El anuncio, primero, y la posterior presentación de Carles Puigdemont, junto con Clara Ponsatí y Antoni Comín, a las elecciones europeas ha abierto un nuevo episodio donde el ridículo no ha faltado. Al principio en los medios de comunicación se debatió sobre qué podría ocurrir en el caso de ser elegido europarlamentario (que si tenía que recoger el acta en Madrid, que podía ser detenido, que si acto seguido debía ser liberado...), mientras PP y Ciudadanos, por su parte, interponían un recurso a la Junta Electoral Central.
Hace unos días la JEC emitió un veredicto favorable a PP y Cs, lo que sorprendió a mucha gente, empezando por el equipo jurídico de Puigdemont y acabando por personas expertas en el mundo del Derecho. Desde la fiscalía se desestimó tal decisión y tuvo que ser el Tribunal Supremo el que después anunciara que, aun cuando no era competente, no procedía negar el derecho a que Puigdemont y demás pudiesen presentarse en su candidatura. Sin decidir, pues, lo que estaba haciendo la máxima instancia judicial era orientar la decisión final que debía tomar el área de lo contencioso-administrativo. Y así ocurrió ayer, cuando el juez correspondiente decidió anular lo que en su día sentenció la JEC.
He leído esta mañana un artículo de Javier Pérez Royo en eldiario.es, que ha titulado "Otra animalada". El sustantivo "animalada" al que se refiere remite implícitamente, en primer lugar, al cúmulo de despropósitos judiciales que se está dando en torno al enjuiciamiento de la dirigencia catalana del procès, con el juez Pablo Llarena a la cabeza y sus reveses judiciales en Alemania Suiza y Escocia (ver mi entrada de hace un año "La batalla judicial entre Puigdemont y el estado español"). Se centra, como es lógico, en el caso que nos ocupa sobre el derecho a no a presentarse a unas elecciones. Pero el que haya utilizado el adjetivo "otra", sin embargo, nos lleva a la persona de Pablo Casado, aunque en el fondo lo trasciende.
Empieza su columna con un recordatorio referente a lo que nos diferencia como humanos de los animales, esto es, el intelecto frente al instinto, y su relación con el proceso formativo que tenemos en el mundo de lo académico. Luego nos recuerda la formación académica del líder del PP y las trampas que le han rodeado, para, de repente, enlazarlo con un error de bulto cometido al poco de la última sentencia sobre Puigdemont y demás. Y es que Casado ha anunciado que va a interponer un recurso de amparo al Tribunal Constitucional, algo que, no es que no proceda, sino que lo define intelectualmente. El amparo, como medida de defensa, sólo le cabe a la persona que es acusada. Y Casado, en nombre del PP (como antes Rivera, en el de Cs) ha sido en todo momento acusador.
De ahí esta frase tan lapidaria: "Es
inconcebible que alguien que aspira a ser presidente del Gobierno haga una
exhibición tan impúdica de ignorancia en una materia como esta".
Post data (de tres días después)
No le faltó tiempo a Cs presentar un recurso ante el Tribunal Constitucional sobre la decisión del juez de lo contencioso-administrativo, que lo era, en el fondo, del propio Tribunal Supremo. Ayer el TC anunció su decisión: no procedía admitir a trámite el citado recurso. ¿Se puede pedir a este vodevil?