Lo ocurrido los pasados 15 y 16 de mayo en Chile, con motivo de las elecciones a la Convención Constituyente, puede considerarse como un paso más del terremoto político que el país lleva viviendo desde hace dos años. Las masivas y sucesivas movilizaciones populares en demanda de la ruptura con el sistema político heredado de la dictadura militar están teniendo consecuencias importantes. El estallido se inició como una respuesta a la subida en el precio del transporte urbano, pero pronto se amplió en todos los órdenes de la vida, ya que, como se gritaba en los espacios públicos, "no son 30 pesos, son 30 años".
La primera de las consecuencias políticas fue que el presidente Sebastián Piñera se vio obligado a convocar un referéndum para que se iniciara un proceso constituyente. Se abría el camino para poner fin al marco legal que arropaba un modelo neoliberal en lo económico y elitista en lo político. Luego vino, en octubre del año pasado, un triunfo arrollador de quienes defendían el cambio constitucional. Y ahora han sido las elecciones para la Convención Constituyente, cuyos resultados han dado lugar a tales sorpresas, que el país ya no será como antes. A ello debemos unir la convocatoria simultánea de elecciones municipales y para las gobernaciones provinciales, donde también se han dado sonoras sorpresas.
El referéndum de octubre y sus particularidades
El modelo aprobado en el referéndum de octubre estableció algunas particularidades, cuyo contenido y sus repercusiones están siendo de gran importancia. Una es la paridad de sexo/género en la representación, de manera que ninguno se imponga sobre otro. Otra es el número de escaños, fijado inicialmente en 155, pero con un añadido: a los pueblos originarios se les reserva 18 escaños, 9 de los cuales son electivos directamente y los otros nueve se suman a los 155, para dar un total de 164. Por último, se prevé la posibilidad de un bloqueo cuando un tercio de representantes lo solicite, evitando de esta manera que una mayoría, aun cuando sea de hasta dos tercios, se imponga a la minoría.
¿Y qué ha ocurrido finalmente? Vayamos por partes.
La participación y los resultados electorales
De entrada, la participación, que ha sido del 41'5%, lo que se sitúa en unos niveles bajos. Pese a ello, conviene recordar que en las elecciones presidenciales de 2017, donde fue elegido el conservador Sebastián Piñera, se quedó en el 46'7% en la primera vuelta y en el 49% en la segunda. Tampoco se llegó a la mitad del electorado en las elecciones habidas en 2013, cuando fue elegida la socialista Michelle Bachelet. Y en los dos casos, sin una pandemia de por medio.
En cuanto a los resultados, he aquí un resumen:
Chile Vamos (derecha conservadora): 20'56% y 37 escaños.
Lista del Apruebo (antigua Concertación: Democracia Cristina y Partido Socialista): 14'46% y 25 escaños.
Independientes por una Nueva Constitución (derecha): 8'84% y 11 escaños.
Apruebo Dignidad (Partido Comunista y Frente Amplio): 18'74% y 28 escaños.
Lista del Pueblo (movimientos sociales e independientes de izquierda): 16'37% y 27 escaños.
Pueblos originarios: 17 escaños.
Otros (independientes de izquierda): 11 escaños.
Resulta llamativo que Chile Vamos, la candidatura más conservadora y con la presencia de los sectores vinculados al pinochetismo, haya obtenido sólo una quinta parte de los votos, 7 escaños por debajo de los 43 necesarios para poder ejercer el bloqueo.
La izquierda, por su parte, ha sumado alrededor del 35% de los votos y 54 escaños entre Apruebo Dignidad (9 de Revolución Democrática, 7 del Partido Comunista, 6 de Comunes, 4 de Verdes, 1 de Convergencia Social y 1 del Partido por la Igualdad) y Lista Popular (26).
Las posibilidades que ofrece la Convención Constituyente
Nos encontramos, en primer lugar, ante una derrota sin paliativos de los grupos que han sustentado el sistema, tanto en la derecha conservadora como en el centro/centro-izquierda que representaba la Concertación. El propio Piñera lo ha reconocido y en los medios de comunicación del sistema aún se está viviendo una situación de choque.
En el caso de la derecha conservadora llama atención el hecho de que necesitaría el apoyo del centro o el centro-derecha (los 11 escaños de Independientes por una Nueva Constitución y los 2 de una Democracia Cristiana prácticamente desaparecida) para poder bloquear una posible Constitución avanzada. Eso sin tener en cuenta los apoyos que podría conseguir de los independientes no definidos (11) o pendientes de lo que acabe haciendo el centro-izquierda, bien del Partido Socialista (15) o bien otros grupos menores.
En el otro lado del espectro político, la izquierda, formada en torno a Apruebo Dignidad y Lista Popular, y que ha superado en 6 escaños a la derecha, ha sido, si no la triunfadora, sí la que ha conseguido una representación que puede condicionar que se pueda aprobar una futura Constitución mucho más avanzada que la actualmente en vigor. A ello hay que unir las posibilidades que ofrece la presencia de 18 representantes de los pueblos indígenas, a los que se ha denominado como Pueblos Originales, sin olvidar tampoco el papel que puedan jugar los 12 del Partido Socialista.
Con respecto a los pueblos indígenas, se trata, de los siguientes: mapuche (con 8 escaños), aimara (con 2), y kawésqar, rapanui, yagán, quechua, atacameño,
diaguita, colla y chango (con 1 por pueblo). No debemos perder de vista que la novedad de su presencia proviene de dos factores. Uno es su larga, activa y permanente lucha en la defensa de sus derechos, especialmente la que ha llevado a cabo el pueblo mapuche, si bien, en su conjunto, han participado en las movilizaciones de los dos últimos años. Y el otro factor es que esa reivindicación ha sido defendida por los grupos de izquierda. Por eso se puede suponer que se acaben sumando a la elaboración de un texto constitucional avanzado, donde tienen muchas cosas que aportar desde una perspectiva alejada de los valores que han sustentado el país desde siglos.
Las elecciones municipales y a las gobernaciones regionales
La información de la que se dispone en este caso es más compleja, pues nos encontramos ante una gran variedad de situaciones. Pero no por ello deja de haber aspectos que llaman la atención, sobre todo en lo relativo a lo obtenido por las candidaturas de izquierda en importantes comunas y regiones. Bien como Frente Amplio o bien en coaliciones más amplias.
El caso más llamativo quizás haya sido el de la capital, Santiago, en cuya comuna central se ha alzado con el triunfo la candidatura del Frente Amplio encabezada por Irací Hassler, una joven militante comunista. Dentro de la región metropolitana santiaguesa el Frente Amplio ha obtenido también las alcaldías de Recoleta, Maipú, Quinta Normal, San Miguel, Ñuñoa o Til Til. Daniel Jadue ha sido reelegido en Recoleta, pero en esta ocasión de una forma arrolladora, cercana al 70% de los votos. Y Karina Oliva ha pasado a disputar la gobernación al candidato conservador en la segunda vuelta.
En la región metropolitana de Valparaíso, la segunda más poblada del país, el Frente Amplio ha ganado las alcaldías de Valparaíso, Viña del Mar, Putaendo, Quilpué o Villa Alemana. En Valparaíso se ha mantenido Jorge Sharp y la gobernación regional, por su parte, ha pasado a manos del ecologista y activista del agua Rodrigo Mundaca.
El futuro que viene
La grieta abierta hace dos años en el sistema heredado de la dictadura se ha agrandado, de manera que está a punto de desaparecer. Con Pinochet se creó un modelo económico que a lo largo de los años noventa del siglo pasado y loa que llevamos del actual no fue cuestionado ni por los gobiernos de la Concertación de democristianos y socialistas, ni menos todavía por los conservadores de Piñera.
Eso supuso que la brecha entre riqueza y pobreza se fuera ampliando. Los sectores más desfavorecidos se sintieron impotentes en sus luchas y aspiraciones, mientras en las clases medias en aumento se creyeron el sueño de un mundo idílico basado en la propiedad y el consumo. Mientras tanto, las grandes corporaciones privadas, en la mayoría de los casos ramales de empresas trasnacionales, se fueron apropiando de los ahorros y las pensiones de la gente, y del suelo, el subsuelo y el agua.
El país se encuentra ahora dentro de un escenario nuevo, con un horizonte lleno de esperanza para esa mayoría de la población que ha sido castigada por las políticas neoliberales. El siguiente paso estará en las elecciones presidenciales y parlamentarias de noviembre. Veremos qué pasa. Como también iremos viendo los resultados de los trabajos que lleve a cabo la Convención Constituyente.
De lo que no cabe la menor duda es que el futuro de Chile está abierto.