Dos noticias, de la misma naturaleza, se han cruzado estos días, pero con protagonistas diferentes en barreras diferentes: Plácido Domingo y Monica Lewinsky. Como común denominador, el acoso sexual llevado a cabo por varones que se encuentran en posiciones de poder: el famoso tenor y empresario Plácido Domingo y el que fue presidente de EEUU Bill Clinton.
Domingo ha salido en la portada de los medios de comunicación por las denuncias que nueve mujeres han hecho sobre sus prácticas depredatorias sobre ellas, cuando eran artistas jóvenes y se encontraban en una situación profesional inferior y/o de subordinación. Sólo una de ellas ha dado su nombre, mientras que las otras prefieren mantenerse en el anonimato. Por lo que han contado, estamos ante la punta de un iceberg, pues la fama que tenía de acosador hacía que muchas mujeres huyesen de su presencia. La presencia de "dios", como, al parecer, llegó a decir de sí mismo en alguna ocasión por ser rechazado en sus pretensiones. El propio Domingo ha salido al paso con unas declaraciones que han llamado la atención, porque implícitamente reconoce lo ocurrido: "Las reglas y
valores por los que hoy nos medimos y debemos medirnos son distintas de las que
eran en el pasado". En efecto, lo del contexto y nada más.
Por otro lado, está lo de Lewinsky, que fue becaria en la Casa Blanca cuando la presidencia de EEUU la ocupaba Clinton. Lo ocurrido llevó a que éste estuviera a punto de ser defenestrado del cargo, después de haber mentido en un primer momento, al negar que hubiera mantenido relaciones sexuales en el despacho oval. Por aquel entonces, mediados de los noventa, quienes apoyaron a Clinton, que fue mucha gente, se lanzaron sobre la yugular de Lewinsky, tratada como una provocadora e irresponsable, haciendo escarnio acerca de su futuro profesional. Ha sido recientemente cuando, por fin, ella misma ha salido en los medios para defenderse de una cosa tan sencilla: "la gente ha
estado acaparando y contando mi parte de esta historia durante décadas. De
hecho, hasta estos últimos años no he podido recuperar mi narrativa".
(Imagen: ilustración de Cristina Daura)