Sobre lo primero no cabe la menor duda que se ajusta al perfil de votantes de derecha, claramente escorados al extremo, con una importante dosis de xenofobia y nacionalismo español. Eso se desprende, en relación a la xenofobia, por la preocupación por la inmigración (42%), que es la que está en primer lugar. Y en relación a lo segundo, por la preocupación por la unidad de España (33,7%, tercer lugar), para frenar a los independentistas (28%, en cuarto lugar) o la defensa de los símbolos nacionales (12%, en octavo lugar), razones que se complementan con una apuesta por el centralismo territorial desde el fin del estado de las autonomías (24,9%, en sexto lugar).
La oposición al PSOE resulta clara cuando se refieren a echarlo del poder (34,2%, en segundo lugar) y el castigo a la corrupción (27%, en quinto lugar), algo que es común entre los otros grupos de derecha. Al fin y al cabo, en el imaginario de buena parte de la derecha ese partido representa los valores de la izquierda, interpretados, además, en clave negativa. No falta una alusión explícita al PP, de quien una parte considera que se siente defraudado (12,5%, en séptimo lugar).
Existen otras razones, propias de la derecha, si bien con un menor peso, donde se mezclan lo heteropatriarcal, lo religioso y lo económico: derogación a la ley de la violencia de género (11,1%), defensa de la familia tradicional (5,6%) y defensa de los valores católicos (2,8%).
La aceptación de sus propuestas económicas (7,3%), si bien no se especifican cuáles en la encuesta, se inscriben, según el programa, en el modelo neoliberal y con ello en la rebaja de impuestos, la disminución del gasto público, el mantenimiento de la reforma laboral, etc.
Si lo anterior aporta los rasgos ideológicos, muy previsibles sobre la idea previa que se podía tener, interesantes son otras variables, que ayudan a completar el perfil de quienes optaron por Vox.
La variable de sexo no aporta grandes diferencias sobre la población general, repartidas en la práctica por igual. En la variable de edad, en el grupo de mayores de 65 años (28%) se sitúa por encima de la población (21%), lo contrario que en el grupo 18-24 años (2%, frente a una población del 9%).
En cuanto a la situación socio-laboral se sitúa por encima en las personas jubiladas y pensionistas (33%, frente a una población del 25%) y en las que están ocupadas (49%, frente al 43% de población). Esto último, que resulta en sí un cajón de sastre, se puede aclarar algo atendiendo al nivel de renta: ha tenido muy pocos apoyos en las rentas más bajas (2%, frente al 10% de su población), mientras que los ha tenido mayores en los sectores medio-bajos (19%, frente al 15% de población) y los medio-altos (19%, frente al 12%).
El nivel de estudios corrobora en parte lo anterior: tiene mayores apoyos entre quienes tienen el nivel de secundaria (13%, frente al 10% de población) y los estudios de postgrado (12% y 7%, respectivamente); por el contrario, son menores entre quienes tienen el nivel de estudios más bajo (8%, frente al 10% de población) y estudios secundarios de 2º grado (41% y 37%, respectivamente).
La última variable, la del tamaño de los municipios, refleja también importantes diferencias: ha tenido más éxito en los que tienen 10.000-20.000 (17%, frente al 12% de población), 50.000-100.000 (24% y 15%, respectivamente) y más de 500.000 (19% y 15%, respectivamente); y lo ha tenido menos en los menores de 10.000 (19% y 10%, respectivamente), entre 20.000-50.000 (18% y 13%, respectivamente) y 100.000-500.000 (21% y 17%, respectivamente).
Si buscamos un perfil más ajustado de quienes han votado a Vox, se puede sintetizar en lo siguiente:
1) de derechas y radical, con una fuerte defensa de los valores del nacionalismo español, no sólo en cuanto a lo propiamente territorial y simbólico, sino ante lo que consideran el peligro que conlleva la inmigración; a su vez, con un rechazo de los valores de izquierda;
2) con más presencia entre las personas mayores de 65 años y, como consecuencia, entre personas jubiladas o pensionistas;
3) con mayores apoyos entre las personas ocupadas pertenecientes a los sectores sociales medio-bajo y medio-altos; entre los primeros coincide con el predominio de la pequeña propiedad agraria e intensiva y entre los segundos, con cuadros técnicos y profesionales de alta cualificación; así mismo, se corresponde con un nivel de estudios de secundaria para los primeros, y superiores y de postgrado en los segundos;
y 4) con una mayor presencia en los pueblos mayores (10.000-20.000 habitantes) las ciudades pequeñas (50.000-100.000) y en las de mayor población (más de 500.000, esto es, Sevilla y Málaga); en el primer caso, relacionadas en muchos municipios con la inmigración, y en el segundo, además, con la competencia por el espacio político ocupado antes por el PP.