En el caso del FLP todo quedó en lo que pudo ser, pues en su rápida y corta crisis, fragmentación y desaparición tuvo mucho que ver un hecho de primer orden: el origen de clase de la mayor parte de sus militantes, procedentes de los estratos sociales medio-altos y altos, sin que faltara su vinculación a la dictadura. La rebeldía de buena parte de esos cachorros del régimen devenidos en antifranquistas duró lo justo hasta que llegó el momento de situarse profesionalmente. Y dados los tiempos que corrían, todo se aceleró. Entre las postrimerías del franquismo y el inicio de la Transición fueron acomodándose donde les fue correspondiendo. En ese grupo estuvieron políticos y profesionales conocidos, más alguna mujer también conocida. Como muestra merece la pena mencionar a una parte: los también "padres de la Constitución" Miquel Roca i Junyent (CDC) y Jordi Solé Tura (PSUC-PCE y luego ministro con el PSOE); los ministros José Luis Leal (UCD), Narcís Serra (PSOE), Julián del Campo (PSOE), José María Maravall (PSOE), Ernest Llluch (PSOE)...; la catedrática y preceptora del príncipe Felipe, hoy ya monarca, Carmen Iglesias...
Pérez-Llorca pertenecía a una conocida familia franquista gaditana, con padre médico militar. Su rebeldía acabó cuando, acabada la carrera de Derecho, se orientó primero a la carrera diplomática y luego accedió a la plaza de letrado de la Cortes... franquistas. Se unió pronto al proyecto reformista liderado por Suárez, hábil en el encargo de acelerar el desmantelamiento de las instituciones franquistas, y ocupó por ello puestos de primera fila. Fue por ello miembro de la comisión constitucional y, sucesivamente, ministro de Presidencia, Administración Territorial y Asuntos Exteriores. Siendo fiel a su mentor político, acabó formando parte de quienes lo dejaron en la estacada. Desde su puesto al frente de las relaciones exteriores pujó con fuerza para la integración en la OTAN (en lo que Suárez se mostraba reacio). Ya con Leopoldo Calvo Sotelo al frente del gobierno, fue el artífice de esa integración en 1981. Luego, tras la victoria del PSOE en 1982 y desaparecida UCD, se dedicó a labores profesionales en su bufete de abogacía y a otras del mundo de los negocios. Como suele ocurrir en estos casos, el dinero (del que tenía más que mucho) llama al arte, llegando a presidir el patronato del Museo del Prado.
Se le conoció durante su etapa como político como el "Zorro plateado", un apelativo apropiado y acorde con la realidad. De pelo cano, pese a sus treinta y tantos años, actuaba con la astucia propia de quien supo nadar, guardar la ropa y conseguir lo que quería.