Los resultados de las elecciones presidenciales de EEUU siguen trayendo cola. A finales de año la CIA lanzó la acusación sobre el origen ruso de los ataques de piratas informáticos a las cuentas de correos de los equipos de compaña de Donald Trump y Hillary Clinton. El que Wikileaks reprodujera numerosos correos relacionados con Clinton, supuso que las informaciones aireadas sirvieran para establecer una especie de conspiración contra la candidata demócrata, urdida desde Rusia y apoyada por grupos diversos.
Según recoge la agencia RT, Julian Assange, uno de los fundadores de Wikileaks, ha declarado recientemente que el responsable del fracaso electoral ha sido el propio Partido Demócrata, cuyo Comité Nacional orquestó durante las primarias una campaña contra Bernie Sanders. Se trataba de un candidato que, como se ha indicado desde distintos ámbitos políticos, podría haber competido mejor que Clinton frente a Trump en la disputa por la presidencia del país. Su perfil personal y, sobre todo, su programa de reformas contrario en gran medida al conocido como establishment estadounidense (él mismo se declara socialista) podrían haber sido dos elementos importantes para atraer a parte del voto de origen blanco y obrero que se inclinó por Trump o el que se fue a la abstención por no querer dar su apoyo a Clinton.
Sobre las supuestas interferencias rusas, Assange ha sido categórico cuando ha dicho que "hasta un niño de 14 años podría haber hackeado los correos de Podesta", el jefe de campaña del Partido Demócrata.
Y precisamente John McAfee, uno de los personajes más relevantes del mundo de la informática, como fundador y programador de su conocida empresa antivirus, ha descartado que Rusia haya estado detrás de esos ataques. Entre otras cosas, porque la forma que se ha utilizado ha sido muy rudimentaria. Ironizando, ha llegado a decir de los servicios de inteligencia rusos que podrían haber dicho: "¡Vamos a utilizar el código del año pasado que contiene solo un par de
errores!".
Se trataría, pues, de unos errores de seguridad muy graves, pero en todo caso consecuencia de una gran torpeza. Hasta punto que, como ha señalado el propio Macfee, "cada persona puede conectarse a la denominada web
oscura, descargar los programas 'malware' necesarios y 'hackear' a alguien y
así actuó ese 'hacker', quien había descargado el programa hace un año y medio
y no aplicó esfuerzos para renovarlo. [Por eso] no fue un ataque
informático organizado y detrás del mismo no está ningún Estado".
Ya en la edición de diciembre pasado de Le Monde Diplomatique en el artículo "El desconcierto de la 'intelligentsia' estadounidense" se daban algunas claves de por dónde pueden ir las cosas.