El libro se gestó a partir de 2006, como una búsqueda personal por conocer mejor el pasado de la familia. Y Annie lo hizo a través de los testimonios directos de familiares, que fue recogiendo en su "cuaderno rojo", y sin que haya faltado la indagación en archivos y hemerotecas de España y Francia. Fue así como fue averiguando cosas desconocidas de su familia, que se vio obligada a huir de la capital malagueña, camino de Almería, por la conocida "carretera de la muerte" en abril de 1937. Uno de los episodios más espeluznante de la Guerra Española, con la población civil como objetivo militar de las tropas sublevadas y sus aliados fascistas de Italia y Alemania, que bombardearon impenitentemente por mar y aire a mujeres, niños y niñas, y personas mayores.
Después de dos años, en su mayor parte pasados como refugiados en el municipio barcelonés de Cerdanyola del Vallès, en febrero de 1939 su madre, sus hermanas y algún familiar más hubieron de pasar la frontera hacia Francia, recalando finalmente en el pueblo de Cazères, situado al sur de Toulouse. Su padre, enrolado en un batallón que tenía al mando al dirigente anarquista Ricardo Sanz, también lo había hecho en el mes de enero, pero en su caso fue internado en el campo de "alojamiento" de Vernet, donde sufrió una situación penosa. Después de distintas vicisitudes, la familia logró reagruparse en 1940 en Cazères y un año después nació Annie.
La lectura del libro resulta entre interesante e impresionante, siendo un testimonio más del padecimiento sufrido por tantas personas durante la Guerra Española, víctimas del fascismo. Escuchar el relato sobre las personas que tuvieron que huir de Málaga nos trajo al presente y concretamente a lo que está ocurriendo en Gaza. Con esas palabras fue como concluyó María José Montero Corominas su disertación, dando lugar después a un animado coloquio.