A mediados del mes de diciembre del año pasado vi la entrevista que Juan Carlos Monedero hizo al director de cine Luis López Carrasco en su programa En la Frontera. El motivo de su presencia fue la película El año del descubrimiento, realizada en forma de documental y estrenada en 2020. Hace unos días recibí un correo de mi amiga Magdalena, en la que me adjuntaba el enlace de la película, y esta mañana la he ocupado en ver los 200 minutos de su duración.
Sí, más de dos horas, que pueden parecer demasiadas, pero que no lo son. Su desarrollo, cargado de una gran intensidad, resulta muchas veces emocionante, pero las más te llena de rabia. Si no la misma que tuvieron que sufrir quienes protagonizaron los hechos que dan el contenido al trabajo, sí al menos la rabia que te sale del corazón. Porque lo que se nos está ofreciendo es una especie de crónica de un episodio de sufrimiento humano.
El título alude al centenario -cinco siglos- del descubrimiento de América, que en nuestro país se expresó en la celebración de dos eventos de gran trascendencia internacional: los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Expo Universal de Sevilla. Fueron la apoteosis del mandato gubernamental de una década protagonizado por el PSOE, con Felipe González al frente. Y fueron el símbolo de una nueva época, basada en la modernidad -palabra fetiche en el psocialismo y el felipismo-, que introdujo definitivamente a España en el marco del europeísmo y el atlantismo. El mismo que en esos momentos se había llenado de dos ingredientes fundamentales: la expansión del neoliberalismo económico y la hegemonía unipolar de EEUU tras el fin de la Guerra Fría.
Pero todo ese mundo, vendido por quienes mandaban y asumido por mucha gente como idílico, tuvo su envés. Desde años antes nuestro país conoció un proceso de desindustrialización sin precedentes, que afectó con dureza a sectores como el naval, la siderurgia, la metalurgia y la minería. Fue uno de los peajes a pagar para entrar en el club de la Comunidad Europea, renombrada desde 1993 como Unión Europea. Fue el momento que empezamos a convertirnos en "un país de camareros", como se decía. El punto de partida de un crecimiento económico que en poco tiempo hizo del turismo y la construcción, incluidas la especulación y desregulación laboral, dos de sus pilares.
La película tiene como epicentro la comarca de Cartagena, uno de los polos industriales del país y cuya economía se sostenía por la actividad de los sectores antes aludidos. Escenario de una conflictividad que iba en aumento, paralela a la realidad de los despidos y los anuncios de cierre de empresas. Miles de familias iban viendo cómo el medio de subsistencia empezaba a perderse, a la vez que miraban el futuro con algo más que incertidumbre. Y después de meses de manifestaciones, casi diarias, y, ante la indiferencia de quienes dirigían el estado, la comunidad y el municipio, su lucha se fue transformando en rabia e ira. La violencia estructural del sistema, que tuvo en esos años como gestor al PSOE, se cernió sobre esa comarca y sus gentes. Tampoco faltó la violencia directa que ejercieron sin piedad las huestes de la represión. Y fue en febrero de 1992 cuando se produjo el estallido con el incendio del parlamento regional. Quién y cómo se originó se desconoce. Fuera lo que fuera, se unió al grito de colectivo de quienes veían cómo se les estaba ninguneando.
A lo largo de la película van desfilando numerosas personas. Protagonistas o testigos de ese ayer. O jóvenes y menos jóvenes del presente. Se han ofrecido para dejar constancia sin pudor de lo que hicieron, vieron, les contaron o simplemente de no saber lo que ocurrió. Sobrecoge el silencio del momento en que ven las imágenes del incendio. Comentan, evalúan, disienten y divagan sobre lo que está pasando en nuestros días. Observamos las perspectivas vitales de quienes tienen menos años, y la mezcla de orgullo y nostalgia que se mantiene entre quienes ya se han jubilado. Tampoco falta quien añora el régimen franquista.
Todo ese continuum de conversaciones nos ayuda a entender mejor el mundo de nuestros días. Y sus contradicciones. Incluso el porqué del avance arrasador de la derecha y la ultraderecha en la comunidad murciana. Y es que, como dice al final de la película un líder sindical de ese momento, "la reconversión industrial en Cartagena le quita el poder al Partido Socialista en los próximo 25 años y se lo da al Partido Popular".