Estos días hemos conocido una noticia que genera más que preocupación. La multa cercana a 500 euros de un joven que publicó en las redes sociales su imagen sobre la cabeza de un Cristo crucificado, conocido como El Despojado. La denuncia de una cofradía de Semana Santa de Jaén fue aceptada por la fiscalía, que finalmente aceptó rebajar la multa tras un acuerdo con el inculpado.
Me parece un doble abuso. Primero, porque afecta a la libertad de expresión. La reacción en las redes fue inmediata, con la aparición de numerosas versiones del Cristo aludido o de otros similares. Ha llegado a hacerla hasta un antiguo letrado del Tribunal Constitucional, que, a modo de reto, mostró su indignación ante lo que considera una barbaridad.
El segundo abuso deriva de la condición social de la persona afectada. Un joven trabajador, que ha declarado que prefirió ver rebajada su multa, ante la elevada cuantía inicial: 2.610 euros. Aun con eso, ha dicho que no tiene recursos para pagarla, salvo que destine diez peonadas de recogida de aceitunas. En fin, la fiscalía cebándose con la gente humilde.
Podría matizarse el título de esta entrada, porque el peligro no es general, sino limitado a una parte de la sociedad. Los medios de comunicación cada día nos informan de detenciones, multas, condenas... pero hacia una dirección. En este caso, con la Iglesia hemos topado. Una vez más.
(Imagen aparecida en Público)