Es lo que ha decidido una jueza británica, que incluso en pocos días va a decidir sobre su posible puesta en libertad condicional. Inmerso desde 2010 en una serie de acusaciones rocambolescas tras la creciente publicación desde años atrás de información altamente comprometida en su portal electrónico Wikileaks, se refugió en 2012 em la embajada ecuatoriana en Londres, ya que EEUU había solicitado su extradición. En abril de 2019 el nuevo gobierno ecuatoriano, sumiso a los intereses estadounidenses, acabó entregándolo a las autoridades británicas, siendo condenado al poco tiempo a un año de cárcel por haber violado la libertad condicional en 2012. Pese a haber cumplido ya esa condena y estar recluido en unas condiciones muy duras, han tenido que pasar varios meses para que se haya decidido su no entrega a EEUU.
Las acusaciones que penden sobre Assange desde la justicia estadounidense son muy duras, basadas principalmente en la revelación de secretos de seguridad y espionaje. Sin embargo, nos encontramos ante un caso claro de vulneración de la libertad de información. No le perdonan que se pusieran al descubierto los entresijos de las actuaciones llevadas a cabo por los aparatos de seguridad de EEUU, como crímenes de guerra, violación de derechos humanos o abusos de poder, sin contar la red de corrupción financiera que conlleva.
Como un subproducto de ese océano de información, del que hasta ahora y por distintas razones se ha publicado muy poco, conocimos en su día lo ocurrido con los famosos "papeles de Panamá" y la involucración en ellos de insignes empresarios españoles, miembros de la familia real o el ministro Manuel Soria. Ayer mismo Público informó acerca de las maniobras llevadas a cabo por EEUU durante los momentos finales del franquismo y primeros años de la Transición, incluidos los vínculos con Juan Carlos I, como se desprende de los papeles de Wikileaks.
La solidaridad internacional hacia Assange ha estado presente desde el primer momento. Por mi parte varias han sido las entradas que le he dedicado desde que en 2010 se viera inmerso en una persecución despiadada. Esperamos que la decisión de la justicia británica suponga que sea puesto en libertad. La dignidad, la salud y hasta la vida de Assange están en juego. Porque "la verdad no es un crimen".
(Imagen: Público).