1962, captando imágenes que, pese a todo, no dejan de ser inigualables. Otras fotografías, de autoría desconocida, han sido publicadas en los libros de Fernando Rivera Román y Juan Manuel Daza Bernal.  

Y para terminar, muestro una pintura del artista Luis Valverde Luna. Se trata del tríptico donde reflejó, a principios de los años noventa, una panorámica desde lo que había sido el Zapal, con las viviendas colindantes ascendiendo por la colina donde se fueron sucediendo, desde siglos atrás, los primeros asentamientos de Barbate. Toda un mirada ajena a la nostalgia, pero deseosa de un futuro merecido aún por llegar.    


José Miranda de Sardi: crónica de un incendio (1925)

(...) yo he visto a esos hombres, templados al rigor de las tempestades, curtidos por el yodo del mar, tostados por el sol “inmisericorde”, llorar como niños al mirar sus modestos hogares de pajas, envueltos en la fulgente cabellera del incendio. Sus dantescas figuras, agrandadas inconmesurablemente por el terrible fenómeno óptico, danzaban como sombras macabras de un aquelarre medieval, alrededor de las llamas flexibles y ondulantes que hacían pasto de las chozas humildes, cebándose en los míseros ajuares.

Fotografía de José Reymundo González


Fernando Albi: Expediente de Segregación de las aldeas de Barbate y Zahara de los Atunes (1938)

(...) y esto que es general en toda la población, sube de punto en el barrio denominado del Zapal, verdadero aduar marroquí, que contiene una tercera parte de los habitantes de Barbate, apiñados en chozas ediondas [sic], en verdaderas zahurdas, construídas con los materiales más inverosímiles, con pedazos de madera procedentes de envases de pescado, forradas con trozos de lata, dispersas sin orden ni concierto, sin guardar alineación alguna ni ofrecer tan solo aspecto de calle; y en esas covachas, no mayores que una pocilga cualquiera de dimensiones normales, se hacinan sus tristes habitantes, sin distinción de sexos ni de edades, en asquerosa promiscuidad con sus cerdos, con sus asnos, y con los numerosos parásitos que les invaden, llevando en el rostro las taras de la degeneración, las costras y pústulas de las afecciones de la piel, y en sus cuerpos la más espantosa suciedad, consecuencia todo ello de un régimen de vida verdaderamente cruel e inhumano.

Fotografía de José Reymundo González


José Utrera: "Estampas de mi memoria" (1959)

Frente a las costas africanas, a la izquierda del cabo de Trafalgar, al pie de una hermosa playa se encuentra el pequeño puerto de pesca de Barvate [sic]. Y justamente allí es donde quiero, amigo lector, conducir tu pensamiento y explicarte lo ocurrido. Y hablarte de la industria de este pequeño pueblecito, de sus trabajadores, de su vida y su lucha por el sustento de cada día, pese a la apatía de este mundo sordo a los gritos de un pueblo encadenado a la más espantosa miseria.
En el 'Zapá', el más popular de sus barrios, vive la mayoría de los trabajadores de este puerto. En verdaderas pocilgas; en barracas de madera y latas, con la techumbre de paja. Para las que se precisaría la pluma maestra de Blasco Ibáñez, para describir su trágica silueta.
Su población es de lo más heterogénea, se compone de trabajadores gallegos, asturianos, valencianos, alicantinos y catalanes. Todos ellos arrojados de sus pueblos natales en busca de pan para los suyos, llegaron durante el transcurso de los años 29, 30 y 31.

Fotografía de José Reymundo González


Juan Marsé: Viaje al sur (1962) 

Todo es informe, callejones de medio metro de ancho, manadas de niños semidesnudos, fogones con brasas ardiendo frente a las puertas, niñas preparando la cena; de los agujeros tapados con redes de pescar salen viejas, mujeres, una muchacha con los brazos en alto sujetándose el pelo, y hay hombres, ayudados por toda la familia, aplanando a golpe de martillo las chapas y clavándolas luego en su barraca, hay viejas como muertas sentadas en los bordes del lecho sin hacer, en interiores sombríos y malolientes. Mirar esos interiores significa ver solamente la cama, alguna silla, un aparato de radio, ropa amontonada, y esa vieja inmóvil que peina sus amarillentos cabellos durante horas y horas, sentada en el borde del lecho, como si esperara la muerte.
(...) Como hemos podido comprobar: por esos inmundos callejones avanzan orgullosas, sonrientes y santificadas las nobles damas católicas, las espigadas señoritas de la beneficencia parroquial, avanzan iluminadas entre chiquillos cubiertos de moscas y de costras, entre jóvenes madres que diariamente luchan contra la suciedad y diariamente sucumben, entre viejos pescadores que deambulan como sombras y parecen orientarse buscando la mar. Para estas nobles damas, los niños son siempre los  menos esquivos, y ellas acarician los rubios cabellos del más guapo y besan al más feo y al más chiquitín, y le dan a la muchacha que repentinamente se ha hecho mujer -¡Jesús, cómo has crecido!- un jersey usado, pero todavía nuevo, para que cubra mejor esos pechos que empiezan a ser para las dignas donantes motivo de santa preocupación moral, de soterrado escándalo y seguramente de cierta íntima y secreta nostalgia.

Fotografía de Albert Ripoll Guspi


Alfonso Grosso: A poniente desde el Estrecho (entre dos banderas) 
(1962)

-Mañana habrá levantada. Hay que despertarse muy temprano: a las cuatro.
-No importa.
-Lo que tiene que hacer ahora es buscar alojamiento. En el pueblo hay tres fondas. Puede ir a El Gallo, que está cerca del Ayuntamiento.
El viajero se despide de los cuatro hombres con un apretón de manos, sale del chamizo y toma la carretera. Las barracas de unos feriantes se alinean a la izquierda, muy próximas a la Ayudantía de Marina. La luna queda colgada sobre las chabolas de El Zapal, el barrio de pescadores con sus tres mil y pico vecinos y su enorme tristeza.
El aire tiene un olor insoportable de excremento humano y de pescado en descomposición.
33º - 7,7' N.
5º - 563 W.
La marea gana la playa, centímetro a centímetro. La serpentina luminosa del lomo de las olas estalla en miles de puntos fosforescentes sobre el plano inclinado de la orilla. En las estrechas callejuelas de El Zapal se van apagando las luces de carburo y acetileno. Suenan en el reloj de la iglesia las campanadas de las cuatro. 

Fotografía de Albert Ripoll Guspi


Alfonso Grosso: Testa de copo (1963) 

Y aquellas casas-habitaciones -chozas de ladrillos, adobe, yeso, recortes de bidones y sacos- sin que pudiera justificarlas, al igual que las otras a centenares, desparramadas a lo largo de la arena de la playa entre el balneario y el puerto, tenían aquella punzada constante de dolor purificador.
Dentro del corazón de aquellos hombres, aquellas mujeres, aquellos niños y aquellos viejos -tantas veces engañados y que continuarían siéndolo a lo largo de los tiempos, alucinados por el espejuelo de las promesas de bienes materiales, como si unos y otros, o ambos a la vez, pudieran ser nunca alcanzados del todo, mientras las células nerviosas de la estructura cerebral siguieran supeditadas al terror, sin habérsele permitido la evolución para encontrar algún día la dicha, o, al menos, la esperanza de ella- existía, sin embargo, la ternura y la comprensión llevada hasta los últimos límites de la naturaleza humana, alcanzada por el dolor de una catarsis regresiva de  instintos primigenios de sociedad elemental

Fotografía de José Reymundo González


Francisco Malia Sánchez: "La araucaria" (1999)

-Os voy a contar una anécdota a propósito de esto que dices. Cuando el Zapal era el Zapal y Barbate era Barbate, los chaveas nos subíamos por el tronco de esta araucaria para tener una visión más amplia de la llegada de los barcos. Éramos expertos serviolas sin haber cursado ningún curso en la Marina. Distinguíamos con exactitud cada barco que entraba por su perfil, la ubicación del puente, la distancia y la disposición del velamen. Pero a mi madre, tu bisabuela, maldita la gracia que le hacía vernos encaramados en lo alto de la araucaria. Un día estrenaba zapatos nuevos, circunstancia que aproveché par subirme a ver la llegada de los barcos que por aquel entonces varaban en la misma playa. La bisabuela me pilló justo cuando estaba en todo lo alto y con unas alpargatas en la mano me rogó que me bajara. Yo lo hice con prontitud y desesperación con tan mala suerte que se me enganchó uno de los  zapatos en una rama. Mi madre me dio una soba de muy señor mío y, además, no permitió que me subiera de nuevo a rescatar el zapato recién estrenado.
-Así aprenderás a hacerle caso a tu madre —me dijo.
La conversación siguió por otros derroteros hasta que la noche empezó a caer suavemente sobre los hombros del mundo.
Acompañé a Juan hasta su casa y de regreso contemplé una hermosa luna llena de color limón filtrarse entre las ramas de la araucaria.

Fotografía del autor


Francisco Aragón Correro: "Cuento del Zapal" (2013)

Exterior. Calle de Barbate -1963-. Día.
Ramona deposita un enorme cajón de madera en la puerta de su casa. Kisko, sentado en el suelo, escucha a su madre:
-Con estos tablones taparemos los boquetes del techo de la cocina. Tú vigila, que voy por el martillo.
Ramona entra en la casa. Kisko se queda solo frente al cajón. Su vecina María, sentada a la puerta de su casa, mira y lo sonríe. Una mujer toda vestida de negro se para junto al cajón, se lo echa a cuesta y desaparece por Llano Amarillo, camino del Zapal. Kisko mira a María. María mira a Kisko. Ya no sonríe. Sale Ramona con el martillo en la mano.
-¿Y el cajón? -pregunta Ramona.
-Una zapaleña se lo ha llevado -le responde María.
Exterior. Calle del Zapal -1963-. Día.
Ramona recorre las laberínticas callejuelas del Zapal. Aprieta con fuerza el martillo y los dientes. Kisko la sigue. En su camino se encuentra perros que les ladran, niños jugando a los trompos y mujeres en sus quehaceres domésticos. Llega a un claro donde la zapaleña trocea el cajón con otro martillo, echando la leña a un brasero.
-¡Deja ese cajón! -grita Ramona.
Amabas se amenazan con los martillos y se gritan sin llegar a los golpes. Mueven los brazos sin tocarse. Alrededor comienzan a concentrarse niños y mujeres que miran cómo las dos se disputan el cajón a gritos.
-Me has robao el cajón y necesito los tablones pa mi tejado.
-Y yo necesito esos tablones pa calentar a mis hijos.
-Ya tiene suficiente pa tu brasero. Me voy a llevar lo que queda del cajón y lo voy a hacer, aunque tenga que machacarte la cabeza o tú me la machaque a mí.
Llega un municipal pidiendo explicación de tanto jaleo.
-¿Qué pasa aquí? 
Las mujeres bajan sus martillos y, sin mirar al municipal, contestan a dúo:
-Aquí no pasa nada.
-Pues si no pasa nada, aire, cada una a su casa.
Ramona recoge lo que queda del cajón y se va seguida de Kisko, llevándose los restos del conflicto. Kisko se da cuenta que no se han cruzado con ningún hombre en todo el recorrido de ida y vuelta al Zapal, excepto el municipal. 
-Mamá, ¿dónde están los hombres? -pregunta Kisko.
-En los bares y mejor así, porque si hubiera habido hombres esto acaba en tragedia.

Fotografía de José Reymundo González


José Gilabert Ramos: "Caseta en el Zapal" (2013)

Todo está aquí, en nuestra memoria, como en esta fotografía: las casetas , los callejones polvorientos, los sombrajos, las cortinas de red, las sillas de anea. Pero sobre todo están, enorme carga de humanidad, los habitantes del Zapal. Un pueblo dentro de otro pueblo, un Barbate segregado de Barbate, un espacio singular entre la calle Zapal, la Higüela, la carretera del puerto y la arena de la playa. Ser del Zapal, en aquel Barbate de posguerra, era estar entre los últimos de la escala social de un pueblo que soñaba con el progreso. Ser zapaleño era un sambenito, casi un insulto. El 'Joyo del Zapal' era percibido poco menos que como el infierno de Dante por las personas decentes de aquel Barbate que soñaba con un chalet en el barrio de los patrones.

Fotografía de José Reymundo González 


Lola Orcha Soler: "Mi vida junto al Zapal" (2013)

Para los que vivíamos más arriba de la cuesta, el Zapal era terreno prohibido, no podíamos bajar a jugar a la esquina de abajo, donde justo detrás se levantaban las primeras chabolas. Allí veíamos a los niños 'zapaleños', que era como decir de otra raza, jugando la mar de contentos, vestidos con minúsculos pantaloncitos cortos y nada más en verano, y cubiertos con pequeñas chaquetas de lana que tejían sus madres o hermanas en los cortos inviernos. Eso sí, la mayoría siempre iban descalzos, y jugaban con el agua que manaba de unos grifos que estaban al principio del poblado, o a la pelota en los enfangados callejones del lugar, vigilados de lejos y detrás de las redes de pesca que conformaban las puertas por madres y abuelas que siempre parecían vestidas de negro luto, eternas viudas del Zapal.

Fotografía de José Reymundo González 


Manuel Varo: "El Zapal" (2018)
(Anclado en e Paraíso. [2018]; p. 241-242).

Desde "la Picota" a "la Escalerilla" se precipitaban huertas y deprimentes cercados en estado de abandono, formando unas barreras infranqueables que impedían a sus habitantes ver el norte. Todas las calles hasta llegar a "la Motilla" eran prominentes y sinuosas cuestas descendiendo a lo que parecía el reino de la miseria. Un estrecho paso, como un rio de arena blanca discurría por el fondo del desfiladero entre cuestas y vallados de tuinas, parecía la frontera de aquel desordenado y maltrecho campamento de madera, cartón y hojalata, expuesto al sol como un laberinto gigante de sinuosos callejones, sobre el que volaba la paciencia y se escondía un purgatorio de impotencia para las personas que allí malvivían.
Exceptuando las mujeres que visitaban la capilla de la Virgen de Fátima, diteros, vendedores y personas que por su trabajo u oficio a diario lo visitaban, no todas las personas del pueblo se aventuraban a adentrarse en "el Zapal".
(...)
De noche sólo se apreciaban las pobres luces de los "quinqueles" o mariposas que tímidamente sobresalía por rendijas y boquetes de las casetas, abriéndose paso en la humilde oscuridad que le rodeaba. En algunas zonas un palo negro provisto de armazón de hierro del que pendía una bombilla reclamaba su espacio de claridad, como queriendo demostrar a la noche que había salido ilesa a las piedras de los niños".

Fotografía de José Reymundo González


Francisco Malia Sánchez: "El Zapal" (2023)

Laberinto de miseria es lo que es, 
caserones de madera y hojalata, 
confusión que aturrulla y arrebata, 
que el 'Zapal' es 'la paz' al revés.

Y al derecho, más vueltas no le des.
Si entras, arderás en la fogata,  
eterna se te hará la caminata 
y no saldrás del Zapal en un mes.

Que 'Zapal' al revés es 'la paz' 
interior del anciano y del rapaz, 
del hombre maduro y la mujer.

La alegría permanece sin disfraz 
en aquel mundo agreste y montaraz 
donde se prefiere el ser al tener.

Fotografía de Albert Ripoll Guspi


Antonio Aragón Fernández: "El Zapal: 50 aniversario de su desaparición (1974-2024)" (2024)

A  pesar de toda la imagen de miseria que descubren las imágenes en blanco y negro, de niños siempre descalzos, medio desnudos y muchas veces llenos de piojos; a pesar de las nubes de moscas, de la desnutrición y del analfabetismo, a pesar de la ausencia de cualquier comodidad en aquellos antros, podemos leer, en esas viejas y no tan viejas fotos, directamente en los ojos de sus ocupantes, una dignidad y una entereza admirables. El orgullo y la casta de una gente que se sabe injustamente destinada a padecer un aciago destino. Ignorados por la agenda oficial, después de todo ya se había encargado la represión de inutilizarlos como preocupación para la buena sociedad, languidecía la vida en el barrio, tranquilas las conciencias porque el adjetivo 'zapaleño' designaba antes a un pobre, que a un delincuente.

Fotografía publicada en Rivera y Daza (2013).



Notas

(1) Atatué (1999, p. 115).
(2) Aragón Fernández (sin fecha).
(3) Florido del Corral (2002, 176-177).
(4) Montero Barrado (2022).
(5) Aragón Fernández (sin fecha).
(6) Aragón Fernández (2024).
(7) Esta obra se publicó por primera vez en 1990, si bien data de 1962; según Lucía Montejo (2004, p. 112) la autoría la compartió con Manuel Barrios; como se indica en la contraportada del libro, su título original fue Entre dos banderas y no pudo publicarse por haber sido "rechazado por la censura".
(8) No he podido acceder al ejemplar de El Heraldo de Barbate donde se publicó esa crónica; un fragmento de la misma aparece en el trabajo de Malia Sánchez y Aragón Fernández (1988, p. 128).
(9) Existen algunas variaciones del texto original sobre lo publicado en el libro Soltando amarras; ignoro las razones por lo que se hizo así, pero finalmente, por sugerencia del  autor, he preferido el texto de la primera versión. 


Publicaciones de referencia

Fernando Albi (1938). Expediente de Segregación de las aldeas de Barbate y Zahara de los AtunesBarbate, Imprenta Baro; p. 11.
Francisco Aragón Correro (2013). "Cuento del Zapal", en en Rivera, Malia y Daza, Soltando amarras. Barbate, El Tío de los Aullíos; pp. 134-135.
Antonio Aragón Fernández (sin fecha). "El Zapal: un barrio de chabolas en Barbate", en Estampas del Barbate Viejo (https://www.estampasdelbarbateviejo.es/137684712.html).
Antonio Aragón Fernández (2024). "El Zapal: 50 aniversario de su desaparición (1974-2024)", en Viva Barbate, 27 de marzo (https://vivabarbate.es/barbate-cultura/1613654/el-zapal-50-aniversario-de-su-desaparicion-1974-2024/).
Atatué, Grupo de Trabajo (1999). El habla de Barbate y sus zonas. Cádiz. 
David Florido del Corral (2002). Un siglo de política e instituciones pesqueras en Andalucía. Sevilla, Junta de Andalucía/Consejería de Agricultura y Pesca.
José Gilabert Ramos (2013). "Caseta en el Zapal", en Rivera, Malia y Daza, Soltando amarras. Barbate, El Tío de los Aullíos; p. 146.
Alfonso Grosso (1971). Testa de copo. Barcelona, Seix Barral; pp. 40-41.
Alfonso Grosso (1990). A poniente desde el Estrecho (entre dos banderas). Sevilla, Rodríguez Castillejo Editor; pp. 49-50.
Francisco Malia Sánchez (1999). "La araucaria", en Barbate ha sido invadido por la pimienta y otros relatos. Málaga, Klan Destino Ediciones, 2004; pp. 41-42.
Francisco Malia Sánchez (2023). "El Zapal", en Azul y verde. Cádiz; p. 37.
Francisco Malia Sánchez y Antonio Aragón Fernández (1988). "José Miranda de Sardi, periodista y poeta: su papel en la independencia de Barbate", en Autoría Colectica, Cuadernos de estudios de Barbate y su comarca. I. San Fernando, Asociación Cultural Círculo Amigos de Barbate.
Juan Marsé (2020). Viaje al sur, con fotografías de Albert Ripoll Guspi. Barcelona, Lumen; pp. 206-207.
Lucía Montejo Gurruchaga (2004). "Alfonso Grosso y la literatura de viajes de los años sesenta: dos miradas a las tierras andaluzas", en revista Philologia Hispalensis, n. 18. Madrid, UNED (https://institucional.us.es/revistas/philologia/18_1/art_8.pdf).
Jesús María Montero Barrado (2022). "Barbate, entre el horizonte y la realidad de la Segregación (1930-1948)", en el blog Entre el mar y la meseta, 26 de marzo (https://marymeseta.blogspot.com/2022/03/).
Lola Orcha Soler (2013). "Mi vida junto al Zapal", en Rivera, Malia y Daza, Soltando amarras. Barbate, El Tío de los Aullíos; p. 124.
Fernando Rivera Román y Juan Manuel Daza Bernal (2004). Barbate. Imágenes de ayer. Málaga.
Fernando Rivera Román, Francisco Malia Sánchez y Juan Manuel Daza Bernal (2013). Soltando amarras. Barbate, El Tío de los Aullíos.
José Utrera (1959). "Estampas de mi memoria", en revista Nervio, portavoz de la Regional Andalucía-Extremadura de la CNT-AIT; n. 10, abril. París; p. 2.
Manuel Varo [2018]. "El Zapal", en Anclado en e Paraíso; pp. 241-242.


Pintura de Luis Valverde Luna

jueves, 18 de abril de 2024

El mural dedicado a la antigua Imprenta Sur malagueña

 

Paseaba el domingo pasado por las calles de Málaga y en la plaza Pepe Mena me topé con el mural dedicado a lo que, casi un siglo atrás, fue la antigua Imprenta Sur. Propiedad de la familia de Emilio Prados, éste y el también malagueño Manuel Altolaguirre dirigieron hasta 1929 la revista Litoral, tan vinculada a la Generación del 27, y desde ella se imprimieron también algunas de las obras de los componentes del afamado grupo poético. Aunque no fue ese lugar su emplazamiento real, el muro forma parte de la antigua Casa Cuna o de Expósitos, donde se encuentra actualmente el Centro Cultural Generación del 27, que acoge una exposición permanente de las instalaciones de la antigua imprenta. En el mural, coronado por las colores de las hojas y las flores de un jardín vertical, pueden verse las figuras de Emilio Prados, a la izquierda, y Manuel Altolaguirre, a la derecha, mientras que en la parte central se reproduce un texto escrito por el segundo de los poetas: 

Nuestra imprenta tenía forma de barco, con sus barandas, salvavidas, faroles, vigas de azul y blanco, cartas marinas, cajas de galletas y vino para los naufragios. Era una imprenta llena de aprendices, uno manco, aprendices como grumetes, que llenaban de alegría el pequeño taller, que tenía flores, cuadros de Picasso, música de don Manuel Falla, libros de Juan Ramón Jiménez en los estantes.
Imprenta alegre como circo y peligrosa para mi cuando Emilio Prados, tirador seguro, dibujaba mi silueta en la pared con unos punzones.
Entre otras cosas, teníamos en un rincón una escafandra de buzo y en la vitrina una mano de madera articulada, de las que sirven para agrandar los guantes. Son recuerdos prosaicos. Pero la imprenta era un verdadero rincón de poesía.

lunes, 15 de abril de 2024

Un poema en el Día Internacional del Arte


El capitel y la guitarra

Os miro desde la distancia del tiempo,
pero no soy capaz de encontrar el momento.
¡Han pasado tantos años desde que os retraté!
Contemplo vuestras formas,
los colores que os cubren,
la luz que llena el espacio donde estáis.
Sí, sois el arte, la belleza...
¿y también un deseo de felicidad?
Indago en la memoria,
me retuerzo en los recuerdos,
pero ahí me quedo.
El motivo se desvanece.
¿Acaso todo fue una ilusión? 

sábado, 13 de abril de 2024

Conmemorando la República a través de 19 poetas republicanas


El 12 de abril de 1931  se celebraron unas elecciones municipales que dieron el triunfo en las capitales de provincia y las principales ciudades de país a las candidaturas de lo que se denominó como conjunción republicano-socialista frente as las monárquicas. Éstas habían ganado en los municipios agrarios y, sobre todo, donde predominaba el latifundio, donde el caciquismo campaba a sus anchas. Fracasaba, de esa manera, el intento por legitimarse planeado por las élites de lo que había sido el régimen dictatorial iniciado en 1923. A partir de ese día surgió una ola de alegría y esperanza a lo largo y ancho del país que desembocó dos días después, el 14,  en la proclamación de la República en numerosos municipios, siendo Éibar el primero en hacerlo.

Las mujeres empezaron a cobrar un protagonismo desconocido hasta entonces, abriendo una senda que supuso el reconocimiento desde una óptica feminista, de nuevos derechos civiles. Afloraron mujeres talentosas en el campo cultural (la literatura, el periodismo, la enseñanza, el ensayo, la música, el arte, la interpretación teatral…) y atrevidas en aspectos como el feminismo, las relaciones libres, la orientación sexual…. Ya en los años anteriores bastantes de ellas formaron parte de círculos en los que las perspectivas progresista y feminista iban de la mano, iniciando la disputa por el espacio público. Fue el caso de las conocidas como "Sinsombrero", algunas de las cuales están presentes en la selección de poemas que se propone: Dolores Arana, Luisa Carnés, Rosa Chacel, Ernestina Champourcín, Marga Gil Roësset, María Teresa León, Concha Méndez, Josefina de la Torre O María Zambrano. Concha Méndez y Ernestina Champourcín formaron parte de la Generación del 27, pero han permanecido ocultas entre los varones.

En su mayoría provenían de familias de clase alta o ligadas al mundo de la cultura, teniendo en común un exquisita y polifacética formación, que incluía, además de los estudios universitarios o los idiomas, lo artístico. Clemencia Miró y Josefina de la Torre, en el mundo de la música. Marga Gil Roësset y Rosa Chacel, en las artes plásticas. Precisamente la segunda se casó con el artista Timoteo Pérez Rubio, que durante la guerra fue el responsable de la custodia y el traslado de las principales obras de Museo del Prado a Suiza, ante el temor de ser destruidas por los bombardeos de la aviación fascista. Y en algunos casos hasta destacaron en la practica deportiva, como ocurrió con Concha Méndez y Anna Martínez Sagi. Sólo tres, Luisa Carnés, Lucía Sánchez Saornil y Concha Zardoya, eran de origen humilde, lo que no impidió que hiciesen todo lo posible para que la escritura estuviera entre sus dedicaciones principales. Algunas asumieron un compromiso de solidaridad con los grupos populares y sus luchas para mejorar sus condiciones de vida. María Teresa León, Luisa Carnés o María Enciso se vincularon al comunismo, Lucía Sánchez Saornil o Anna Martínez Sagi lo hicieron al anarquismo, y otras, como Rosa Chacel o  Concha Zardoya, reflejaron en sus poemas su sensibilidad social.

Los poemas que se presentan han formado parte del acto político-cultural que IU de Barbate ha organizado el día 12 abril, con el título "Poetas republicanas". Para ello ha contado con la colaboración de componentes del grupo de teatro La Aurora de Barbate, que han procedido a recitar los 19 poemas de otras tantas poetas. Por mi parte, me ha correspondido la tarea de seleccionarlas, preparar las imágenes y presentar el acto, informando sucintamente sobre cada una de las auroras y dando a entender el sentido de los poemas y las imágenes propuestas.

De su apuesta por los valores republicanos pasaron, a partir de julio de 1936, a su defensa frente al fascismo levantado en armas. Los poemas escritos durante el conflicto bélico son una muestra de lo ocurrido. Uno de ellos, el escrito por Carmen Conde, nos trae al presente de Gaza y la muerte de los niños y las niñas víctimas de los bombardeos aéreos. El triunfo de los militares sublevados hizo que durante cuatro décadas se perdieran las conquistas conseguidas. Y personalmente lo pagaron caro, porque estas mujeres sufrieron la cárcel, el exilio hacia otros países, la depuración y/u ostracismo profesional, el exilio interior, las frustraciones familiares...

Se trata de mujeres poco y/o nada reconocidas en la labor cultural que desarrollaron, y en su mayoría han sido olvidadas. Por eso es necesario sacarlas a la luz y reivindicarlas.



1. NACE UNA ESPERANZA EN UN NUEVO TIEMPO

Primavera

¡Toda la primavera dormía entre tus manos!
Iniciaste en un gesto la fiesta de las rosas
y erguiste, enajenada,
esa flecha de luz que impregna los caminos.
¡Toda la primavera!
Fervores del instante transido de capullos,
gracia tímida y leve del perfume sin rastro,
caricias que despiertan el sexo de las horas.
Brotaron de tus palmas en éxtasis gozoso
los trinos y las brisas. Y tu ademán secreto
despertó en rubores la pubertad del mundo.
¡Todo vino por ti! Porque tus manos lentas
ciñeron brevemente mi carne estremecida,
porque al rozar mi cuerpo
despertaste una flor que trae la primavera.

(Ernestina Champourcín)

(Dcha: mujeres celebrando la llegada de la República)


2. Mujeres atrevidas, transgresoras…

Mi falda de tres volantes…  

Mi falda de tres volantes
y mi blusa desprendida,
qué bien me adornan andares
y brazos del aire libre.
¡Cómo se ondea mi falda
desde el volante primero
perseguida curva eléctrica
hasta la rodilla firme!
Y mi blusa desprendida
viento y calma, sol y sombra,
cómo juega y se persigue
desde el hombro a la cintura.
¡Ay qué me gusta mirarte
espejito biselado,
cristales de las esquinas,
gafas de los estudiantes!
¡Qué bien me veo pasar
remolino de las brisas
pequeña y grande, confusa
huella blanca en el asfalto!

(Josefina de la Torre)

  
(Dcha: algunas componentes del grupo de las "Sinsombrero")

¡Bésame!...

¡Bésame!
Traga la luna
y lávate la cara.
Se enroscó mi alegría
en los flecos
de la madrugada.
¡Bésame!
Traga la luna
y lávate la cara
antes que nazca
la mañana.

(Dolores Arana)

  
(Izqda: retrato de la autora por Federico Camps; dcha: dibujo de Delhy Tejero)

Recuerdo de sombras

Sobre la blanca almohada,
más allá del deseo,
sobre la blanca noche,
sobre el blanco silencio,
sobre nosotros mismos,
las almas en su encuentro.

Sobre mi frente erguido
el exacto momento,
dices que en una sombra
vives en mi recuerdo.

Síntesis de las horas.
Tú y yo en movimiento
luchando viva a vida,
gozando cuerpo a cuerpo.

Dices que en estas sombras
vives en mi recuerdo,
Y son las mismas sombras
que están en mí viviendo.

(Concha Méndez)

  
(Dcha: retrato de Concha Méndez por Maruja Mallo)

El beso

¿Qué puñales de luna qué dardos acerados
abren mi cuerpo frío y me penetran ciegos?
¿A qué vértigos puros a qué cuencas recónditas
a qué cielos efímeros a qué vastos incendios
hechizada y demente
me conduce tu beso?
El corazón al rojo
ha marcado certero
la huella perdurable
de este minuto intenso.
Olvidar. Olvidar
todo el pasado muerto.
Sentirse florecer
el corazón y el cuerpo
y en una tierra virgen
resucitar de nuevo.
¿Qué puñales de luna qué dardos acerados
abren mi cuerpo frío y me penetran ciegos?
¿A qué vértigos puros a qué cuencas recónditas
a qué cielos efímeros a qué vastos incendios
hechizada y demente
me conduce tu beso?

(Anna María Martínez Sagi)

  
(Dcha: Elisabeth Mulder y Anna Martínez Sagi)

Perspectiva

Sobre un fondo de Trianón… No.
Siglo XX. Rascacielos. Espíritu en 
atalepsia.
New-York. La obsesión del “yo”.
Freud. Asepsia.
Nueva versión del histerismo.
Ya no hay Dama de las Camelias.
Ya todos los lagos sirven al nudismo.
Ya no tienen donde morir las Ofelias.

El corazón bien amordazado
y esposado por “policemen”.
El arte deshumanizado
y la humanidad también.
Panorama de la post-guerra.
Dólares. Cinismo. Estragos.
La banca del sentimiento cierra:
Está en suspensión de pagos.
Galería y taquilla. Sólo prestarle
importancia a la cifra y la cabeza.
Siglo XX. ¡Qué esfuerzo cuesta darle
a la vida un poquito de belleza!

(Elisabeth Mulder)

 
(Dcha: Anna Martínez Sagi lanzando jabalina)

Brindo por ti, amor…

Brindo por ti, amor.
Brindo por mi amor por ti, amor.
Brindo por las hazañas que haré, amor.
Para mostrar que mi amor es verdadero amor.

(Zenobia Camprubí)

  
(Dcha: Zenobia Camprubí y Juan Ramón Jiménez)

¡Intelijencia…!

¡Intelijencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
... Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente.
Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas;
que por mí vayan todos
los que ya las olvidan, a las cosas;
que por mí vayan todos
los mismos que las aman, a las cosas...
¡Intelijencia, tú,
dame el nombre exacto y tuyo
y suyo y mío de las cosas!

(Marga Gil Roësset)

                       
(Dcha: retrato de Zenobia Camprubí por Marga Gil Roésset)

Muerto al nacer

No aurora fue. Ni llanto. Ni un instante
bebió la luz. Sus ojos no tuvieron
color. Ni yo miré su boca tierna...

Ahora, ¿sabéis?, lo siento.
Debisteis dármelo. Yo hubiera debido
tenerle un breve tiempo entre mis brazos,
pues sólo para mí fue cierto, vivo...

¡Cuántas veces me habló, desde la entraña,
bulléndome gozoso entre los flancos!...

(Ángela Figuera)
 

 

3. MUJERES CON UNA MIRADA SOLIDARIA

Huelga en el puerto
(Teatro, fragmento)

¡Camaradas!
Que mi voz llegue a los obreros,
haga parar a todos los obreros de España,
del norte, su, del este y del oeste.
Que mi voz corra a las aldeas,
a los pobres trigales y los grandes cortijos,
despertando a sus hombres, poniéndolos de pie,
tendiéndoles la mano a los obreros rojos del puerto de Sevilla.
¡Camaradas!
Que los ferrocarriles no circulen,
que se paren los barcos, frías sus calderas,
que las ciudades teman detenidas
y los burgueses tiemblen, escondidos, mudos en los sótanos,
y revienten de angustia ante las puertas que aprisionan las cajas de los bancos.
Mirad de sangre de sus crímenes,
sangre obrera salpicando los rostros de los niños,
provocando la ira de los trabajadores, llamando a gritos a la lucha,
al frente único de todos los obreros de España,
del norte, su, del este y del oeste.
¡Huelga!
La sangre pide huelga.
¡Huelga!
¡Camaradas,
por solidaridad con los obreros rojos del puerto de Sevilla!

(María Teresa León)

  
(Dcha: imagen de la huelga del puerto de Sevilla en 1932)

Los marineros

Ellos son los que viven sin nacer a la tierra:
no les sigáis con vuestros ojos,
vuestra mirada dura, nutrida de firmezas,
cae a sus pies como impotente llanto.

Ellos son los que viven en el líquido olvido,
oyendo sólo el corazón materno que les mece,
el pulso de la calma o la borrasca
como el misterio o canto de un ámbito entrañable.

(Rosa Chacel)

  
(Dcha: marineros de Barbate)

Ritual del pan

(…)
Mas, oh pan, tu beneficio
difícilmente alcanza a las familias proletarias,
a los pastores y a los gitanos.

Tu posesión es lucha que marca
en los brazos huellas exactas.
Por ti el barrendero, el metalúrgico,
el albañil, el linotipista,
deforman sus días,
malgastan potencias y olvidan poemas.

Tu abrazo duele y tu victoria cansa.
Oh pan, tan sencillo, tan sin esfuerzo,
tan iluminado como eres,
por qué te VENDEN en los comercios,
por qué manchan tu memoria,
por qué ofenden tu miga,
los hombres burgueses que acaparan los trigos?

Por ti para sentirte desnudo
en la mesa manchada de grasa,
para que te mordisqueen los niños,
los obreros van a las cárceles.
Escucha, oh pan, este temblor subterráneo,
este ansia de ver el sol,
que se agita en los pechos trabajados.

Quieren ser cuerpos verdaderos,
hombres verdaderos,
montañas, mariposas, aire.
Quieren viajar sin aviones,
en barcos de gran tonelaje y con música.
Quieren jugar a ser pintores, poetas,
 y olvidar el aire fatal
que hasta aquí respiraron
en las fábricas de las Sociedades Anónimas.

Oh pan, álzate como un puño,
erguido, heroico, tremolante.

Elévate como un puño,
junto al puño del proletario,
levantado hasta el cielo,
para ganarte,
para reclinarte sobre un mantel limpio
que contemple las rosas del jardín,
los cuadros, el piano, las estatuas…

(Concha Zardoya)

  
(Dcha: "La sorpresa del trigo, de Maruja Mallo)

Himno de Mujeres Libres

Puño en alto mujeres de Iberia
hacia horizontes preñados de luz
por rutas ardientes,
los pies en la tierra,
la frente en lo azul.

Afirmando promesas de vida
desafiamos la tradición;
modelemos la arcilla caliente
de un mundo nacido
del dolor.

Qué el pasado se hunda en la nada.
¡Qué nos importa el ayer!
Queremos escribir de nuevo
la palabra mujer.

Adelante, mujeres del mundo,
con el puño elevado al luz.
Por rutas ardientes,
¡adelante
de cara a la luz!

(Lucía Sánchez Saornil)

  



4. MUJERES QUE MIRAN Y SUFREN LA GUERRA

¿Visteis a las palomas detenerse…?

¿Visteis a las palomas detenerse y quedar extáticas entre sus alas, a mitad del vuelo?
¿Y escuchasteis como los ríos se alzaron sobre sus rodillas, soplando raíces de árboles negros?
¿No sentisteis el dolor del trigo, como olor de senos calientes, en medio de la tarde doblada?
¡Era que morían los niños entre las bombas de los aviones, bajo los obuses de los cañones del odio!

(Carmen Conde)

  
(Dcha: cartel de denuncia de los bombardeos sobre Madrid)

Oh, tierra, abre tus brazos…

Oh, tierra, abre tus brazos
y a tu entraña vayan,
para nacer en bosques de silencio,
estos hijos que mueren en plena
sed de vida, en un ímpetu claro
de victoria.
No habrá bastantes campos
ni bastantes coronas y laureles,
para labrar sus fosas
y recoger su sangre,
todos son héroes y su angustia pura.
Las aguas llevan su dolor y quejas,
toda la España huellas
de sus pasos,
y en cada roca queda hincado
un grito, y en cada valle
un cántico.
En estas noches claras,
recostadas en ancha paz idílica,
un frenesí de muerte se derrama,
acoge, madre-tierra estos soldados
y pide a las estrellas
la eternidad de sus lejanas lágrimas.

(Clemencia Miró)

  
(Dcha: "Muerte de un miliciano", de Gerda Taro)

Dolor de carne…

Dolor de carne, entraña estremecida,
frío puñal del aire atravesado,
se ha prendido gimiendo en tus esquinas
y el rostro herido y dulce te ha besado
Silencio y soledad. El aire envuelve
el lúgubre cantar de tus heridas,
ramas de un árbol, al aire levantado,
troncos que fueron de una luz nacidos,
raíces que el dolor ha ensangrentado.
Almería del dolor y de la muerte,
nombre sencillo de todos ignorado,
una esquina del mundo, silenciosa,
viviendo su dolor triste y callado.
la florecida y andaluza playa
que sueña, el corazón enamorado.

(María Enciso)

  
(Dcha: imagen del bombardeo de Almería por la aviación alemana)

La mujer de la maleta
(cuento, fragmento)

Sólo la mujer aquella, de madera, no parecía sentir el peso de su maleta. Sus pies avanzaban rectos, su cuerpo flaco cortaba la niebla y su boca parecía obstinadamente cerrada.

Sus compañeras habían vaciado (el saco y la cesta) del pobre bagaje. Ropa y calzado cayeron sobre la carretera. Botes de leche y de carne rodaron luego hacia la cuneta… Pero la marcha seguía siendo angustiosa. Un velo helado endurecía los pies y las manos, y empapaba las pupilas.

Sólo la mujer extraña no se quejaba. Sólo su maleta estaba intacta y sus pulmones, enteros. Su pecho no jadeaba y sus hombros se erguían, mientras que en las gargantas de las otras la fatiga ponía un dogal y sus cabezas menudas iban desapareciendo entre los hombros.

(Luisa Carnés)

  
(Dcha: fragmento de una fotografía de Hazen Sise durante "la Desbandá" de Málaga en febrero de 1937)

Romanza de las  rejas

Entre este pórtico y la romanza de las rejas, hay un puente. Lo pisé en Melilla siendo una chamaca.

El primer año, solo quise morir; incrustarme en aquellas mismas piedras rezumantes de morbo. La muerte se hizo sorda.

El segundo año quise vivir, salir, abrazar, así, con fuerza, con todas mis fuerzas, con mi sangre, a mis dos pequeñas cachorrillas que seguían enronqueciendo llamándome.

El tercer año, después del consejo de guerra, fui condenada.

El cuarto año me adapté a la cárcel. Alguien me llevó libros. Recuperé mi herencia. Leí.

En el quinto año… ¿cómo fue? Sí. Un día sentí deseos de escribir. Había publicado dos novelas, de niña prodigio; artículos de prensa de Madrid y Barcelona. Era escritora, también por herencia. Lo iba  a ser, por necesidad.


  



5. LA REFLEXIÓN DE UNA PENSADORA

El agua ensimismada

El agua ensimismada
¿piensa o sueña?
El árbol que se inclina buscando sus raíces,
el horizonte,
ese fuego intocado,
¿se piensan o se sueñan?
El mármol fue ave alguna vez;
el oro, llama;
el cristal, aire o lágrima.
¿Lloran su perdido aliento?
¿Acaso son memoria de sí mismos
y detenidos se contemplan ya para siempre?
Si tú te miras, ¿qué queda?

(María Zambrano)

  
(Dcha: "Agua-ola", de Maruja Mallo)



(El acto puede verse a través del canal Onda Barbate Televisión, emitido a través de Youtube: https://www.youtube.com/watch?v=46XMqZZNtEs).