En pleno debate en torno a la huelga de mujeres convocada internacionalmente para el día 8 de marzo, la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, soltó ayer que lo que habría que hacer ese día es una "huelga a la japonesa". No me extrañó su respuesta, porque ya he oído esa expresión más de una vez en boca de gente perteneciente a medios políticos conservadores. La última vez, a una compañera de trabajo que pretendía justificar su negativa a secundar una de las huelgas que se convocaron hace unos años para protestar contra las medidas tomadas por los gobiernos del PSOE y el PP al comienzo de la crisis económica. Aliados, como son los círculos conservadores, de las empresas, cuando se convoca una huelga dicen que, en vez de no trabajar, habría que hacerlo más. Lo sueltan así y se quedan tan a gusto.
Las palabras de la ministra están siendo motivo de un amplio tratamiento de distintos medios de comunicación, con un amplio consenso a la hora de desmontar lo que no deja de ser un mito. Hasta el diario El País ha informado de su consulta en medios diplomáticos japoneses en España y el desconocimiento que en ellos tienen acerca del significado del término "huelga a la japonesa". No ha faltado tampoco la reacción en algunos grupos feministas, que han denunciado que muchas mujeres ya viven cada día el exceso de trabajo derivado de su actividad extradoméstica y la que realizan en el hogar.
Indagando en algún libro y la misma red electrónica, no he conseguido obtener algo que leí o escuché hace unos años sobre el origen del término. Partiendo de que no es una práctica extendida en Japón, habría sido una forma de presión laboral en el contexto social de ese país. En ese sentido, el incremento intencionado de la producción no sería por amor a la empresa y sus dirigentes, sino para conseguir reivindicaciones laborales. Y la aparente originalidad tendría una razón más que poderosa: se hizo en el contexto del conocido como toyotismo, un sistema de organización de la producción muy extendido en Japón desde los años cincuenta.
El toyotismo, derivado del nombre de la famosa empresa de automoción, tiene un objetivo inverso al de otros métodos de producción. En lugar de fabricar artículos con anterioridad para después venderlos, se hace desde una demanda previa, evitando de esta forma la acumulación de stocks y con ello se evita el riesgo de pérdidas para la empresa.
Se entiende así la forma de presionar que en alguna ocasión podría haberse dado en Japón: trabajar más para provocar pérdidas a la empresa. Al fin y al cabo ése siempre es el propósito de cualquier huelga.
En todo caso, haya o no ocurrido, no deja de ser un mito que gusta utilizar y cultivar a quienes aman tanto al sistema económico imperante.