Hace unos días, el jueves 21 de
septiembre, tuvo lugar en Zahara de los Atunes una conferencia impartida por
Abel Estudillo Bernal y quien esto escribe, miembros del Ateneo Republicano de
Barbate. Si título fue "La represión en Zahara de los Atunes y Barbate
tras el golpe militar de 1936" y su contenido estaba basado en otra
conferencia que en noviembre de 2016 impartimos dentro de los actos organizados
por el Aula Itinerante de la Memoria Histórica y Democrática, de la Diputación
Provincial de Cádiz. En esta ocasión, no obstante, hemos tratado de introducir
mayor información relacionada con la pequeña localidad gaditana.
Fuentes documentales y de información
utilizadas, y precariedad sobre Zahara
Todo un trabajo que llevamos realizando
desde hace unos años, consultando archivos, como los municipales de Vejer de la
Frontera y Barbate, o el Centro Documental de la Memoria Histórica de
Salamanca; recabando información de publicaciones históricas realizadas por
José Luis Gutiérrez Molina, Alicia Domínguez Pérez, Santiago Moreno Tello o
Francisco Javier Hernández Navarro, que han bebido de distintos e importantes
archivos; entrevistando a familiares de personas represaliadas o a personas que
han aportado información sobre las mismas; utilizando diversos documentos de
los años 30 y 40 relacionados con Barbate; e incluso, recibiendo información
por parte de la Casa de la Memoria “La Sauceda”, de Jimena de la Frontera.
Sobre Zahara existe una gran precariedad
tanto en documentación como en información. No existe un fondo documental
propio, lo que tiene que ver con el hecho de que Zahara ha sido una localidad
que ha estado siempre vinculada a los municipios de Vejer (hasta 1938) y
Barbate (desde 1938). Se hacen escasas referencias directas en las fuentes
consultadas. Y hemos encontrado, al menos por ahora, dificultades para recabar
información desde personas que pudieran tener relación con gente represaliada.
Aun con eso, hemos hecho un esfuerzo
para extraer todo aquello que tenga que ver con Zahara, a la vez que resulta
irremediable mantener referencias a los municipios matrices de cada momento,
esto es, Vejer y Barbate.
Una represión programada y aplicada sin
piedad
La conferencia la enmarcamos dentro del
contexto más amplio ocurrido en España entre julio de 1936, cuando tuvo lugar
el golpe militar, y los primeros años de la postguerra. Un aspecto que no debe
menospreciarse, sino todo lo contrario, teniendo en cuenta los objetivos que se
marcaron los organizadores de dicho golpe: lo primordial del control de Madrid,
como capital del estado; la aplicación inmediata y expeditiva de los bandos de
guerra, lo que conllevaba la represión contra grupos de izquierda; el papel
asignado a carlistas, falangistas y monárquicos; o la importancia de contar en
el operativo inicial con la adhesión Francisco Franco por su relación con las
tropas del norte de Marruecos. La contundencia con la que se tenía que actuar
quedó clara desde la primera de las instrucciones reservadas elaboradas por
Emilio Mola, fechada el 25 de mayo, en la que se decía que la acción “ha
de ser en extremo violenta”, con los consiguientes castigos ejemplares sobre
dirigentes de los grupos políticos y sindicales de izquierda.
A lo largo de esos años se fueron
aplicando sucesivamente distintas formas de represión, que en los primeros
meses, de julio de 1936 a marzo de 1937, se basó sobre todo en la aplicación de
los bandos de guerra, que hasta octubre contaron en mayor medida con la ayuda
de patrullas paramilitares. Luego, desde marzo de 1937, se dio paso a una fase
de mayor control militar, para lo que se crearon los consejos de guerra
sumarísimos, que no eran sino una especie de justicia arbitraria ausente de
cualquier garantía. Finalmente, ya desde las últimas semanas de la guerra,
fueron apareciendo varias leyes que pretendían dar una cobertura legal a la
represión, como fueron la de Responsabilidades Políticas (1939) y la de
Represión de la Masonería y el Comunismo (1940).
Cádiz, provincia estratégica para los
golpistas
En la organización del golpe se contaba
con el control de dos provincias, Cádiz y Málaga, dada su situación estratégica
en relación al protectorado marroquí (Fernando Puell y Justo Huerta, 2007). Era
donde se concentraban las mejores tropas del ejército, curtidas en la guerra
colonial, y el control del Estrecho. Si en la primera triunfó el golpe desde el
primer momento, en la segunda no fue así, teniendo que esperar a febrero de
1937 para su conquista por las tropas sublevadas. Si el control de Cádiz
permitió, con la ayuda italo-alemana, que fueran pasando tropas a la Península
para dirigirse a Madrid, previo paso en forma de razzias por
las provincias de Sevilla y Badajoz, la vecina Málaga acabó siendo para
bastantes barbateños un lugar de huida, bien desde Tánger, donde en torno a sus
aguas muchos faenaban en la mar, o bien desde el mismo Barbate.
El control de la provincia
gaditana contó, no obstante, con algunas resistencias en algunos municipios. En
la misma capital y algunos pueblos, como Trebujena, varios de la Sierra y la
propia localidad de Vejer se organizó una resistencia por parte de los
grupos obreros, la cual, salvo en la Sierra, donde duró hasta finales del
verano, fue efímera.
Resistencia en Vejer y triunfo del
golpe en Barbate
Entre los días 18 y 20 de julio el
ayuntamiento de Vejer intentó mantener la legalidad republicana, como se relata
en los trabajos de Joaquín Gil Honduvilla (2010) y Francisco Javier Hernández
Navarro y Santiago Moreno Tello (2012a 2012b). Contó con la colaboración de los
jefes de las fuerzas del orden, que mantuvieron sus guardias acuartelados, y
con la creación de patrullas muy humildemente armadas que formaron los grupos
de izquierda. Una situación precaria que acabó el día 20 con la
toma de la localidad por las tropas de regulares. Eso supuso la detención y/o
ejecución de los jefes políticos, como Juan Manzorro Muñoz de Arenillas,
delegado gubernativo, que estuvo encarcelado hasta 1942, y Francisco Salgueiro,
alcalde, asesinado, estando desaparecido; y jefes policiales, como
Enrique Letrán, jefe de Carabineros y comandante militar de la plaza, que
fue fusilado el 19 de agosto; o la detención y/o asesinato de numerosas
personas.
En Barbate, según Francisco Javier
Hernández Navarro y Santiago Moreno Tello (2012a 2012b), los jefes de las dos
fuerzas de seguridad, al contrario que en Vejer, se mostraron favorables al
golpe desde el primer momento: Julián Merelo, de los Carabineros, y Antonio Naval Mellado, de la Guardia Civil. Debido a esa circunstancia quizás se pueda
explicar que no hubiera resistencia. Sí hubo, no obstante, participación de
barbateños en la vigilancia de Vejer, como se refleja en los documentos
municipales investigados.
Por lo que conocemos, los jefes policiales
no se mantuvieron pasivos, pues desde el mismo día 18 procedieron a la
detención de personas vinculadas a los grupos obreros. Francisco Javier Tato
Anglada intentó huir con su familia a Tánger, pero el piloto de la embarcación
motora decidió regresar, siendo también detenido una vez ocupado Vejer por los
sublevados. Después de varios días de estar alojadas estas personas en
dependencias oficiales de Barbate, pasaron a la cárcel de Vejer, desde donde
las instancias políticas y judiciales provinciales fueron actuando con arreglo
a las disposiciones propias de los bandos de guerra y la justicia militar.
De Zahara no se conoce prácticamente
nada acerca de esos días. Los testimonios son muy vagos, salvo la conciencia de
que hubo gente que tuvo que huir o que fue detenida. Pero poco más.
¿Qué se sabe, pues, de esta localidad?
Veámoslo
Juan Varo Valdés, alcalde pedáneo antes
y después
En la conferencia se mencionaron
algunos personajes, como Juan Varo Valdés, nacido en Vejer y afincado en Zahara
desde los años 20, barbero de profesión y miembro de la gestora municipal
vejeriega formada a raíz de las elecciones de febrero de 1936. Uno más, por
tanto, del grupo de concejales vinculados al Frente Popular, que fue designado,
además, alcalde pedáneo. Fue destituido de su cargo tras el golpe, como
ocurrió con el resto de componentes de la corporación municipal, sin que
sepamos qué fue de él hasta el 30 de noviembre de 1937. En esta fecha
participó, según Ambrosio Varo, en una reunión celebrada en Zahara, que
presidió Agustín Varo, en la que se decidió la adhesión de la localidad al
proceso de segregación del municipio matriz de Vejer junto con Barbate.
De esta manera acabó siendo uno de los integrantes de la comisión
pro-independencia de Barbate y Zahara, siendo finalmente nombrado alcalde
pedáneo desde 1938, cuando ambas localidades acabaron conformando el nuevo
municipio de Barbate. Un caso más, como también los hubo en el mismo Barbate,
de quienes acabaron integrándose en el régimen franquista.
Manuel Abel Romero, el maestro
asesinado y desaparecido
Otra de las personas que se mencionaron fue Manuel Abel Romero, un maestro
nacido en Bonanza (Sanlúcar de Barrameda) que estaba destinado en Zahara y que,
según Abel Estudillo, posiblemente fuera socialista. Su destino fue dramático,
pues fue asesinado en los primeros momentos del golpe, estando desaparecido, como
le ocurrió, al menos, a otros diez vecinos más de lo que hoy es el municipio de
Barbate. Su caso adquiere un mayor grado de crueldad, pues sus represores,
lejos de quedarse ahí, lograron que en 1940 fuera separado del cuerpo de
magisterio. En el libro de José Aquiles Pettengui se alude a una comisión
depuradora, como tantas otras que se formaron en otros cuerpos de la
administración por aquellos años, decidió separarlo definitivamente de su
puesto de trabajo, pese a estar ya fallecido. Eso supuso la pérdida del derecho
a recibir una pensión por parte de su viuda. Incluso en 1942 volvió a ser
juzgado por un tribunal de responsabilidades políticas, quedando el caso
sobreseído por haber fallecido.
Manuel Callado Sánchez, el marinero
Un caso particular es el de Manuel Callado Sánchez, conocido con el sobrenombre
de "Pífano", marinero que se encontraba como muchos otros en el
caladero marroquí en el momento del golpe, bastantes de los cuales
huyeron hacia Málaga. Los distintos pormenores de su vida en esos años los
conocemos gracias a un escrito suyo, dictado a principios de los años 80 y que
tituló como Memorias de un soldado de infantería de marina. Odisea
vivida por Manuel Callado Sánchez desde 1936 hasta 1942. En la
documentación aparecida en el Archivo Municipal de Vejer se dice de él que es
hijo de Josefa Sánchez, se le califica de “comunista soltero” y se añade que se
fue voluntario desde Tánger “con los rojos a Málaga”. Así mismo, Abel
Estudillo ha recabado información de algún familiar, complementando lo que de
Manuel Callado sabemos.
Según nos cuenta en sus Memorias,
acabó pasando en otoño de 1936 a Málaga, desde donde recorrió buena parte de la
geografía española, combatiendo en varios frentes. Aunque la información que
ofrece suele se imprecisa en la cronología, sabemos que estuvo en
Almería, Murcia, Granada y Jaén entre 1936 y 1937; que entre finales de
1937 y principios de 1938 participó en la Batalla de Teruel, moviéndose por
varios pueblos; que después estuvo en el este de Zaragoza, quizás dentro de la
Batalla del Ebro, para pasar desde otoño a Lleida, principalmente en la zona
pirenaica. A finales de 1938 fue herido en una pierna y después de recorrer
hospitales de varias localidades catalanas, en enero de 1939 tuvo que
cruzar todavía herido la frontera hacia Francia.
A partir de ese momento la situación se
volvió diferente, dentro de la precariedad vital derivada de su condición de
refugiado y del trato recibido por las autoridades francesas y la guardia
encargada de custodiar a estas personas. Estuvo internado primero en el campo
de Argeles Sur Mer, cerca de la frontera española y en la costa mediterránea,
donde contactó con varios barbateños, algunos posiblemente del propio Zahara.
Luego, después de unos meses, fue trasladado al campo de Gurs, donde estuvo
hasta mayo de 1940. Las condiciones que vivieron fueron muy duras, mejorando
algo en Gurs.
Callado sitúa a este campo en el norte
de Francia, cuando en realidad lo estaba en el suroeste, próximo a los
Pirineos. Por otro lado, su nombre no aparece en los listados de presos
internados en Gurs que se han publicado (Yosu Chueca, 2007). Esta confusión
puede interpretarse de dos formas: fue internado en él para después ser enviado
a la región de Nantes, en la costa atlántica, donde cuenta que también estuvo;
o el campo era otro, situado en esta última región.
Lo que parece claro es que, según su
relato, el comienzo de la invasión alemana de Francia, en mayo de 1940, ya
estaba en la zona de Nantes, concretamente entre “Prinquiau, Lachapel y Sabenay”.
Por lo que cuenta, el trato recibido desde que llegó Francia le llevó a optar
por enrolarse en una compañía británica para realizar trabajos auxiliares,
sobre todo de recogida de chatarra. Aun con ello, desde ese momento logró
mantener relaciones amistosas con algunas personas del lugar. En junio, cuando
la invasión alemana se completó, fue detenido y enviado de inmediato a España.
De esa manera pudo evitar ser enviado a un campo de concentración nazi, pues,
según él, los siguientes tuvieron que sufrir esa situación.
Después de pasar por Irún, fue
integrado en batallones militares de castigo, pasando primero por Miranda de
Ebro y Madrid, para ser enviado después a varios lugares del extremo sur de
Cádiz (Punta Carnero, Algeciras, Los Pastores, Pelayo, El Pedregoso y Puerto
Llano), situados en los términos municipales de Algeciras, Los Barrios y
Tarifa. Estuvo trabajando en condiciones muy duras en la construcción de
caminos y búnkeres costeros, y en la extracción de materiales en canteras entre
1940 y 1941. Durante su estancia en Puerto Llano (Tarifa) fue visitado por su
madre y una hermana, e incluso llegó a conseguir junto a su cuñado un permiso
de un día para desplazarse a Zahara.
Sufrió la ulceración de una herida en
una piedra, lo que le llevó ante un tribunal médico en Sevilla, que finalmente
rechazó su exención del servicio. Luego fue trasladado a Cerro Muriano, en
Córdoba, donde llevó a cabo en mayor medida tareas menos penosas, gracias al
trato recibido por el comandante del puesto.
Finalizado su servicio militar, ya en
1942, y después de una estancia muy breve en Zahara, hubo de presentarse ante
la comandancia de la Guardia Civil de Barbate, donde se le pidió la dirección
de su domicilio, que fijó en la calle Vázquez Mella de esta localidad. Cuenta
que había gente que le advertía de tener cuidado, dado que a otras personas las
habían llevado a “Chiclana”, una forma de expresar el procesamiento por el
tribunal militar ubicado en ese municipio, como varios barbateños hubieron de
sufrir una vez acabada la guerra.
Incluso se refiere a una orden de que
“nos iban a exiliar, lo que no se cumplió, al menos por esta zona”. En todo
caso, Callado se sentía seguro por haber cumplido durante dos años en el
servicio militar y porque podía echar mano del recurso “de las palabras que en
su día me dijera el comandante, de que si me molestaban por algo, le escribiera
de inmediato notificándoselo”.
En un primer momento empezó a trabajar
en la fábrica de salazones de Antonio Utrera, pero pronto volvió a embarcarse.
Lo hizo en varios barcos, como La Sebastiana y Manolo Oyo, de Algeciras, y
San Joaquín, de Barbate. Conoció una situación
laboral dura, trabajando mucho y ganando poco, con el añadido de tener que
ayudar a su madre y una hermana. Esto le llevó a tener que retrasar su boda
hasta una década después de conocer a su novia, en 1952. Fue mejorando algo en
las condiciones laborales a partir de 1958, trabajando primero en el barco de
Domínguez Aranda y finalmente en el de Antonio Cid, con quien estuvo 13 años,
hasta su retiro por enfermedad.
Josefa Sánchez
Madre de Manuel
Callado Sánchez. Su nombre aparece en el listado elaborado por el ayuntamiento
de Vejer a finales de 1936 que incluye a 64 personas de Barbate y Zahara y
mediante el cual debían ser separadas del sorteo del padrón de hazas. Esto
último se basaba en que “por sus pasadas actuaciones
revolucionarias y actual rebeldía al Movimiento Salvador de España merecen ser
eliminados del sorteo de las Hazas”. En el mismo se añadió a lápìz la anotación
de que “No estaba en el Padrón”. Su informe personal se refería a su hijo,
escribiéndose que era “Madre del comunista soltero, Manuel Callado Sánchez, que
desde Tánger se fue voluntario con los rojos a Málaga”.
Por lo que el propio Manuel
cuenta en sus Memorias, ella y su hermana
Magdalena fueron a visitarlo, posiblemente en 1941, durante su estancia en El
Pedregoso, en el municipio de Los Barrios, cuando prestaba su servicio en el
batallón de castigo.
Luego, en 1944, su nombre
no aparece en el primer padrón de hazas confeccionado por el ayuntamiento de
Barbate, lo que resulta extraño, teniendo en cuenta que casi todas las personas
incluidas en el listado de 1936 habían sido incluidas.
Francisco Chico Pérez, también marinero
Menos sabemos de Francisco Chico Pérez,
marinero, como consta en el expediente judicial que se le abrió. Como se
desprende del trabajo de Alicia Domínguez Pérez fue juzgado en 1941 por un
tribunal militar dentro de la Ley de Responsabilidades Políticas, pero fue
absuelto. Según nos ha contado un familiar, acabó instalando su residencia en
Barbate, donde trabajó como conductor.
¿Vigilancia de la gente?
En el Archivo Municipal de Vejer hay un documento de la alcaldía pedánea
de Zahara fechado en noviembre de 1936, firmado por José García y enviado
a la alcaldía de Vejer donde se menciona a cinco personas; cuatro de
ellas, mujeres: María Ruiz Martínez, Sebastiana Heredia
Romero, Cristoba Jiménez Gómez y María Jiménez Tarifa; y la quinta,
varón: Manuel Martínez López. Por su contenido posiblemente tuviera como
objetivo conocer el paradero de los maridos respectivos.
Búnkeres y batallones durante la
Segunda Guerra Mundial
Se dispone de información acerca de un batallón de soldados ubicado en Zahara,
en las cercanías de su casco urbano. La misma ha sido recogida por La Casa de
la Memoria “La Sauceda”, en Jimena de la Frontera. Teniendo en cuenta que la
zona del Estrecho fue objeto vigilancia durante los años de la Segunda Guerra
Mundial ante el riesgo de un desembarco aliado, la construcción de caminos
y búnkeres resultó de gran importancia, dada la condición de aliado que el
régimen franquista tenía con la Alemania nazi. Para la construcción de esas
infraestructuras utilizaron como mano de obra soldados que en buena parte
cumplían castigo por haber sido miembros del ejército republicano. Precisamente
en varios puntos de los municipios de Algeciras, Los Barrios y Tarifa estuvo entre
1940 y 1941 destinado Manuel Callado Sánchez.
Lo que se dijo durante el coloquio
Durante el coloquio que se abrió al
final salieron más cosas al calor de las distintas intervenciones. Se
mencionó algún nombre más, como el de Juan "el Largo", de quien se
dijo que estuvo detenido e incluso llegó a ser herido. Se preguntó sobre el
nombre de quiénes pudieron ser los represores. Se reiteró acerca del miedo que
atenazó a buena parte de la población, en especial la del bando derrotado, y
cómo aún perdura en mucha gente a la hora de referirse a los hechos.
Documentación
de referencia
Documentos
procedentes de archivos
Escrito
de la alcaldía pedánea de Zahara de los Atunes acerca de la situación de
vecinas y vecinos de la localidad (5-11-1936), en Archivo Municipal de Vejer de
la Frontera.
“Relación
de vecinos de Barbate que por sus pasadas actuaciones revolucionarias y actual
rebeldía al Movimiento Salvador de España merecen ser eliminados del sorteo de
las Hazas del Ayuntamiento de Vejer de la Frontera” ([otoño de] 1936), en
Archivo Municipal de Vejer de la Frontera.
Padrón
Municipal de Barbate (31-12-1940), en Archivo Municipal de Barbate.
Escrito
de la Junta de Hazas de Barbate en el que se indican las personas incluidas en el sorteo de
hazas de 1944 (9-12-1944).
Otros
documentos
“Expediente
de segregación de las aldeas de Barbate y Zahara de los Atunes del término
municipal de Vejer de la Frontera (Cádiz). Instancia”, redactado por Fernando
Albi, Secretario de Administración Local, Barbate, Imprenta Baro, enero de 1938.
CALLADO SÁNCHEZ,
Manuel [1981]. Memorias de un soldado de infantería de marina. Odisea
vivida por Manuel Callado Sánchez desde 1936 hasta 1942; inéditas y
ejemplar mecanografiado.
La
Casa de la Memoria “La Sauceda” de Jimena de la Frontera ha remitido a Abel
Fuentes
orales
Entrevistas
de familiares de Manuel Callado Sánchez, llevada cabo por Abel Estudillo
Bernal, y Francisco Chico Pérez, por Jesús María Montero Barrado. .
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