Entre luces de navidad, ¡a ver quién la tiene más larga!
Valle-Inclán retrató en su maravilloso esperpento Luces de bohemia una sociedad española que estaba en plena efervescencia decadente. Los años 20 fueron los de la culminación de un proceso de degeneración política y social que venía de finales del siglo anterior (bueno, en realidad, de más largo: de todo el siglo XIX y si seguimos tirando...) y que recobró aire gracias al impulso cuartelero de los Primo de Rivera y compañía. Escrito el esperpento en 1920, cuatro años después fue revisado y ampliado con tres escenas más. Precisamente las que aportaban una dimensión aún más próxima de la realidad cambiante en nuestro país y en el mundo: la rebeldía callejera de la clase obrera, la represión del estado contra esa gente y el anarquismo hegemónico, la muerte/asesinato del niño entre los pechos de su madre por una bala perdida de un policía... ¡Cuánta realidad coincidente con la que estamos viviendo en nuestros días aquí y en el mundo! Y ahora, en estos días y en esta(s) tierra(s) nuestra(s) de cada día, las luces que están luciendo, como si fueran las únicas, son las del derroche y la idolatría del consumismo. Como si sus impulsores gritaran al unísono: "¡A ver quién la tiene más larga!". Y quienes se dejan llevar por esa falsa ilusión contestaran: "¡La nuestra es la más grande y la más bonita!". No, no son las luces de la bohemia de ese poeta viejo, loco y fracasado, capaz de sentirse próximo a quienes están sufriendo. ¡Ay, de esas luces!