Invito a leer el artículo de James Petras "Los centros de poder del imperio: divisiones, indecisiones y guerra civil", publicado hoy en Rebelión. Resulta sorprendente no tanto por los distintos elementos que componen el contenido, como las conclusiones a las que llega. Habla de centros de poder, divisiones, presiones, disputas, enfrentamientos..., pero introduce un término altamente preocupante: guerra civil. Es cierto que sólo lo menciona en el título, pero lo desarrolla implícitamente a lo largo del artículo.
Parte Petras de una definición de imperio que se aleja de la más común referida a un conjunto cohesionado de poderes e instituciones. Plantea por ello la existencia de fuertes contradicciones en su seno y una disputa feroz por controlarlo. Sitúa la actual presidencia de Donald Trump en un contexto nuevo: su papel como presidente está siendo neutralizado por otros poderes, de manera que "el
gobierno imperial se ha convertido en un campo de batalla muy disputado, en el
que compiten inflexibles aspirantes con la intención de derrocar al régimen
democráticamente elegido".
¿Quiénes son esos poderes? Se refiere a los aparatos de seguridad, al Congreso, a buena parte de los medios de comunicación y al poder económico. El poder militar, sin embargo, estaría dividido. Considera Petras que quienes se muestran "más visibles y agresivos promotores del cambio de régimen se
encuentran dentro del ala militarista del Partido Demócrata. Están integrados
en el Congreso y en alianza con los militaristas del Estado policial dentro y
fuera de Washington". Utiliza sin tapujos el término golpistas para designarlos, actuando a través de campañas de prensa sobre diversos asuntos de su gestión e incluso los referidos a la propia personalidad del presidente.
¿Y con qué fuerzas cuenta Trump? Para Petras "el régimen de Trump tiene muchos enemigos estratégicos y pocos defensores
poderosos". La base de sus apoyos se encuentra en su partido, el Republicano, que formalmente controla las dos cámaras legislativas. Sin embargo, tiene en contra que está sumido en divisiones internas que le impiden sacar adelante sus proyectos legislativos prometidos. El presidente carece de influencia en los medios de comunicación, lo que le obliga a comunicarse a través de mensajes en las redes sociales, lo que no deja de ser una muestra de debilidad, en la medida que sus mensajes son fácilmente contrarrestados en las mismas redes sociales. Ante este panorama, una de las tentaciones de Trump y su equipo estaría en gobernar por decreto, con los consiguientes riesgos.
Para Petras el próximo mes de septiembre va a ser "la hora de la verdad", dado que es cuando corresponde aprobar el gasto público y con ello confrontar los proyectos de las dos facciones enfrentadas, la "golpista" y la "bonapartista". "Las
fuerzas favorables al 'cambio de régimen' (los golpistas) han decidido
jugárselo todo con el fin de conseguir la capitulación programática del régimen
de Trump o su destitución", plantea Petras, de manera que van a aflorar las demandas y las luchas entre los intereses de los distintos sectores sociales, desde los dependientes del estado hasta los de las empresas privadas, desde las personas empleadas hasta las que dirigen el mundo empresarial.
Una situación difícil, también nueva, que va a suponer que "la
configuración del poder demostrará su fuerza y los cimientos de las
instituciones del Congreso, el Senado y la Presidencia se tambalearán". Como positivo, Petras considera que la presión imperial sobre otros territorios y, con ello las guerras, se vería aliviada, no así "el mundo del mercado de valores".
Otra cosa es lo que pueda surgir en otras partes del mundo y desde los distintos poderes regionales en disputa: "La Unión Europea, Japón, Arabia Saudí e Israel competirán con Rusia,
Irán y China. Ninguno de ellos va a esperar a que Estados Unidos decida cuál de
sus centros de poder debe mandar".
Un imperio, en fin, en decadencia.