De las cinco últimas víctimas que hay que añadir a la fatídica
lista (a una de ellas, una mujer de Vinarós asesinada el día 24 de noviembre,
ya me referí post scriptum en la entrada antes referida), dos
murieron en noviembre y tres lo hicieron en diciembre.
En noviembre destaqué la localización geográfica de las víctimas,
teniendo en cuenta que había determinados territorios donde su número era más
elevado. Los últimos datos coinciden con las zonas donde la violencia mortal ha
estado más presente: 3 de las mujeres eran de dos provincias valencianas; 1, de
Barcelona; y 1, de Guadalajara.
A modo de resumen de 2017, estos son los datos por comunidades: Madrid, 9 (16,1%); Cataluña, 9 (16,1%); País Valenciano, 8 (14,3%); Castilla-La Mancha, 8 (14,3%); Andalucía, 7 (12,5%); Canarias, 5 (8,9%); Murcia, 3 (5,4%); Extremadura, 2 (3,6%); Galicia, 2 (3,6%); Castilla y León, 1 (1,8%); País Vasco, 1 (1,8%); Navarra, 1 (1,8%).
Por provincias destacan Madrid (9/16,1%) y Barcelona (8/14,3%), que son las más pobladas con diferencia. Luego le siguen Valencia (4/7,1%), Murcia (3/5,5%), Santa Cruz de Tenerife (3/5,4%), Almería (3/5,4%), Toledo (3/5,4%) y Ciudad Real (3/5,4%).
Por zonas más amplias, el arco mediterráneo que va de Barcelona a Granada concentra a 25 víctimas (44,7%) y la parte central (Madrid, Extremadura y las dos Castillas), 20 (35,7%). De estas últimas destaca Castilla-La Mancha, con 8 mujeres víctimas (6/10,8%, en Ciudad Real y Toledo) y otras 2 menores de edad.
En el caso de las víctimas menores de edad, las 4 habidas en total se reparten por igual entre Madrid y Ciudad Real. Esta última provincia en términos relativos ha sido escenario de una violencia bastante elevada: 3 mujeres y 2 menores, correspondientes a dos episodios donde el autor se cebó tanto con la madre como con los vástagos.
En todo caso, se trata de unos datos que reflejan, a modo de punta de un iceberg, una realidad altamente preocupante. El heteropatriarcado dominante sigue haciendo de las suyas. Combatirlo debe ser una prioridad.