Hoy se han hecho públicos los avales recibidos por las tres candidaturas del PSOE. Los más de 63.000 de Susana Díaz sólo superan en 5.000 a los de Pedro Sánchez, quedando bastante lejos Patxi López, con tan sólo 12.000. Apenas ha habido sorpresas en el orden, pero no así en la cuantía obtenida por Díaz y Sánchez, y, sobre todo, en la escasa diferencia, teniendo en cuenta el enorme apoyo del aparato con que contaba la dirigente andaluza. Las espadas, pues, están en lo alto. Está por ver qué hará López: si mantiene su candidatura o la retira; y qué harán sus potenciales apoyos, bien mostrando fidelidad o bien optando por cualquiera de las otras dos candidaturas.
Sospecho que la fisura en el PSOE es grande y que, pase lo que pase, se producirá un distanciamiento de la parte perdedora. Salvando las distancias, lo ocurrido en Francia acerca del comportamiento de buena parte de la dirigencia de PSF, nos da algunas pistas: ¿ha apoyado a Benoit Hamon, el candidato oficial, vencedor de las primarias?, ¿o ha preferido a Emmanuel Macron, el tapado de François Hollande, Manuel Valls y demás?
El sino de la antigua socialdemocracia, devenida desde hace tiempo en social-liberalismo y finalmente en neoliberalismo puro y duro, está decantándose por un camino más que tortuoso. Dentro de un par de semanas sabremos si la militancia respetará lo reflejado en los avales o si éstos no han dejado de ser más que un mero compromiso. Dos semanas para salir de dudas, que no son pocas.