miércoles, 7 de agosto de 2019

Observaciones sobre la utilización del cine en el aula

Durante el curso 1999-2000 impartí una asignatura optativa en 4º de ESO que titulé como Cine e Historia. Aunque pueda parecer extraño, por esos años -no muchos más- los centros educativos podían ofrecer materias optativas propias, lo que me permitió aprovechar la oportunidad. La experiencia fue muy interesante, pero por razones ajenas a mi voluntad no pude volver a repetirla. Al final del curso elaboré una Memoria del curso -muy detallada y que conservo en su totalidad, incluidos todos los materiales utilizados- en la que incluí unas consideraciones iniciales que llevaban el título "Observaciones sobre la utilización del cine en el aula". Se trataba, esto último, de una versión reducida de otra especie de introducción que escribí años antes para el trabajo "Cine e Historia en el aula. La historia del oeste americano a través de Bailando con lobos". Llevado a cabo durante el curso 1995-96, formó parte de las actividades del Seminario Permanente "Innovación educativa y diseño curricular en CC.SS., Geografía e Historia en la comarca de La Janda", que estuvo en funcionamiento entre los años 1991 y 1995. Creo que el texto puede resultar interesante, a modo de reflexiones y también
-por qué no- de testimonio de mis tiempos como docente.  


La utilización del cine en las aulas es una práctica muy extendida, clara muestra de la presencia que tiene esta manifestación cultural en la sociedad de nuestros días. Es una  práctica muy extendida entre el profesorado de Ciencias Sociales, Geografía e Historia, ya que posibilita un acercamiento sobre hechos reales o una representación de los mismos, y que permite un cierto tratamiento empático de los mismos. Es frecuente la selección de películas o alguna parte de las mismas para emitirlas como ilustración directa del tema que se esté tratando. Esto, en sí mismo, es una manera poco complicada de ilustrar mediante imágenes la información oral o escrita de la época a estudio.

Podemos destacar una triple perspectiva para el tratamiento del cine en el aula: como lectura histórica de la película, como narración cinematográfica de la película y como parte de la propia Historia del Cine (José Enrique Monterde: Cine, historia y enseñanza. Editorial Laia, Barcelona, 1986). La primera de ellas, la lectura histórica, supone el tratamiento del momento en que se crea la obra y el reflejo que dicho contexto realiza sobre la propia película. Es la propia historicidad del cine, como un documento de la época de realización y donde podemos detectar distintos aspectos de la misma con más o menos claridad. El trasfondo ideológico no es ajeno a lo que decimos. Este tratamiento entraña una doble dificultad para el aula: de un lado, la que se deriva de simultanear dos perspectivas temporales (la del momento en que se hace la película y la que nos narra la película); de otro lado, la que se deriva de indagar en la información escondida que el autor aporta consciente o inconscientemente. Cuanto mayor sea el nivel académico, mejor se adapta a las posibilidades del alumnado, por lo que, en un principio, habría que descartar su uso en los niveles obligatorios de la educación.

La segunda de las utilizaciones, la narración histórica cinematográfica, se refiere al propio género histórico. Género donde es frecuente que se le dote de un fuerte contenido épico, como una variante estilística del género de aventuras, pero con la carga ideologizante que conlleva. Ha sido muy utilizado para crear superproducciones que han generado marcas de recaudación y en el número de espectadores. El uso de personajes históricos relevantes (reyes, jefes militares, jefes religiosos, etc.) ha sido la principal forma de orientarlo, lo que a su vez refleja una concepción histórica determinada, con predominio de lo político, de los grandes personajes, etc. La distorsión de la propia historia por distintas razones (ideológicas, comerciales, etc.) ha sido una de las consecuencias más funestas. En ocasiones se han hecho películas donde se intenta matizar estas orientaciones y se han conseguido logros más serios. El cine histórico, pese a las limitaciones señaladas, resulta posiblemente la forma más fácil de tratamiento en el aula en todos los niveles, ya que enlaza con las observaciones que hacíamos al principio: ilustración de una época, acercamiento empático del espectador, etc.

El último de los usos, el de la propia Historia del Cine, es el que en sí mismo tiene un carácter más específico, siendo más adecuado para un alumnado de cursos superiores. No quiere decir esto que no pueda ser utilizado, por ejemplo, en el segundo ciclo de ESO o en el bachillerato como una materia optativa que se adecúe al gusto e interés de determinado alumnado.