El que fuera jefe de gobierno lleva un tiempo dejándose ver. Y algo más, no ha parado de decir cosas sobre las que pretende influir. El año pasado ya lo hizo cuando la crisis de la institución monárquica o en las elecciones europeas, y este año ha viajado a Venezuela para defender a Leopoldo López y más recientemente se ha referido al problema catalán. Este fin de semana ha vuelto a la carga con lo de Venezuela después de la condena judicial del dirigente de la oposición. Y, entre otras cosas, ha ha calificado el juicio de López como de "burla sangrienta". A su vez, ha hecho un paralelismo entre Nicolás Maduro y Augusto Pinochet, como una forma de desacreditar al presidente venezolano. Y para más inri, ha llegado a decir que mientras él fue abogado durante la dictadura de Franco había más garantías procesales.
González fue el jefe de gobierno de los años del GAL, un grupo terrorista financiado por los aparatos coercitivos del estado, y por algunas de sus acciones fueron condenados varios altos cargos políticos y policiales. Unas condenas que cumplieron cómoda y rápidamente. Él mismo acudió a despedir a José Barrionuevo y Rafael Vera cuando entraron en la cárcel. También fue señalado extraoficialmente como la X del organigrama de los GAL y, pese a haber negado en su día que lo fuera, hace pocos años manifestó que sabía lo que estaba ocurriendo, dejando entrever que las sospechas no eran infundadas.
El exjefe de gobierno vive ahora más que cómodamente. A su pensión derivada de su condición política se le une lo que recibe como consejero de Gas Natural. Es amigo o protegido de tiranos de diversa índole, y algunos países sólo viaja por motivos de placer, olvidándose de recordar las tropelías que cometen. No tiene reparos, sin embargo, en lanzarse a la yugular del gobierno venezolano y hacer similitudes que, no por ridículas, no dejan de escandalizar.
González sigue sintiéndose todavía muy importante. De ahí su incontinencia verbal.