En el norte de la ciudad de Corq se encuentra el bonito barrio de Shandon. Allí me encontré una placa sobre un muro, adornada con flores de colores, que se erigió hace cinco años en honor de Mary Harris, conocida también como Mother Jones, que fue el apodo que ella misma asumió con sesenta años.
Nacida en 1837, siendo niña se vio obligada a emigrar con su familia a América del Norte. La gran hambruna que asoló los campos de Irlanda en la segunda mitad de los años cuarenta llevó a cientos de miles de personas, quizás más de un millón, a embarcar en busca de una nueva vida. La familia Harris se instaló en la ciudad canadiense de Toronto, donde pasados los años Mary consiguió el título de maestra e inició su labor docente. Después se trasladó a EEUU, donde su vida dio un nuevo giro. En Menphis se casó con un activista sindical y ante una creciente prole, hubo de dedicarse a la costura para completar los ingresos familiares. Pero otros dos hechos dramáticos volvieron a surgir en su vida: la muerte en 1867 de su marido, sus tres hijas y su hijo, víctimas de una epidemia de fiebre amarilla, y el incendio de Chicago de 1871, que acabó con su casa y su taller.
Fue entonces cuando tomó la decisión de dedicarse al activismo social, en el que fue jugando un papel de primer orden en la organización de sindicatos de diversas ramas, acciones de solidaridad en las huelgas o actividades educativas para niños y niñas. Considerada por el sistema como la mujer más peligrosa de EEUU, en 1903 llegó a organizar una marcha a Washington con centenares de menores de adolescentes para pedir ante el presidente Benjamin Roosevelt el fin del trabajo infantil. Participó, así mismo, en la fundación en 1905 del Industrial Workers of the World (IWW), un sindicato revolucionario de inspiración anarquista que jugó un papel importante en los años siguientes mediante sus acciones directas en la difusión de ideas de liberación social y en el movimiento huelguístico.
Nada sabía de Mary Harris, pero sí del IWW, cuyos integrantes se le conoció como wobblies, una denominación que inicialmente tenía un sentido despectivo -tambaleantes-, pero que asumieron sin problemas, conscientes que sus acciones, siempre atrevidas y transgresoras, tenían como finalidad acabar con el sistema capitalista. Fue el sindicato de Joe Hill, el sindicalista-cantante de origen sueco ejecutado injustamente en 1915, cuya vida ha sido reflejada tan genialmente en una película homónima.
En los últimos años de su vida, sin que hubiera dejado de luchar y de ir de un lado para otro, Harris dedicó más tiempo a la escritura. Murió en 1930, en Mount Olive (Illinois).