El otro día envié a mi hermano Juan Miguel su escrito sobre el viaje que hizo en febrero de 2006 a los poblados saharauis situados en las proximidades de Tindouf, dentro de Argelia. Mi hermano es una persona inquieta y, por supuesto, llena de gran corazón. Tenía un gran deseo de viajar al Sáhara Occidental con el fin de conocer in situ a sus gentes y las condiciones en las que viven. Desde hace mucho tiempo ha ido conociendo a jóvenes que estudian en la universidad salmantina, con quienes ha mantenido una relación especial, teniendo en cuenta su condición de librero especializado en Medicina hasta hace tres años, en que se ha jubilado. Desde hace un tiempo está vinculado a la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Salamanca, participando en distintas actividades y sobre todo en la recaudación de fondos y productos diversos. Además de ropa y comida, que es lo más frecuente, por la experiencia que tiene de su trabajo se ha dedicado a recoger medicinas, libros y material médico y de enfermería.
En su escrito nos cuenta cómo fueron organizando el viaje varias personas relacionadas de distinta manera con la solidaridad con el pueblo saharaui. Algunos llevan tiempo estableciendo convenios para la producción de determinados objetos (como, por ejemplo, alfombras) y la posterior comercialización en España.
La estancia en los poblados fue corta, de apenas tres días, pero muy intensa, fructífera y reconfortante. Suficiente para que mi hermano pudiera conocer a varias familias, tuviera algunos contactos con funcionarios de la administración de la RASD y pudiera repartir parte de los fondos que llevó desde España y obtenidos, en algunos casos, con su estilo peculiar de involucrar a las personas. Unos fondos que sirvieron para comprar varias cabras lecheras y otras tantas placas solares, y ayudar a reconstruir viviendas destruidas por las lluvias torrenciales que por esos días cayeron.
Fueron precisamente los estragos de esas lluvias, raras en un medio tan duro y árido como es el desierto, pero intensas, cuando nada más llegar a Salamanca la asociación inició una campaña de recaudación de nuevos fondos para ayudar en la reparación de los daños graves que sufrieron en viviendas e infraestructuras. Así mismo, ante el interés y empeño que siempre ha mostrado dicha asociación, pronto llegaron a un acuerdo con el gobierno de la RASD para que los fondos que se obtuvieran en Salamanca se destinasen a la reconstrucción del Centro Psíquico de Minusválidos de Rabuni.
No olvida mi hermano en su escrito las causas de la situación en que vive el pueblo saharaui, cuando los primeros gobiernos españoles de la transición cedieron a las presiones marroquíes. Olvida, no obstante, los intereses geoestratégicos de los EEUU en la zona o los intereses económicos de determinados ministros. Así se entiende que los siguientes gobiernos, incluidos los del PSOE, con Felipe González, antes, y José Luis Rodríguez Zapatero, ahora, hayan dejado olvidado al pueblo saharaui. La confirmación de la pertenencia en la OTAN y los sucesivos acuerdos con EEUU son una clara muestra. Esto es algo de lo que me ocuparé en la siguiente entrada.
Resulta muy importante el trabajo que están realizando con el pueblo saharaui las distintas asociaciones de solidaridad que están repartidas por todo el país. Aunque parece que no se nota, es un trabajo sordo. A esa apariencia contribuye la actitud de la mayoría de medios de comunicación, claramente manipulados. Estas asociaciones resultan altamente útiles. Permiten el traslado constante de recursos muy valiosos y necesarios, pero también que esté presente en tantos hogares la conciencia de la existencia de un problema y, sobre todo, de una injusticia. Gentes anónimas que se prestan a recoger fondos y enviarlos, a viajar cuando pueden para relacionarse con las gentes del desierto y a acoger, cuando pueden, a tantos niños y tantas niñas que llegan durante el verano a nuestro país.
No sé que porcentaje de población saharaui vive en esos poblados, que están administrados por la república Árabe Saharaui Democrática, pues otra parte vive en los territorios ocupados por Marruecos, especialmente en la zona de El Aaiún. Por las noticias que recibimos en los medios de comunicación esa ciudad ha sido escenario en los últimos años de varios conflictos, con enfrentamientos entre la población saharaui y las autoridades ocupantes marroquíes. La represión ha sido muy dura. Procuraré documentarme para la próxima entrada, donde me centraré más en los aspectos históricos y de actualidad política.
(Fotos: Juan-Miguel Montero)
En su escrito nos cuenta cómo fueron organizando el viaje varias personas relacionadas de distinta manera con la solidaridad con el pueblo saharaui. Algunos llevan tiempo estableciendo convenios para la producción de determinados objetos (como, por ejemplo, alfombras) y la posterior comercialización en España.
La estancia en los poblados fue corta, de apenas tres días, pero muy intensa, fructífera y reconfortante. Suficiente para que mi hermano pudiera conocer a varias familias, tuviera algunos contactos con funcionarios de la administración de la RASD y pudiera repartir parte de los fondos que llevó desde España y obtenidos, en algunos casos, con su estilo peculiar de involucrar a las personas. Unos fondos que sirvieron para comprar varias cabras lecheras y otras tantas placas solares, y ayudar a reconstruir viviendas destruidas por las lluvias torrenciales que por esos días cayeron.
Fueron precisamente los estragos de esas lluvias, raras en un medio tan duro y árido como es el desierto, pero intensas, cuando nada más llegar a Salamanca la asociación inició una campaña de recaudación de nuevos fondos para ayudar en la reparación de los daños graves que sufrieron en viviendas e infraestructuras. Así mismo, ante el interés y empeño que siempre ha mostrado dicha asociación, pronto llegaron a un acuerdo con el gobierno de la RASD para que los fondos que se obtuvieran en Salamanca se destinasen a la reconstrucción del Centro Psíquico de Minusválidos de Rabuni.
No olvida mi hermano en su escrito las causas de la situación en que vive el pueblo saharaui, cuando los primeros gobiernos españoles de la transición cedieron a las presiones marroquíes. Olvida, no obstante, los intereses geoestratégicos de los EEUU en la zona o los intereses económicos de determinados ministros. Así se entiende que los siguientes gobiernos, incluidos los del PSOE, con Felipe González, antes, y José Luis Rodríguez Zapatero, ahora, hayan dejado olvidado al pueblo saharaui. La confirmación de la pertenencia en la OTAN y los sucesivos acuerdos con EEUU son una clara muestra. Esto es algo de lo que me ocuparé en la siguiente entrada.
Resulta muy importante el trabajo que están realizando con el pueblo saharaui las distintas asociaciones de solidaridad que están repartidas por todo el país. Aunque parece que no se nota, es un trabajo sordo. A esa apariencia contribuye la actitud de la mayoría de medios de comunicación, claramente manipulados. Estas asociaciones resultan altamente útiles. Permiten el traslado constante de recursos muy valiosos y necesarios, pero también que esté presente en tantos hogares la conciencia de la existencia de un problema y, sobre todo, de una injusticia. Gentes anónimas que se prestan a recoger fondos y enviarlos, a viajar cuando pueden para relacionarse con las gentes del desierto y a acoger, cuando pueden, a tantos niños y tantas niñas que llegan durante el verano a nuestro país.
No sé que porcentaje de población saharaui vive en esos poblados, que están administrados por la república Árabe Saharaui Democrática, pues otra parte vive en los territorios ocupados por Marruecos, especialmente en la zona de El Aaiún. Por las noticias que recibimos en los medios de comunicación esa ciudad ha sido escenario en los últimos años de varios conflictos, con enfrentamientos entre la población saharaui y las autoridades ocupantes marroquíes. La represión ha sido muy dura. Procuraré documentarme para la próxima entrada, donde me centraré más en los aspectos históricos y de actualidad política.
(Fotos: Juan-Miguel Montero)