Hace unos días el miembro de la Cámara de Representantes Ted Yoho le soltó un "maldita/jodida perra/zorra/puta" (según se quiera traducir la expresión) a su colega Alexandria Ocasio-Cortez. Un insulto que fue captado por varias personas que presenciaron en los pasillos de la sede parlamentaria una discusión entre dos representantes republicanos y la congresista por Nueva York, miembro del partido Demócrata. Ésta, en una de sus intervenciones, había relacionado la subida de robos y hurtos en su ciudad con los problemas que hay en muchas familias para poder adquirir alimentos, poniendo el acento del problema en la desigualdad y la pobreza.
Demasiado para un varón, blanco, empresario y miembro del Partido Republicano, que acabó autorretratándose en toda su dimensión como clasista y macho. Y es que el escándalo provocado por su insulto fue tal, que se vio obligado a pedir disculpas en la misma sede de la cámara alta estadounidense. Pero, claro, a su manera. Primero, diciendo que no dijo lo que dicen que había dicho, pero que si sus palabras habían molestado que las retiraba. Luego, haciendo gala de ser buen marido y buen padre, recordando que tenía esposa y dos hijas. Y, por supuesto, dejando constancia de su profesión de fe religiosa, familiar y patriótica con un "no me puedo disculpar por mi pasión o por amar a Dios, mi familia y mi país".
La respuesta de Ocasio-Cortez fue rotunda. De origen puertorriqueño, socialista y perteneciente a una nueva generación de congresistas en su partido, más sensible a los problemas sociales, feministas y antirracistas, pronunció un discurso donde desarmó la ideología del heteropatriarcado y la doble moral de quienes la profesan. De los diez minutos que duró su alegato, dijo frases como éstas:
"todas las mujeres nos hemos tenido que enfrentar a esto, de alguna forma, en algún momento de nuestras vidas (...). Este tipo de lenguaje no es nuevo para mí (...) y ése es el problema, (...) que no es puntual. Es cultural. (...), es una cultura de la impunidad, de la violencia, el lenguaje violento contra las mujeres y una estructura de poder que lo apoya (...) [El señor Yoho] vino a esta Cámara a poner excusas sobre sus actos y no estoy dispuesta a pasar por ahí (...). Me parece inaceptable usar a las mujeres. Nuestras mujeres, nuestras hijas como escudo y como excusa de un comportamiento deplorable (...). Yo también soy hija de alguien (...). Mis padres no me criaron para aceptar los insultos de un hombre".