domingo, 11 de agosto de 2019

El "Retrato de Pushkin" hecho por Kiprenski



































El escritor Pushkin está entre las figuras más veneradas de Rusia. Su imagen y su nombre se reparten por todo el país en forma de estatuas, calles, bibliotecas, escuelas o cualquier otro motivo que se preste. A la grandeza de su obra literaria se le une el halo romántico de su muerte: se cuenta que trucaron su arma durante el que fue su último duelo. Lérmontov le dedicó el largo poema "La muerte del poeta", cuyos primeros versos rezan así:  "Murió el Poeta, esclavo del honor, / por los vanos rumores difamado. / Con el plomo en el pecho, / sediento de venganza, / cayó inclinando la orgullosa frente. / Sucumbió el corazón ante el oprobio / de mezquinas injurias".

En la Galería Tretiakov de Moscú se conserva el retrato más conocido de Pushkin, obra del pintor Orest Kiprenski, y el espacio donde se ubica suele estar acompañado de flores, a modo de permanente homenaje. Contemporáneo suyo y uno de los artistas del romanticismo ruso más destacado, Kiprenski destacó ante todo como retratista.

La occidentalización de la cultura rusa tras el traslado de la capital a San Petersburgo, a principios del siglo XVIII, resultó controvertida. Aunque se produjo una gran afluencia de artistas y arquitectos extranjeros, resultó lenta a la hora de que lo occidental fuera acogido por los propios artistas del país. Y en ello jugó un papel importante la formación académica, al modo de la que desde mediados del siglo XVIII se fue extendiendo por los distintos países europeos, paralela al desarrollo del neoclasicismo.

No fue hasta el siglo XIX cuando en Rusia empezaron a surgir artistas que alcanzaron mayor renombre y cuyas obras reculaban entre la renovación estilística y temática, bajo la influencia occidental, y el mantenimiento de la tradición, donde los temas religiosos e históricos o los paisajes eran atrayentes.

Kiprenski se formó en la academia de artes de San Petersburgo, lo que condicionó en parte su estilo bajo la influencia de la estética francesa. Sin embargo, su viaje a Italia le puso en contacto con la pintura barroca y especialmente con Caravaggio, del que tomó los contrastes lumínicos y su técnica de trazo ágil. En el retrato de Pushkin, realizado en 1827, diez años de su muerte, nos muestra al escritor que ya se encuentra en pleno apogeo, lo que se refleja en el semblante lleno de orgullo que se desprende de la mirada y la disposición de sus brazos. El fondo oscuro no alcanza el tenebrismo caravaggiano, pero nos recuerda el utilizado por David en "La muerte de Marat".