Como ya he hecho en otras ocasiones, presento extractos de artículos escritos por intelectuales del campo de la izquierda. Los presento por orden cronológico de aparición, pudiéndose acceder completos a través de los enlaces correspondientes. Dos de ellos están basados en la consideración de que lo que está ocurriendo principalmente es un claro intervencionismo estadounidense y británico. Son los de Hanz Dieterich, conocido profesor universitario mexicano, y Sara Flounders, escritora estadounidense. Por su parte, Au Loong-Yu, veterano activista, escritor y miembro de Pioneer, una organización socialista de Hong Kong, se manifiesta partidario de las reivindicaciones de la población hongkonesa y considera que dicho intervencionismo "es una tontería". El cuarto está escrito por Xulio Ríos, director del Observatorio de política china, mostrando cierta equidistancia, en la que conjuga el derecho que le asiste a China como país soberano y la asignatura pendiente que tiene de democracia.
Heinz
Dieterich: “Regime change in China. Hong Kong ¿el nuevo Maidan?” (Aporrea,
25-07-2019)
“El
más grave error que puede hacer el gobierno de China es, subestimar el peligro
de la subversión occidental en Hong Kong. No se trata de un asunto local, ni de
libertades civiles, ni de democracia. Es una ofensiva estratégica de Washington
para repetir el desmembramiento de Yugoslavia y de la Unión Soviética, y
destruir al Partido Comunista de China (PCC), el único rival serio a nivel
global que tiene la élite imperial de Estados Unidos (…).
La
ofensiva de Washington está basada en el modelo subversivo occidental de regime
change, conocido como "revolución de color" (…). En términos
operativos se basa en una red mundial subversiva financiada con recursos
estatales y privados (Soros, corporaciones), que generalmente utiliza fachadas
de Organizaciones No Gubernamentales (ONG) o mediáticas (…).
Los
manifestantes de la "Región Administrativa Especial de Hong Kong de la
República Popular China" –que ni siquiera tiene el rango de una de las
veintitrés provincias territoriales (shěng)-- demandan, en nombre de la
democracia, que la gobernadora Carry Lam renuncie y que se elija
democráticamente al futuro gobernador. Cuando hablan de democracia piensan en
la democracia liberal burguesa británica y estadunidense y hablan con un
soberano desconocimiento histórico y actual de esos dos sistemas de dominación
de las burguesías imperialistas más agresivas y sanguinarias de la historia.
Olvidan, que fue la narco-democracia británica que a través de las
"Guerras del Opio" impuso a China el cese de la roca Hong Kong,
Victoria Harbor y Kowloon. Callan, que ambas democracias burguesas son
responsables de millones de muertos en Irak, Siria, Yemen y Libia, para
mencionar sólo algunas de las víctimas más recientes de sus guerras de
agresión. Y olvidan que la llegada al poder de Carry Lam, comparada con la de
Donald Trump, la hace parecer la Madre Teresa de la democracia, frente a
Dangerous Donald.
(…) el
presidente Xi Jinping comenzó a modernizar al Ejército de Liberación del Pueblo
(PLA), consciente de que no se podía confiar en Washington. Hoy día, la fuerza
militar más poderosa de la tierra es la de Rusia y la estrecha alianza
sino-rusa garantiza, que Washington no puede lograr su objetivo declarado. Más,
cuando ya perdió la guerra económica. De ahí, que la renovada agresión de
Washington en Hong Kong, Taiwan, Xinjiang y Tibet, no tiene ninguna posibilidad
de triunfar (…)".
Xulio
Ríos: “Hong Kong en rumbo de colisión” (Rebelión, 23-08-2019)
"Cuanto
más se profundiza la crisis de Hong Kong más parece que todo avanza hacia un
túnel sin otra salida que un desenlace trágico. El endurecimiento de la acción
policial no desalentó a los manifestantes (…). Hasta ahora, las concentraciones
en apoyo de los gobiernos local y central se saldaron con un modesto
seguimiento (…).
China
ya calificó el actual movimiento de intento de “revolución de color” (una
movilización que combina el recurso a la violencia y el discurso
pro-occidental). Se basa para ello en la reiteración de acciones minoritarias
de grupos radicales que no dudaron en asaltar el Consejo Legislativo o asediar
la Oficina de Enlace con el Gobierno central y hasta comisarías de policía. La
paralización pacífica del aeropuerto internacional redundará en el relato del
grave impacto económico de las protestas y Beijing ya elevó el tono para
introducir los “indicios de terrorismo”.
Las
autoridades chinas, que validaron la retirada del proyecto de ley de
extradición que está en el origen de las primeras movilizaciones masivas,
culpan de la persistencia de la crisis a las interferencias occidentales (EEUU
y Reino Unido, esencialmente) (…).
El
despliegue de banderas estadounidenses y británicas por parte de algunos
manifestantes resulta especialmente humillante para China. Y especialmente
desafortunado para cualquiera que tenga una mínima memoria de los abusos
cometidos por los occidentales en China. Que Londres se rasgue ahora las
vestiduras es un ejercicio de manifiesto cinismo cuando durante la ocupación
colonial del “Gibraltar del Este” saboteó cualquier propuesta de reforma (…).
El
vertiginoso deterioro de la situación está sirviendo al PCCh para presentar
ante la sociedad china estos movimientos como de “niños mimados” que se
“resisten a la penetración” progresiva de la influencia continental… (…).
Hong
Kong es parte de China. Sabido era que la fórmula “un país dos sistemas” tenía
fecha de caducidad (…).
¿Cuánto
tiempo puede mantenerse este tira y afloja? El 1º de Octubre, China celebrará
el 70º aniversario del triunfo del PCCh. Es previsible que Xi Jinping tiente
eludir el recurso a medidas extraordinarias, cuando menos antes de esa fecha.
Arruinaría la fiesta. Y el 20 de diciembre, Macau acogerá las conmemoraciones
del 20 aniversario de la devolución con la prevista asistencia de Xi Jinping.
Y, por último, el 11 de enero de 2020, Taipéi celebrará unas decisivas
elecciones legislativas y presidenciales en las que la crisis de Hong Kong
alienta las expectativas independentistas de revalidar mandato. Las tres fechas
son también referenciales para la oposición en Hong Kong y animan a mantener
viva la protesta.
El
PCCh es el artífice de un enorme milagro en China. Beijing anunciará el año
próximo la plena erradicación de la pobreza en su territorio. El “socialismo
con peculiaridades chinas” ya no rimará con atraso y miseria extrema. Pero
queda aun otra materia pendiente: rimar socialismo con democracia. Y será la
clave de la estabilidad en los próximos años”.
Au
Loong-Yu: “'Una nueva generación se levanta'”: testigo de larevuelta de Hong Kong” (Sin Permiso, 24-08-2019).
“La
gente de Hong Kong está sumida en una lucha decisiva contra su propio gobierno
y el Partido Comunista de China. Carrie Lam, la ministra ejecutivo del enclave,
designada por Beijing a principios de este año, intentó hacer aprobar una ley
de extradición que permitiría que los ciudadanos de Hong Kong fuesen
extraditados a China continental para ser juzgados por infringir leyes chinas
que no se aplican en Hong Kong.
Desde
1997, cuando Hong Kong fue devuelto formalmente por los británicos, el enclave
ha sido una región administrativa especial de China, con sus propias libertades
protegidas y un sistema legal independiente. El proyecto de ley de extradición
es una amenaza directa a este statu quo (…).
El
movimiento en Hong Kong ha pasado por tres etapas: la primera fue en junio,
cuando millones de personas salieron a las calles. La asamblea legislativa fue
sitiada y no hubo violencia. Hubo una radicalización de las protestas y estas
se convirtieron en un movimiento de masas (…).
La
segunda etapa se caracterizó por las manifestaciones y el asedio del
legislativo, y la juventud radical asaltó el edificio que alberga al
legislativo. Esto fue en julio. Fue una acción tremendamente radical - si
hubiera tenido lugar en Australia hubiera habido muertos. Pero en las protestas
de julio de HK no hubo ninguna víctima (…).
Agosto
ha marcado la tercera etapa, en la que ahora nos encontramos. Es importante
destacar que el 5 de agosto hubo una segunda convocatoria de huelga. Y esta vez
tuvo éxito. Un sector de la economía de Hong Kong fue decisivo para el éxito de
la huelga: los empleados del aeropuerto y de la industria aeronáutica (…).
En
cuanto a la composición del movimiento, es notable que los partidos políticos
no hayan desempeñado ningún papel importante. Sólo han jugado un papel
logístico de información legal y cohesión del Frente Civil Unido. El frente
agrupa a sindicatos y ONGs, así como a los partidos políticos (…).
El
siguiente componente son los jóvenes, especialmente los jóvenes radicales. Hay
alrededor de 10.000 jóvenes, principalmente estudiantes, dispuestos a
enfrentarse a la policía (…). Sus inclinaciones políticas son variadas y es
raro que se unan a las organizaciones políticas. Son jóvenes estudiantes
secundarios y universitarios. Realmente creen en la democracia, pero tienen una
comprensión rudimentaria de la política. Pueden ser xenófobos con los chinos
continentales (…). Al mismo tiempo, muchos jóvenes creen que es importante
ganar el apoyo de los chinos continentales para sus cinco reivindicaciones (…).
El
tercer componente es el localista xenófobo, cuyos orígenes son anteriores a los
del Movimiento de los Paraguas de 2014. Esta corriente se ha debilitado desde
2016 (…).
El
cuarto componente es el obrero: la organización sindical es importante en Hong
Kong. Fue un avance que la huelga del 5 de agosto fuese un relativo éxito,
sobre todo porque no estaba bien organizada (…).
Por
último, la cuestión de la llamada intervención extranjera. Si nos fijamos en el
movimiento de base, las acusaciones de que está controlado o financiado por el
Gobierno de Estados Unidos es una tontería. Hay dos millones de personas
tomando las calles. Hay gente que se enfrenta a la policía, que la llama
“cerdos”. Es absurdo decir que están controlados por ninguna potencia
extranjera.
(…) el
movimiento es significativo por varias razones. En primer lugar, representa el
ascenso de una nueva generación. Una nueva generación que ha crecido después de
que el gobierno chino se hiciera cargo de Hong Kong. Da una nueva energía a la
política en Hong Kong. La nueva generación es más radical (…).
La
segunda razón es que este movimiento representa un choque entre dos visiones de
Hong Kong. Una de ellas es la visión de Beijing y la otra la de la gente común.
El gobierno de Pekín ha tratado siempre a Hong Kong como una entidad meramente
económica. Han querido robar a Hong Kong su identidad política (…). La enorme
politización de Hong Kong no es debido a la intervención extranjera, sino al
Partido Comunista chino (…).
En
tercer lugar, hay un choque de dos visiones dentro de Hong Kong - el de la
gente común y el de la clase alta y los magnates. Hace treinta años, la clase
media compartía la misma visión que los magnates (…) aspiraba a una forma
liberal de capitalismo para la isla. Durante los últimos 30 años, los magnates (…)
han sido los defensores del punto de vista del capitalismo totalitario de
Beijing (…).
Por
último, la crisis de Hong Kong simboliza las tensiones del ascenso de China (…).
Hong Kong expone la debilidad de China. China es una sociedad de tipo ‘1984’.
Es muy difícil que haya cambios allí porque la sociedad es dura y cerrada. Pero
Hong Kong es diferente y es una debilidad importante”.
Sara
Flounders: “Siga el rastro del dinero que está tras las protestas de Hong Kong” (Rebelión, 26-08-2019)
“Los
medios de comunicación corporativos estadounidenses y todos los partidos
políticos imperialistas de Estados Unidos y Gran Bretaña aceptan plenamente y
apoyan con entusiasmo las cada vez más violentas manifestaciones en Hong Kong,
lo cual debería alertar a cualquier persona que luche por el cambio y el
progreso social. El imperialismo estadounidense nunca es desinteresado o
neutral.
En
las dañinas acciones participaron manifestantes con casco y enmascarados que
utilizan bombas de gasolina, ladrillos en llamas, incendios provocados y barras
de acero, ataques aleatorios a autobuses y cierres de aeropuertos y de
transporte público. Uno de los actos más provocativos fue un asalto organizado
a la Asamblea Legislativa de Hong Kong, donde unos "activistas"
destrozaron el edificio y colgaron la bandera de la Union Jack británica. En
estas confrontaciones destacan las banderas coloniales de Estados Unidos,
británica y de Hong Kong, junto con banderas y otros símbolos desfigurados de
China Popular (…).
Hay
que afirmar firmemente que si China actúa en contra de estos violentos
altercados, no invade Hong Kong. Hong Kong es parte de China. Es un problema
interno y el llamamiento a la independencia de Hong Kong es un claro ataque a
la soberanía nacional de China (…).
La
escalada de manifestaciones está relacionada con la guerra comercial, los
aranceles y el cerco militar a China impuestos por Estados Unidos.
Cuatrocientas de las ochocientas bases militares estadounidenses en el
extranjero (esto es, la mitad de ellas) rodean a China. En el mar de la China
Meridional, cerca de Hong Kong, están posicionados portaaviones, destructores,
submarinos nucleares, aviones a reacción, baterías de misiles de defensa de
alta altitud de terminales e infraestructuras de vigilancia vía satélite. Los
medios de comunicación tienen que criminalizar a China para justificar e
intensificar esta presencia militar.
El
hecho de fomentar las manifestaciones va unido a los esfuerzos internacionales
por prohibir la tecnología 5G de Huawei, la cancelación de un estudio conjunto
sobre el cáncer y la detención de funcionarios de empresas chinas. La finalidad
de todos estos actos beligerantes es ejercer la máxima presión sobre China,
dividir a sus dirigentes, desestabilizar el desarrollo económico y debilitar la
determinación de China de mantener cualquier planificación socialista (…).
Hong
Kong es un territorio robado. Durante las Guerras del Opio de 1842 Gran Bretaña
se apropió de este espectacular puerto de aguas profundas situado en el mar de
la China Meridional, en la desembocadura del río Pearl, una de las principales
vías fluviales del sur de China. Tras unas negociaciones con Gran Bretaña que
se prolongaron durante la década de 1980 los británicos impusieron a la
República Popular China otro acuerdo desigual (…).
Cuando
Gran Bretaña y China firmaron [en 1997] el acuerdo "Un país, dos
sistemas" se suponía que iban a acabar todas las intervenciones
extranjeras y las reivindicaciones coloniales sobre Hong Kong, y que China iba
a recuperar toda la soberanía. Pero los intentos por parte de Estados Unidos y
Gran Bretaña de minar el retorno de Hong Kong habían empezado antes de que se
firmara el acuerdo. Poco antes de la transferencia de soberanía y tras 150 años
durante los cuales los altos cargos habían sido designados, Gran Bretaña se
apresuró a establecer un gobierno formado parcialmente por cargos elegidos,
aunque la mayoría eran designados. Rápidamente establecieron y financiaron
partidos políticos, compuestos por colaboradores leales.
Se
canalizaron tanto abiertamente como en secreto millones de dólares a toda una
red de organizaciones de servicios sociales, partidos políticos, medios de
comunicación y redes sociales, organizaciones de estudiantes y juveniles, y
sindicatos protegidos cuyo objetivo era minar el apoyo a China y al Partido
Comunista de China (…).
En
los últimos 10 años los salarios se han estancado en Hong Kong mientras que los
alquileres han subido un 300 % (…).
Gran
Bretaña y Estados Unidos utilizaron durante décadas al pueblo de Hong Kong como
mano de obra barata. Ahora están utilizando a esta misma población para su propaganda
política barata. Esta maniobra cínica no es sino otra arma en un intento
desesperado de impedir que China continúe desarrollándose.
La
potencia corporativa estadounidense es incapaz de satisfacer ninguna de las
desesperadas necesidades de alojamiento, atención sanitaria, educación y un
entorno saludable de las personas que viven ahí. En vez de ello, en un
implacable afán de beneficios, se despilfarran enormes recursos en el
militarismo para amenazar a países de todo el mundo (…)".