Lo ocurrido ayer en el Parlament de Catalunya está trayendo cola. El presidente Carles Puigdemont, siguiendo la letra de Ley del Referéndum, expuso que Catalunya se había ganado "el derecho a ser un estado independiente en forma de República", pero proponía a continuación que se suspendiera temporalmente su aplicación. Lo hacía, dijo, para facilitar el diálogo. La sorpresa, sin que se supiera en qué forma concreta, se estaba barruntando después que se anunciara, poco antes de las 18,00 horas, el retraso por una hora del pleno parlamentario.
Las palabras del President dejaron a mucha gente desconcertada. De dentro y de fuera del Parlament. Las caras de la bancada de Junts pel Sí eran serias. Las de la CUP, que se retrasaron algunos minutos, parecían de cabreo y daban a entender que algo no de su agrado estaba ocurriendo. Los gestos lejanos que veíamos por la televisión de la gente concentrada en la calle se fueron diluyendo desde la alegría expectante a la desilusión. Desde la cadena de televisión La Sexta, que estuvo toda la tarde y noche retransmitiendo el evento, no paraban de preguntar qué querían decir las palabras del President. Se lo preguntaban también otros medios de comunicación. Según iban hablando los representantes de los grupos parlamentarios se notaba que sus discursos se referían a lo inicialmente previsto, esto es, una declaración de independencia como tal. Inés Arrimadas, de Ciudadanos, y Xavier Garcia Albiol, del PP, sacudieron de lo lindo. Sólo Miquel Iceta, del PSC, fue capaz de improvisar cuando dijo que lo que no se declara no puede suspenderse.
Las declaraciones de Jordi Sánchez, de la Asamblea Nacional Catalana, y Jordi Cuixart, de Omnium Cultural, dejaban más que traslucir con sus rostros serios que le echaban un capote a Puigdemont para no dar una imagen de ruptura en el seno del independentismo. En mayor medida, ya acabado el pleno, el portavoz no parlamentario de la CUP Quim Arrufet dio algo de luz cuando dijo que el retraso de una hora se debía a la modificación hecha por Puigdemont en la línea que presentó al Parlament, dada la existencia de una mediación internacional de cara a resolver el conflicto. En la misma cadena de televisión La Sexta un miembro de UDC, antaño aliada de CDC, aludió el cambio de postura de Puigdemont al rechazo a la declaración de independencia en el seno de una parte de la representación del PDeCat. Para intentar contentar a la gente, ya acabado el pleno, toda la representación parlamentaria de JxS y la CUP firmó públicamente en un salón contiguo al de los plenos un documento de compromiso por la república catalana. Un acto solemne en medio de la tristeza, con algunas sonrisas forzadas, como la de Puigdemont, y con la permanente mirada oteadora y sorprendida de Oriol Junqueras.
En medio de todo esto, salió la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, para anunciar que se había convocado un Consejo de Ministros extraordinario para hoy a primera hora, decir que Mariano Rajoy estaba reunido con Pedro Sánchez y repetir en pocas palabras la letanía de la Constitución, el estado de derecho, que no ha habido referéndum... El líder del PSOE estuvo desaparecido. Sólo hablaron Albert Rivera, que, como Arrimadas, se mantuvo en su línea dura, y Pablo Iglesias, que se congratulaba de haberse abierto una puerta al diálogo.
Ahora me pregunto muchas cosas. Si lo ocurrido obedece al miedo desde los sectores más moderados del independentismo, sobre todo del PDeCat, después de las noticias económicas de los últimos días, fuga de grandes empresas incluidas. Si la mediación internacional supone una posibilidad sería de conseguir un referéndum pactado, como el habido en Escocia, por ejemplo. Si se trata de una jugada táctica, para, en todo caso, dejar en evidencia al gobierno español y los otros poderes del estado de que no tienen ninguna voluntad de hablar y menos de negociar. Si el apoyo desde ERC, ANC y OC se ha dado para evitar dar una imagen de ruptura... Opciones con lógica única o combinada.
También me pregunto cómo va a reaccionar la gente que sustenta desde la base el proces, altamente movilizado desde hace varios años y muy decidido en las últimas semanas. Incluso el conjunto del soberanismo, que no todo es independentista, que es consciente de una situación donde se confrontan no sólo opciones político-territoriales (independentismo, unionismo, federalismo), sino propiamente políticas, en la línea de profundizar en la democracia, caminar hacia el autoritarismo...
Hoy sabremos más. Pero, por lo que uno observa e interpreta, la cosa continuará y de largo.