sábado, 7 de mayo de 2011

Muertes de nuestros días

Cada día mueren miles de personas en las guerras o por la miseria. Pero ha habido dos recientes relacionadas con personajes importantes. La del hijo de Gadafi, como consecuencia de los bombardeos de la OTAN, que ha merecido pocos titulares en los medios de comunicación. Quizás porque puede haber sido considerada como un daño colateral. Y la de Ben Laden, que está acaparando la atención internacional. Ejecución, asesinato, terrorismo de estado, venganza, “ya era hora”, “se lo ha buscado”…, han sido las calificaciones que se han hecho de ella.

He leído esta mañana el interesante artículo de Tariq Ali “Los árabes, víctimas de Bin Laden”. Después de analizar la muerte de Ben Laden, termina poniendo los puntos sobre la íes de lo que representa el personaje: “Osama Bin Laden es producto del matrimonio ilícito entre los sistemas de opresión —con su atraso y fanatismo—y el proyecto hegemónico de Estados Unidos sobre los territorios árabes, de lo que hay arriba y abajo de la tierra. No podemos ocultar o borrar la identidad del tercer participante, Israel, que se han beneficiado de la ‘yihad’ de Osama Bin Laden en la misma proporción que los estadounidenses o quizá más. Los que crearon este ‘monstruo’ son los mismos que han acabado con él y los que se intercambian felicitaciones por haber salvado de él a todos los árabes. En general, siempre son los árabes las víctimas, en ambos casos”.

Estas palabras me trajeron a la memoria lo que hace una década escribió Toni Negri en otro artículo, “El terrorismo es una enfermedad esencial del sistema”, al poco de los atentados de Nueva York, donde hizo una interpretación de la naturaleza de lo sucedido: “si los atentados han golpeado a los símbolos del poder americano, su finalidad no era en absoluto socavarlos, entre otras cosas porque no existe ya un poder autónomo americano en el contexto de la mundialización. El único beneficio de los atentados es un beneficio regional para el mundo islámico: se trata de determinar quien asegurará un gobierno neoliberal en la región”. Consideraba a quienes llevaron a cabo los atentados como “miembros de las elites árabes” cuya finalidad era “obligar, a los estados islámicos, o los que lo pretenden ser (Arabia Saudita, Pakistán, Emiratos) que juegan con la ambigüedad entre el Islam y la alianza con los EEUU, de escoger su campo”.

No pretendo entrar en profundidad en los planteamientos de Michael Hardt y Antonio Negri sobre su reformulación de las categorías teóricas del nuevo orden mundial. En 2000 apareció el libro Imperio (en España, en 2002), donde definieron el concepto de imperio desde cuatro rasgos: 1) no existen las fronteras; 2) se presenta como un orden atemporal que suspende la historia; 3) su dominio opera en todos los aspectos del mundo social; y 4) está dedicado a la paz, pese a que su práctica esté “continuamente bañada de sangre”. El imperio es presentado, pues, como una nueva realidad histórica superadora del imperialismo, que se considera propio de la fase anterior y que estaba vinculado al predominio de determinados  estados-nación, en su mayoría europeos. De esta manera “Estados Unidos no constituye –y en realidad, ningún Estado-nación puede hoy constituir- el centro de un proyecto imperialista”.

Semejante aseveración, rotunda y atrevida, fue muy criticada y más cuando al año siguiente tuvo lugar el episodio de 11-S de Nueva York y la inmediata intervención en Afganistán, y en 2003 se iniciara la guerra de Iraq. De ahí se derivaron las aclaraciones que hizo el propio Negri en el artículo antes referido.

En 2002, preguntado en una entrevista acerca de las dudas que suscitaba su tesis de la pérdida de importancia de los estados-nación y del papel que como tal juega  Estados Unidos en el mundo, volvió a ratificarse: “Nosotros pensamos que el imperio americano no existe como tal. No negamos que los estados nacionales existan y que sean eficaces, decimos simplemente que estamos ante un progresivo traspaso de la soberanía del Estado-Nación a algún lugar diverso. Pensamos que también los Estados Unidos están en este proceso. Los Estados Unidos han intentado, a través de su clase política -por lo demás bastante corrupta-, imponer una unilateralidad americana sin conseguirlo, que acaso sí puede plantearse a nivel militar. Pero además del poder militar, la soberanía es potencia monetaria, potencia cultural y toda una serie de elementos que ponen en entredicho la posibilidad de los Estados Unidos de actuar por su cuenta. No podemos olvidar que la integración de las corporaciones multinacionales es fortísima, incluido el complejo militar industrial, que es también transnacional”.

En 2004 salió a la luz, como un desarrollo del anterior, un nuevo libro de Hardt y Negri, esta vez con el título Multitud. En él puede leerse que para el imperio “el enemigo es desconocido e invisible y siempre está presente, como un aura hostil”. Se trata, pues, de un enemigo abstracto, de manera que los “individuos a quienes se cita como ejemplos primordiales –Osama bin Laden, Sadam Husein, Slovan Milosevic, Muammar al-Gadafi y Manuel Noriega, entre otros- constituyen amenazas muy limitadas, pero son amplificadas hasta alcanzar una talla sobrenatural, devienen iconos de la amenaza general y proporcionan la imagen de adversarios bélicos tradicionales y concretos”.

Repito, no pretendo entrar en profundidad en lo que Hardt y Negri defienden. El propio Tariq Ali (2002) ha destacado en alguna ocasión lo que ha supuesto de estimulante sobre todo en lo que respecta a la interpretación de la globalización económica, aunque ha considerado erróneo, como otros pensadores, su minusvaloración del papel que siguen jugando los estados-nación y, dentro de ellos, el que juegan los EEUU. Sólo he pretendido suscitar una reflexión sobre lo que está ocurriendo. Merece la pena, porque las cosas están muy difíciles.



Bibliografía de referencia

ALI, Tariq (2002). “Cómo el gobierno de Bush utilizó el 11-S para rehacer el mundo”. Entrevista de Fábio Fernández, en Mano Única, 10 de julio, http://abrilonce. tripod.com/texto96.html.
ALI, Tariq (2010). “Los árabes, víctimas de Bin Laden”, en Rebelión, 7 de mayo, www.rebelion.org.
HARDT, Michael y NEGRI, Antonio (2002). Imperio. Barcelona, Paidós.
HARDT, Michael y NEGRI, Antonio (2004). Multitud. Guerra y democracia en la era del Imperio. Barcelona, Debate.
NEGRI, Toni (2001). “El terrorismo es una enfermedad esencial del sistema. Algunas reflexiones sobre el atentado”, en http://archivoperiodico.cnt.es/ 274dic2001/norte/archivos/bnorte02.htm.
NEGRI, Toni (2002). “Oponiéndose al Imperio”, entrevista de Javier Esteban, en El Viejo Topo, n. 171, octubre; reproducida en Rebelión, 29-09-2002, www.rebelion.org.