Publiqué hace un par de semanas una entrada sobre un asunto que me estremeció hondamente: mi colegio de la
infancia, el Francisco de Vitoria de Salamanca, fue un campo de concentración. Es
lo que se recoge en el libro de Carlos Hernández Los campos de concentración de Franco. Sometimiento,
torturas y muerte tras las alambradas (Madrid, Ediciones B, 2019) y algo de
lo que también se informa en la página electrónica del colegio.
Al poco
recibí un correo electrónico de mi hermano Juan Miguel donde me remitía dos
noticias aparecidas en el diario El
Adelanto. Una, con fecha 31 de diciembre de 1940, en cuya página 3 se decía
que existía preocupación por parte del Ayuntamiento por la falta de escuelas en
la ciudad y se anunciaba la reanudación de las obras del conocido entonces como
“Grupo Escolar Central, interrumpidas al estallar la guerra”. La previsión de
su culminación sería “el verano próximo [lo que] permitirá que para el comienzo
de curso 1941-42 catorce nuevos grados, con una capacidad para ochocientos niños
de ambos sexos, comiencen a funcionar”. La segunda noticia, del 14 de enero de 1941,
informaba del inicio de las obras y ya se refería al centro con el nombre de “Francisco
de Vitoria”.
Ayer en el programa
El Intermedio de La Sexta apareció una entrevista a Carlos
Hernández y se hizo alusión a una dirección electrónica, Los campos de concentración de Franco, en la que se ofrece una información de máximo interés sobre los casi 300 campos que por ahora se ha documentado su existencia. Aparece, así mismo, un mapa interactivo en el que se puede obtener una breve descripción de las características de cada campo. En la provincia de Salamanca se ubicaron dos: el de Ciudad Rodrigo y el de la capital, que,
coincidencia o no, se trata de las cabezas de las dos diócesis de la
provincia.
Del
primero se dice lo siguiente: “Campo estable. Ubicado en el monasterio de la
Caridad con capacidad para 2.000 prisioneros. Aunque fue utilizado como centro
de detención desde agosto de 1936, como campo de concentración oficial operó,
al menos, entre marzo y septiembre de 1939. El edificio permanece en pie.
Empezó a reformarse para ser reconvertido en hotel de lujo, pero actualmente
las obras se encuentran paralizadas”.
Y
en cuanto al de la capital: “Campo
estable. Ubicado en el Grupo Escolar Francisco de Vitoria. Tenía capacidad,
oficialmente, para 1.500 prisioneros. Operó, al menos, entre abril y septiembre
de 1939. Hoy el edificio mantiene su nombre y la finalidad para la que fue
construido”.
Por
lo que se desprende de esto último, y que se sepa por ahora, fue dedicado a la
función represiva no durante la guerra, sino a su término, casi tres años
después del inicio. No debemos olvidar que la provincia de Salamanca, más allá
de ligeros conatos de resistencia, estuvo desde el primer momento dentro del
territorio controlado por los militares sublevados. Era el signo de los
tiempos: la prioridad, la represión; la educación, para más tarde.