El título apunta a algo que resulta de gran importancia: el empleo del término dictadura. Porque cuando se habla de ciencia y técnica no se debe hacer como algo que es neutral en sí mismo. Y en el caso que nos ocupa del ciberespacio debemos tener en cuenta quiénes están detrás en la elaboración, tratamiento y distribución de los medios técnicos y los contenidos. Lejos de estarlo quienes nos prodigamos con mayor o menor frecuencia a través de las redes, en ese detrás se encuentran verdaderos grupos económicos y políticos que actúan con sus propios intereses, que no buscan otra cosa que la dominación.
Y es en ese contexto donde tiene sentido la presencia en el título de un segundo término: el algoritmo. Un concepto de naturaleza matemática, que se convierte en el instrumento para conseguir esos fines. Todo lo que dejamos en el ciberespacio, consciente o inconscientemente, es procesado a través de complejos, pero efectivos, programas informáticos. Desde ellos se obtiene la información suficiente para seleccionar a las personas en puestos de trabajo, inducir al consumo de determinados productos, recibir mensajes políticos, ocultar lo que no interesa que sea difundido y así un largo etcétera.
El documental se basa principalmente en las cosas que ocurren en Cuba. Lo que tiene sentido en una isla que lleva sufriendo un bloqueo y un acoso desde hace seis décadas por parte de su poderoso vecino del norte. Bloqueo y acoso que han ido adquiriendo diversas formas. Una de ellas en la actualidad está operando a través del ciberespacio, donde ya más de cuatro millones de personas hacen uso de él.
Pero el contenido del documental, así como su interés consiguiente, puede proyectarse sobre el conjunto de la población mundial. Porque el empleo de internet y su derivación en las distintas redes sociales mediante a través de ordenadores y teléfonos móviles internet son una realidad que abraca al conjunto de países del planeta.
El estado de cosas que se ha creado nos está llevando a sentirnos libres cuando hacemos uso de las redes sociales electrónicas. Una ilusión que, como ocurre con tantas otras que no controlamos, no deja de ser una falsa mirada de la realidad. O, a lo sumo, como señala en el documental la doctora en periodismo Rosa Miriam Elizalde, lo que podemos conseguir son "burbujas de confort".
La propuesta que se hace en La dictadura del algoritmo es un llamamiento a la responsabilidad. Las ventajas que nos ofrece la informática y sus aplicaciones en el mundo de la comunicación son considerables. Descartarlas no tiene sentido, como tampoco lo tiene con tantos otros logros en el mundo de la ciencia y la técnica. Pero como su empleo no es en sí mismo neutral, debemos imprimir el sentido de la responsabilidad suficiente para que no nos dejemos manipular.