Da un aviso sobre la decisión tomada por el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, de crear un grupo de 100 economistas para estudiar la situación en que nos encontramos tras las arremetidas de la pandemia del covid-19. Algo que en sí mismo ya es reducionista a la hora de entender la realidad.
También da una advertencia y es que su diagnóstico de la crisis es claro: "es ecológico-ambiental, y (...) viene (eso sí) generada por causas eminentemente económicas". Un fuerte varapalo al gremio de expertos (lo expreso en masculino, pues conozco a pocas mujeres) de esa rama del conocimiento, que en los medios académicos, políticos y financieros no paran de pontificar acerca de lo divino y de lo humano, a la par que han desatendido todo lo que concierne a la "conservación de los recursos naturales y la protección del medio ambiente".
Y por último, no le falta dar un consejo: que esa comisión, mesa o grupo de asesoramiento la compongan "cincuenta ecologistas (entre ellos, no menos de diez “economistas ecológicos”, de los que la lista que critico prescinde olímpicamente, supongo que por radical ignorancia de su existencia); diez sociólogos/antropólogos de los que entiendan el mundo que viene; diez filósofos de entre los que menos escriban en la prensa; diez ingenieros/científicos naturales excluyendo, en principio, a los de Caminos, los Agrónomos y los de Telecomunicación, así como a los Físicos; diez economistas jóvenes, que sepan de termodinámica; y diez poetas, que digan con libertad qué piensan de sus compañeros y, por supuesto, de sus textos expertos".
Suscribo todo lo que ha escrito. Y añado o, mejor, matizo: que sea paritaria. Y puesto a seguir matizando, sobre la presencia de poetas dejo como muestra dos poemas, a modo de colofón:
La madre Tierra
Me quemé los labios en tu piel de hielo,
semejante al de la muerte, tan hondo, tu abrazo.
Me voy, tierra.
Me voy para poder amarte.
(Manuel Rivas).
De qué se alimentan los ciervos (fragmento)
(...)
Y
tenemos, no la fe,
sino
esperanza
en
que nuestras raíces
también
sean voladoras.
Porque
queremos revivir
el
tacto de la mano de una madre
y
aún ignoramos
de
qué se alimentan los ciervos.
Y las palomas de alcorque.
Y las palomas de alcorque.
(Marta Sanz).