jueves, 1 de agosto de 2019

El “Joven en cuclillas”, de Miguel Ángel, entre lo inacabado y lo sublime











































Hay en el Museo del Hermitage una única obra de Michelangelo Buonarroti: “Joven en cuclillas”. Una escultura que ha conocido diversas peripecias, incluida la de su atribución al artista florentino. Ignorada en la práctica durante mucho tiempo en la Sacristía Nueva de la Basílica de San Lorenzo de Florencia, acabó siendo adquirida por la zarina Catalina II a finales del siglo XVIII. Pese a que por sus rasgos puede resultar fácil identificarla con el estilo del artista, no fue hasta 1923 cuando pudo demostrarse su autoría, gracias a la comparación que se hizo de la escultura con un dibujo conservado en el Museo Británico de Londres.   

Es Miguel Ángel, como lo conocemos en nuestro país, un artista único. Destacó en la escultura, la pintura y la arquitectura, alcanzando logros que son inigualables en muchos casos. Él mismo se consideraba ante todo como escultor y hasta sus pinturas adquieren formas que nos hacen creer que estamos ante modelados escultóricos. 

El conjunto de sus obras refleja como nadie el difícil equilibrio que hay entre el clasicismo propio de su tiempo, muy presente en los trabajos de sus primeros años, y la tensión creciente que a lo largo de su madurez fue imprimiendo a sus obras. De ahí que fuera asociado por sus contemporáneos al término terribilitá, una idea que buscaba definir la impronta que su personalidad iba dejando en los personajes que representaba, donde se mezclaba la grandeza, la fuerza y la pasión.

La evolución que tuvo lo llevó a ir dejando muchas de sus obras aparentemente inacabadas, lo que se ha interpretado de diversas maneras y sigue generando controversia. Superado su clasicismo inicial, las formas que fueron adquiriendo sus obras lo hicieron desde una creciente libertad creativa. Haciendo incluso que llegase a considerar que el material empleado condicionase el significado. Es lo que le llevó a escribir acerca de los bloques de piedra: "hay que arrancar con  cuidado lo que sobra".

Y precisamente “Joven en cuclillas” es una escultura que, inicialmente, parece haber quedado inconclusa. Hecha en mármol, reproduce una figura humana agachada, con la cabeza entre las piernas, el rostro apenas perceptible y la mirada dirigida a sus pies. Teniendo en cuenta su ubicación inicial, la famosa tumba erigida en los años 30 del siglo XVI a Lorenzo y Juliano de Medici, resulta evidente que formó parte del proyecto inicial, como una más de las esculturas que debían complementar  los retratos de los personajes antes mencionados.

Se ignoran las razones por las que fue desechada (junto con otra, hoy desconocida), como también lo que podía representar. Dado el fuerte componente neoplatónico que reviste el conjunto de la obra de Miguel Ángel y con ello la idea que tenía de la muerte y la inmortalidad del alma, se han hecho alusiones diversas a lo que puede representar la imagen, desde lo propiamente religioso hasta lo profano.

Una obra que, aun poco conocida, no deja de insertarse de lleno en el universo creado por el artista: pese a estar inacabada, resulta sublime.