Las elecciones catalanas del próximo 27 de septiembre son trascendentales. Están en juego muchas cosas y, según sean los resultados, se plantearán varias posibilidades. De entrada el panorama es muy complejo y en gran medida está lleno de contradicciones múltiples. Una de ellas -no, la única- deriva de la lista unitaria Junts Pel Sí (CDC, ERC, Asamblea Nacional de Catalunya, Omnium Cultural e independientes), que está integrada por fuerzas y personas distantes en la orientación política y se ha conformado con un objetivo prioritario: conseguir el máximo de apoyos en favor de intensificar el proceso de independencia. Pero hay más cosas y no menos importantes, como vamos a poder ver.
Los ejes en disputa
Las diversas encuestas realizadas coinciden en cuanto a la tendencia de los resultados, si bien con algunas variaciones sobre los porcentajes y la asignación de los escaños. En todo caso, se pueden distinguir varios ejes dicotómicos como forma de poder ilustrar la complejidad existente.
Soberanismo/antisoberanismo. Es lo que se da entre quienes defienden el derecho del pueblo catalán a decidir su futuro. Entre las candidaturas contendientes, de un lado se encuentran Junts Pel Sí, UDC, Catalunya Si Es Pot (ICV, EUiA, Podemos y miembros de colectivos cívicos) y la CUP, apoyando el derecho a decidir del pueblo catalán; y de otro, PSC-PSOE, Ciutadans y PP. Las encuestas dan una clara mayoría de las fuerzas soberanistas, con unos apoyos en torno a las dos terceras partes; algo parecido ocurre cuando se formula la pregunta explícita -no siempre, quizás porque no interesa- sobre el derecho a decidir. En el reparto por provincias, el soberanismo es mayor en Girona y Lleida, y menor en Tarragona y Barcelona, siendo mayoritario en todos los casos.
Independentismo/no independentismo. Aquí los grupos soberanistas están divididos, pues la primera opción la defienden Junts Pel Sí y la CUP, que, según los sondeos, superarían claramente el 50% de los escaños, casi siempre entre 70 y 75 escaños, y por encima de los 68 que se necesitan para tener mayoría absoluta. Otra cosa es el porcentaje de votos, que rondaría el 50%, tirando hacia abajo. Los otros grupos nunca superarían a la opción independentista en escaños, si bien los sondeos varían sobre cuál de la dos opciones sería mayoritaria en votos. Por provincias Girona y Lleida, más claramente (sobre las dos terceras partes), y Tarragona (algo más del la mitad) apoyarían mayoritariamente a los grupos independentistas, en especial a Junts Pel Sí, mientras que en Barcelona lo harían más a los no independentistas.
Izquierda/derecha. En este caso las cosas cambian, resultando más difíciles de cuantificar, si no imposible. En Junts Pel Sí están coaligados grupos y personas de ambas tendencias; CDC, claramente conservadora y ERC, de la tendencia contraria; así mismo, las listas provinciales tienen una parte importante de independientes de izquierdas, como ocurre con Romeva, cabeza en Barcelona, o Lluis Llach, en Girona. Por otra parte, Catalunya Si Es Pot y la CUP sumarían entre el 20 y el 25% de los votos y entre 20 y 30 escaños. Si se añade el PSC-PSOE, los grupos de izquierda rondarían, con variaciones, el 33% de los votos y obtendrían entre 30 y 40 escaños. Los grupos de la derecha españolista (C's y PP) sumarían, por su parte, alrededor de 30 escaños y alrededor del 25% de los votos. UDC, conservador y soberanista a la vez, añadiría como mucho un 5% de los votos y oscilaría entre ninguno y 5 escaños.
Las opciones que priman lo social
Hoy se ha hecho público un escrito, con el título "Más allá del 27S: Manifiesto por la ruptura", en el que sus firmantes llaman a votar a las opciones de ruptura democrática que representan la CUP y Catalunya Si Es Pot. Entre las personas que lo han firmado se encuentra el historiador Josep Fontana, el jurista Gerardo Pisarello, activistas sociales y miembros de Procés Constituent como Teresa Forcades y Arcadi Oliveres...
El manifiesto supone una apuesta rotunda por los grupos explícitamente de izquierdas, al margen de su posicionamiento favorable al proceso independentista, como ocurre con la CUP, o contrario, como hace Catalunya Si Es Pot.
Su contenido se sintetiza en cuatro puntos: superar el estado de las
autonomías y dar la palabra al pueblo de Cataluña para que decida libremente su
futuro; responder a la emergencia social que han provocado la crisis económica
y la actual política de recortes; romper con el sistema patriarcal para
garantizar la sostenibilidad de la vida; y recuperar la democracia como forma
de incidencia efectiva e inclusiva.
El unionismo españolista
Resulta evidente que el unionismo está en minoría en Cataluña. C's y PP sumarían en torno al 30% de los votos, que con el PSC-PSOE llegarían, como mucho, al 40%. Los apoyos en su mayoría están concentrados en el cinturón metropolitano de Barcelona, que es donde predomina la población inmigrante proveniente de otras partes de España y llegada entre los años 50 y 70, tradicionalmente vinculada al PSC-PSOE, en mayor medida, y a ICV-EUiA.
Mientras que el PSC-PSOE defiende el federalismo y, con ello, una modificación de la Constitución, los otros dos grupos mantienen una postura continuista en cuanto al estado de las autonomías y ante todo se muestran muy beligerantes con el soberanismo catalán. Más acentuada en el PP, cuyo candidato representa la postura más retrógrada (centralista y xenófoba), y más moderada en C's. Ambos grupos se opusieron a los procesos de elaboración de los dos proyectos de Estatut de la década pasada, llegando a interponer el PP los recursos de inconstitucionalidad del Estatut en vigor. Las sentencias del Tribunal Constitucional, que derogaron varios artículos, acabaron por originar un gran malestar en amplios sectores de la sociedad catalana, originando el inicio del actual proceso soberanista y el aumento del sentimiento independentista.
Desde el PP se están defendiendo incluso posturas más extremas, que lo único que llevan es a una mayor confrontación política. Una de ellas es la defensa velada de una intervención militar o la suspensión del propio Estatut. Y la más reciente, el anuncio de la modificación de la Constitución para dotar al Tribunal Constitucional de competencias efectivas que penalicen las actuaciones que se están llevando desde las instituciones catalanas.
¿Qué puede ocurrir?
Es difícil saberlo. Es más que previsible una victoria de los grupos independentistas en número de escaños, pero no se sabe el nivel de apoyos en votos. Hay diferencias a la hora de interpretar los resultados, pues desde Junts Pel Sí se defiende que basta con la mayoría en el Parlament para proseguir en el proceso de independencia, mientras que desde la CUP se considera que debe haber mayoría holgada de votos.
No sabemos si la apuesta de Junts Pel Sí se va a mantener y máxime ante las presiones que puedan seguir dándose e incluso intensificándose desde los aparatos del estado. A ello hay que unir la presión que están ejerciendo otros estados, sobre todo desde la UE, generando una gran alarma sobre los riesgos de la independencia de Cataluña.
Tampoco sabemos si el proceso puede revertirse hacia el reconocimiento del derecho de autodeterminación o hacia una forma de acuerdo que acabe reconociendo constitucionalmente como una nación y con mayores competencias.
La orientación social que defienden la CUP y Catalunya Si Es Pot, con una mayor movilización ciudadana, podría atraer al conjunto de grupos de izquierda, incluyendo a los que hoy están priorizando la independencia. Y es que en el seno de Junts Pel Sí hay demasiadas contradicciones, pues no debemos olvidar que la presencia de CDC, con Artur Mas al frente, no deja de esconder su naturaleza política, al ser el partido que ha implementado en Cataluña y apoyado a los gobiernos centrales medidas sociales y económicas de corte neoliberal, y el mismo que está inmerso en unas tramas de corrupción muy graves.
Dentro de diez días podremos saber más. Y hay que prepararse para todo.
(Fotografía: Monumento a los castellers, en Tarragona)