sábado, 10 de agosto de 2019

Fantasía y fatalidad en los demonios de Vrúbel

























En la Galería Tretiakov de Moscú hay una sala dedicada al artista Mijail Vrúbel, el pintor más representativo del simbolismo ruso. Nacido a mediados del siglo XIX en Siberia, vivió desde joven entre las dos principales ciudades rusas: primero, en San Petersburgo, donde se formó, y luego, en Moscú, donde desarrolló la mayor parte de su obra. Fue un artista polifacético, que cultivo la pintura en sus distintas variedades (tela, mural, acuarela...), el dibujo, la escultura, la decoración.

Como hicieron otros artistas contemporáneos suyos, se mantuvo disconforme con el academicismo preponderante en el mundo de las artes plásticas, cultivando una renovación estilística. Esto conllevaba un acercamiento a la Europa occidental, donde el impresionismo y el postimpresionismo iban marcando una senda nueva en el mundo del arte.

Vrúbel, sin embargo, fue más allá, llegando a crear su propio mundo artístico, al que añadió otras fuentes, que iban desde la escuela veneciana y Miguel Ángel hasta lo oriental en su gusto por las culturas árabe y persa, a lo que no le faltó tampoco la influencia de la filosofía de Nietzsche. Sus obras reflejan un estilo donde los colores luminosos se imponen, las formas están compuestas a base de pequeños prismas, los personajes cobran una corporeidad especial forma musculosa y los paisajes se exageran hasta lo irreal.

Dentro de una estética modernista, la adscripción al movimiento simbolista viene dada por la preocupación por el mundo interior, donde la expresión de las emociones juega un papel primordial, lo que estaba en consonancia con la búsqueda de escenarios fantásticos y de temas mitológicos para dar contenido a sus obras.

Su cuadro más conocido quizás sea "El demonio sentado", hecho en 1890 bajo la inspiración del poema "El demonio", del escritor romántico Mijail Lérmontov.  No fue la única que dedicó a esa figura, que en parte no era otra cosa que una obsesión por representar el destino de esos personajes llamados a tener que sufrir las consecuencias de sus acciones por querer alterar el designio de lo establecido.