He leído el artículo de Juantxo López Uralde "La mina de uranio de Berkeley, una amenaza evitable", aparecido esta mañana en el diario digital Público. El diputado de Unidas Podemos se refiere al proyecto que la empresa australiana Berkeley sigue desarrollando en el término municipal de Retortillo (Salamanca), aprovechando los recursos existentes en la zona, que en décadas pasadas sirvió, a través de la mina de Saelices el Chico, para el abastecimiento de buena parte del mineral que se procesaba con fines industriales y energéticos.
López Uralde, sólo en lo referente a la posible explotación de la mina en Retortillo, señala lo siguiente: "Un reciente estudio de investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid confirma que los agentes meteorológicos pueden provocar la dispersión y disolución de los minerales presentes en zonas de minas de uranio antiguas y transportarlos hasta los acuíferos y la transferencia de contaminantes a la cadena trófica".
Y es que los riesgos de lo nuclear, en sus distintos modos de uso (civil y militar) y en cada una de las fases del tratamiento, son evidentes. Más allá de los casos más llamativos y dramáticos (Chernobil, Fukusima...), la mayor parte de las consecuencias son desconocidas por la opinión pública. El lobby nuclear es muy poderoso, pese a los esfuerzos que se hacen desde el movimiento ecologista y la resistencia que suele darse en las zonas afectadas por lo nuclear.
Salamanca es una provincia donde lo nuclear sigue presente (fábrica de combustible nuclear en Juzbado, proyecto Berkeley...). Pero nunca ha faltado la lucha ciudadana para combatirlo, así como la actividad de grupos ecologistas, entre los que se encuentra el veterano Comité Antinuclear de Salamanca, que hunde sus raíces en los años centrales de la década de los 70. Las movilizaciones siempre han estado presentes, como la habida hace un par de años en el mismo Retortillo y que fue un gran estímulo. Pero no pueden perderse.
Allá por 1986, en plena conmoción del accidente ocurrido en Chernobil, mi amigo Nicolás Martín Sosa fue claro cuando advirtió sobre quienes "tratan de apartar de [las] mentes [de la gente] el auténtico fantasma que esta tecnología cierne sobre nuestras vidas"*. No está de más recordarlo.
*Nicolás M. Sosa: "Chernóbyl nunca más. Informe sobre la inseguridad nuclear" (Comité Antinuclear de Salamanca, junio de 1986).