Monseñor pronunció esas palabras durante la presentación, ayer jueves, de la Jornada Mundial de la Juventud a celebrar en Madrid que está organizando la Iglesia española y a la que está prevista la presencia del papa Benedicto XVI. Una jornada que, conviene no olvidarlo, cuenta con el patrocinio de las altas esferas empresariales de nuestro país. ¿Se acuerdan de la visita al Vaticano hace un año, foto incluida, de los Botín (Santander), Vázquez (Iberia), Falcones (FCC), Villar-Mir (OHL), Alierta (Telefónica), Ferrán (CEOE), Prado (Endesa), Ron (Banco Popular), Pérez González (Prisa), Luca de Tena (ABC), Ybarra (Vocento) y demás?.
Menudo cable le ha echado monseñor a quienes dirigen el cotarro. Después de lo que está cayendo, que llegue la máxima autoridad de la moral católica de nuestro país y reparta la responsabilidad de la crisis entre la economía, la política y la moral, no es más que una forma de exonerar a quienes son sus verdaderos responsables. No sé en qué parte del alma, del corazón o de los adentros tiene que mirar la gente joven para ver cómo no deja de recibir golpes en el presente y le van cerrando las puertas de su futuro. En las palabras de monseñor hay una clara referencia a la vida disoluta en la que, se dice, vive la gente joven. Ha hecho una identificación de la juventud con el botellón y de éste con las acampadas en las plazas de las ciudades. No es menos cierto que, como ya he indicado en varias ocasiones, entre la gente joven existe una gran pasividad e individualismo a la hora de afrontar los problemas. Pero lo es en parte, pues al fin y al cabo no hace más que reproducir la ideología dominante, que es la burguesa en su versión neoliberal. Tampoco es un comportamiento exclusivo suyo, como no lo es de todo el mundo. Una prueba es la presencia nada desdeñable, si no protagonismo, de jóvenes en las movilizaciones últimas.
En una transposición de las palabras atribuidas a Jesús “No sólo de pan vive el hombre, sino de la palabra de Dios”, se pueden entender otras de monseñor, que dijo que no sólo hay que buscar “reformas jurídicas, económicas y sociales”, sino “los horizontes últimos”. ¡Ay, el alma! Toda una figura metafórica.