Apenas he escrito sobre lo que está ocurriendo, salvo el recuerdo concreto de algunas personas que van falleciendo. Hace unos días me dije a mí mismo que lo haría para el 1 de abril y pergeñé para ello unas notas. Pero ahí se quedó la cosa. Eso no significa que no haya estado al tanto de todo lo que está ocurriendo. No he parado de informarme, buscando fuentes que considero más fiables. Tiempo habrá de conocer el origen de todo y de sacar conclusiones o al menos algunas. Sin atreverme a ir más allá, me queda hacer algunas reflexiones sobre las cosas que voy percibiendo. Cosas como...
la actitud de las derechas de este país, más preocupadas por utilizar la situación como la oportunidad para acabar con el actual gobierno;
las mismas que son capaces, cuando es necesario, de mentir, propagar bulos, apremiar a un golpe de estado, tapar los errores propios, contradecirse...;
y de olvidar las medidas de reducción del gasto público y envío de recursos a la sanidad privada allí donde han gobernado o siguen haciéndolo;
el interés de determinados por medios por airear las donaciones de las grandes empresas o de esas gentes famosas que ganan dinero a mansalva, pero que no deja de ser calderilla para lo que tienen y, lo que es peor, para lo poco que pagan de impuestos;
la actitud de los dirigentes de los países del norte de la Unión Europea (con ventajas fiscales en algunos casos), que están demostrando, una vez más, que entienden esa unión como un club para hacer negocios rentables;
la postura de los dirigentes de EEUU y Reino Unido, que hace unas semanas lo redujeron todo al "virus chino" y se rieron de la necesidad de tomar medidas cuando la cosa iba en serio;
como lo hizo el primer ministro británico, que habló de dejar que el virus se propagase para que se fueran creando los anticuerpos necesarios...;
el peligro, ya real, de que la expansión del virus que está teniendo lugar en EEUU haga saltar por los aires la extrema debilidad de su sistema sanitario que está basado en lo privado, lo que puede ocasionar una verdadera catástrofe;
la falsedad de que vivíamos en un mundo aparte, poniendo barreras a quienes considerábamos inferiores y que por ello -hacían que nos lo creyéramos- sufrían guerras, hambrunas, epidemias...;
el interés por seguir desconfiando de lo que se ha hecho, y se sigue haciendo, en China, capaces de haber atajado en poco tiempo la expansión del virus y haber creado un medicamento que ayuda a combatirlo;
el cuasi silencio sobre la capacidad que tiene Cuba para ofrecer ayuda a quien se lo solicite...
Es difícil saber lo que pueda venir cuando se acabe la situación de emergencia que estamos viviendo. Pero nada será igual.
Puede ocurrir que se refuercen, aunque sea temporalmente, los fundamentos del sistema, ahondando aún más la brecha entre quienes tienen posibilidades de sobrevivir con holgura y quienes tienen poco o nada. No debemos olvidar que en condiciones de excepcionalidad han surgido en otros tiempos monstruos como el fascismo.
También puede ocurrir que vayamos a mejor, entendido como un modelo social más solidario, con capacidad para hacer frente a los poderes económicos, redistribuir mejor los recursos, reorientar la producción y el consumo a lo necesario, crear un sistema de prevención eficaz... La mayoría lo agradecería y el planeta empezaría a recuperarse de tanto desatino.
O que, en una vía intermedia, se busque la fórmula para un nuevo pacto social, donde los poderes económicos sigan dominando a cambio de ceder algo en función de la capacidad que tenga para hacerlo. Lo hubo en el mudo occidental en el 45, lo tuvimos en España a partir de 1977... Durante el tiempo necesario hasta para desmantelarlo o revertirlo.
Y es que en el capitalismo está la clave.
(Imagen: mural en una calle de Covilha, Portugal).