Defender a Pedro Sánchez y al gobierno de coalición es un ejercicio democrático
Puede que nos encontremos en el momento más peligroso desde la Transición. El amago de dimisión de Pedro Sánchez no es una cosa baladí. El acoso que está sufriendo desde la derecha en todas sus ramas y versiones, esta vez con su esposa como excusa, es lo que ha provocado el anuncio que hizo ayer. No es el único cargo político que ha sufrido los embates de la derechona. Basta recordar lo ocurrido con Antonio Rodrigo Torrijos, Pablo Iglesias, Alberto Rodríguez, Xavier Trias, Mónica Oltra, Victoria Rosell, Ada Colau... Lo de la "policía patriótica" y sus ramificaciones en la judicatura en el caso de Cataluña. O lo de hace cuatro décadas con su propio compañero Demetrio Madrid. Las derechas política, mediática y judicial, uniendo sus maquinarias. Las noticias falsas y los bulos, la guerra judicial... El golpismo de nuestro siglo no necesita del brazo armado que utilizó en 1936. Apoyar a Pedro Sánchez y al gobierno de coalición es un ejercicio democrático. Lo avala la legitimidad de los apoyos parlamentarios, que son mayoría. Haya o no contradicciones. Lo otro es dejar el país en manos de quienes salieron victoriosos con las armas en 1939, que nos llevaron a cuarenta años de sangre y angustia.