“No te vayas todavía, por favor” es lo que le dijo Emilio Botín el domingo pasado, como un verso de la conocida sevillana, a José Luis Rodríguez Zapatero. El presidente del grupo bancario más poderoso de nuestro país y uno de los más importantes del mundo no las pronunció en vano. Ni siquiera fueron palabras personales, sino expresión de su grupo de intereses, de la élite económica española, tras la reunión que mantuvieron con miembros del gobierno, Zapatero al frente. En realidad no fueron ésas las palabras exactas, pero como si lo fueran. Dijo o dijeron, que es lo mismo, que Zapatero debe aparcar lo de su sucesión, que debe agotar la legislatura, que debe seguir con las reformas económicas iniciadas hace casi ya un año. Quieren que siga siendo el tonto útil del momento, conscientes de que el camino emprendido no tiene vuelta atrás y que quien mejor puede hacerles el favor es un jefe de gobierno del PSOE y, además, debilitado. De ese partido, porque tiene capacidad de controlar a los dos sindicatos principales y a amplios sectores de la población, que no admitirían que las reformas las llevase a cabo el PP. (¿Quién, si no, tomó las medidas económicas en los años ochenta y principios de los noventa, iniciando las privatizaciones de empresas públicas, la reforma de las pensiones o la precarización laboral? ¿Acaso no lo fue el PSOE que dirigía Felipe González?). De ese partido, porque, debilitado como político dentro de su partido y ante la buena parte de la opinión pública, es mejor que se consuma en sí mismo cumpliendo esa tarea ingrata a que lo haga otra persona, bien del propio o bien del contrario. (Por lo demás, ¿acaso lo que hizo el PP de Aznar desde 1996 no fue redondear el proceso iniciado por su antecesor, imprimiendo, eso sí, un ritmo mayor a las privatizaciones y a la precarización lanoral?).
En el vecino Portugal las cosas están muy difíciles. La preparación de la opinión pública para que acepte el llamado “rescate” va surtiendo efecto y de un momento a otro parece que se llevará a cabo. Y a propósito de ello, el economista Juan Torres, en su artículo "¿Y ahora Portugal?", ha escrito lo siguiente: “de lo que se trata no es de salvar o rescatar a un país sino a los bancos, principalmente, y a los grupos más ricos y poderosos, puesto que lo que se hace con el rescate es poner dinero para que ellos cobren sus deudas y obligar a que la sociedad cargue con la factura de la operación durante años”.
Así están las cosas. Mientras tanto, se siguen yendo de rositas en todo esto quienes son los principales responsables. No los únicos, mientras siga habiendo tontos útiles y, por desgracia, quienes todavía crean en ellos sin saber que lo son.