La puesta en escena de G.I.T. "Posteatro" resultó muy interesante y original. Un escenario sencillo con varios objetos a los que dotaron de una gran versatilidad. Una música muy apropiada, desde la propia del cine mudo que se repetía entre cuadro y cuadro hasta la que ponía fin a cada historia. Y el nexo común de las ocho historias, ante todo, las relaciones entre los sexos. Con humor, con amor, pero también dejando paso a la reflexión.
¿Qué vimos? Pues, en primer lugar, dos monólogos: el triste "Lapislázuli" que interpretó Azu y que nos trajo el recuerdo de la real Beatrichi barbateña; y el simpático "Bocadillo de higadillos", con un Juanjo provocador de una permanente hilaridad. También cinco diálogos a dúo: la ingenuidad de dos aspirantes a artistas en "Profesionales" (Juanjo y Montse); un retrato crudo de la lucha por la supervivencia de dos mujeres, en "Entre rejas" (Pili y Azu); la mezcla de recuerdos e ilusiones tan distantes de dos vejetes, en "Aguda espina dorada" (Montse y Pili); la inocente rivalidad entre dos enfermas, en "Buenos días, señor doctor" (Juanjo y Azu); y la sátira del psicoanálisis, en "Complejo de mucha castración" (Montse y Pili). Y por último -que en realidad fue el primer cuadro representado- "Una cuestión de honor", con Gabriel, Juanjo y Montse poniendo en solfa el tema clásico del honor.