viernes, 11 de octubre de 2019

La cesta de flores secas
























Fueron los primeros momentos de su tiempo entre costuras. Y su taller no fue nada menos que el comedor de la casa. La cosa -y la casa- no daba para más. Pero en ese espacio todo se hacía compatible, porque se montaba y desmontaba, en palabras de mamá, "en un santiamén". La tele llegó tarde, a finales de 1968, y el gran Schneider Boreal de no se cuántas pulgadas se entronizó en uno de los rincones del comedor para erigirse por la noche en el centro de atención en blanco y negro. Para entonces, previa cena familiar, el taller ya se había desmontado y se habían recogido los numerosos hilos que alfombraban el suelo. En cierta ocasión -no recuerdo cómo: ¿algunos de los regalos navideños a papá?- llegó a casa una cesta con flores secas y acabó coronando el televisor. Desde su lugar acabó siendo uno de los referentes silenciosos del comedor, pero no el principal. Y es que resultaba imposible que  pudiera desbancar el prestigio del Corazón de Jesús, las fotografías de Pili y de la familia, el cuadro bendecido de Juan XXIII o los dos tapices descoloridos que había heredado papá. La cesta, aun así, fue testigo de las labores de costura que mi hermana, ayudada durante un tiempo por una amiga, hacía mañana y tarde, y cuando urgía, hasta de noche, después, eso sí, de que acabara la sesión televisiva. Fue testigo de sus conversaciones, de las idas y venidas de tanta gente que pululaba por una casa de familia numerosa y las clientas que se presentaban para elegir modelo, tomarse las medidas y hacerse las pruebas. Lo de recoger las prendas era otra cosa. Solía ser mi hermana la que las entregaba y a veces, cuando los destinos eran lejanos, con mi compañía. Y a veces también era yo mismo quien lo hacía, sosteniendo sobre mi brazo izquierdo la prenda, mientras el derecho quedaba libre para llevar la factura desglosada y escrita a mano. Casi siempre me pagaban y casi siempre recibía una propina que me sabía a gloria. ¡Ay, hermana, qué primeros tiempos esos entre costuras!