Ese 4 de diciembre fue el primer gran paso de lo que acabó siendo algo más de tres años después el 28 de febrero, abriendo el camino definitivo de lo que acabó siendo el primer Estatuto de Autonomía. Y todo, pese a la oposición de los partidos de derecha: UCD, gobernante entonces, y AP, antecesora de lo que hoy es el PP. Como herederos de un pasado negro, oscurecido aún más durante el franquismo, no fueron capaces de entender que el pueblo andaluz pudiera ser un sujeto político activo. Eso que Isidoro Moreno denominó por entonces como nacionalidad emergente.
Andalucía es un pueblo lleno de dignidad. Sojuzgado desde siglos, sus gentes no han dejado de dar muestras en la lucha por la libertad, la justicia, la democracia... El "pedid tierra y libertad" que se entona en su himno lo sintetiza. En numerosos lugares, sobre todo en esos pueblos del interior donde la presencia de la gran propiedad ha dado lugar a un campesinado sin tierras, se sigue entonando el himno y se siguen enarbolando las banderas blanquiverdes con ilusión.
Y en estos momentos de dolor, con una derecha movilizada y crecida, expresión del señoritismo, amante sólo de la Andalucía superflua y con mensajes de intolerancia, no está de más recordar unos versos del poeta David Eloy Rodríguez que, además de bellos, animan a no desistir, a seguir buscando pese a las inclemencias que estamos viviendo estos días:
Mientras haya luz
y párpados capaces de distinguirla,
mientras haya luz
celebraremos la piel del oso
mientras lo estamos cazando,
agarremos la sartén por el fuego.
Y si no hubiera luz,
si no la hubiera,
buscaríamos un faro en la tormenta,
construiríamos la luz.
Y es que esta tierra, con un largo recorrido a lo largo del tiempo, contiene mimbres suficientes para que no vuelva a ser apropiada por quienes tanto dolor le han infligido. Es necesario seguir construyendo la luz y para ello son las gentes que lo habitan, su mayoría, quienes pueden hacer que eso ocurra.