Juan Carlos Monedero ha vuelto a salir a la palestra. Esta vez como adalid de las esencias de Podemos. Después de un tiempo en silencio, derivado de los duros ataques que sufrió por cobros recibidos por algunos gobiernos y organismos latinoamericanos, el otro día se arrancó con una advertencia del riesgo de la pérdida de protagonismo de los círculos de base de su partido y de la deriva moderada de los últimos meses, que acabó de inmediato con una renuncia en sus cargos orgánicos. Ésta fue escenificada por el propio Pablo Iglesias, que la hizo pública con un tono de voz lleno de preocupación, disimulado con una referencia a la amistad que les unía.
Los medios de comunicación interpretaron esto como una fisura en Podemos entre radicalidad y moderación. Monedero sería la expresión de la primera, Íñigo Errejón y Carolina Bescansa, de la segunda. Iglesias, a su vez, estaría nadando entre dos aguas, algo así como con corazón radical y un cerebro moderado.
Hace cinco días La Tuerka, el embrión televisivo del núcleo duro de Podemos, fue escenario de una entrevista de Iglesias a Monedero, donde profundizaron sobre lo ocurrido, volviendo a escenificar, esta vez en clave de viejos amigos, la dimensión y los límites de las diferencias políticas. Monedero hizo gala de sus dotes como politólogo y profesor, aderezando sus declaraciones desde la teoría aprendida y la experiencia adquirida.
Por mi parte, dos matizaciones. La primera: la existencia de dos tendencias o almas en Podemos no es nueva, como pudo verse en octubre durante las votaciones al equipo dirigente, donde la candidatura encabezada por Iglesias, con el apoyo de Monedero, Errejón o Bescansa, ganó abrumadoramente; la candidatura derrotada fue la nucleada en torno a la antigua Izquierda Anticapitalista, con Pablo Echenique, Teresa Rodríguez y Miguel Urbán como principales referentes. La segunda: Monedero ha sido desde el principio quien defendió la idea de que la noción política de izquierda y derecha estaba superada, propugnando la transversalidad; se basaba en la traición a sus principios por parte de la izquierda, en la que incluía tanto a la de tradición socialdemócrata como a la comunista, y en este último caso con el añadido de que no ha sabido leer el signo de los nuevos tiempos.
Y por último, una -arriesgada- opinión: la postura de Monedero obedece a la constatación de que las previsiones iniciales de "tomar el cielo por asalto" no se han cumplido; Andalucía fue el primer aviso; los sondeos están mostrando un fuerte retroceso de Podemos, que ya no disputaría la primacía al PP; el sistema ha lanzado el recurso de Ciudadanos, que le estaría taponando el crecimiento por el centro; el PSOE está tomando algo de aire; e IU no acaba de desaparecer.
He dicho, por ahora.