El Kurdistán sirio está siendo atacado por Turquía. Busca aislar mediante un cordón militar las comunidades kurdas de ambos lados de la frontera. El presidente Emine Erdogan pretende, además, desviar la atención a la opinión pública de su país, preocupado como está por los reveses electorales. Y a la vez no le importa presionar a los países europeos, amenazando con la apertura de fronteras a las personas refugiadas en su país.
Pero no es sólo eso. El presidente Donald Trump, con su farol de no apoyar el ataque y retirar tropas en la zona, está escondiendo dos cosas: sus intenciones y sus debilidades. Sobre lo primero, no le importa romper la alianza que durante la presidencia de Barak Obama trazó EEUU con las fuerzas kurdas de Siria y acabar con su república de Rojova, pues lo que quiere es que Siria siga fragmentándose lo más posible, como ya ha hecho con Irak y Libia. Rojova es una república peculiar, pues resulta un ejemplo en lo político y social por su apuesta pluriétnica, plurirreligiosa y hasta feminista. Sobre sus debilidades, Trump mantiene un pulso interno con el establishment, que no acaba de admitir su autonomía en la política exterior. Ahora está inmerso en una nueva batalla, impeachment incluido, que le está llevando a dejar ver que con su actitud está reduciendo gastos militares.
Todo un panorama complejo, que tiene, por ahora, al propio gobierno sirio y a Rusia expectantes. Lo que puedan hacer en estos días va a resultar decisivo en lo referente al éxito de los planes de Erdogan. Y sobre el comportamiento de Trump.
Recomiendo un artículo de Nazanín Armanian, "El ataque de Trump a los kurdos de Siria y dos hipótesis", salido ayer a la luz en Público. Ayuda a entender mejor las cosas dentro de la complejidad.