Las elecciones del domingo han tenido a Madrid como principal escenario. Los resultados de las generales frenaron la posibilidad de que la derecha pudiese volver a gobernar, tras el casi año transcurrido desde que el gobierno de Mariano Rajoy fuese desbancado por la moción de censura presentada por Pedro Sánchez, triunfante por los apoyos que recibió en el Congreso no sólo por su partido, sino por UP y los grupos nacionalistas.
La comunidad autónoma y la capital son dos plazas muy deseadas por la derecha. Y no sólo por el carácter simbólico que contienen, sino por las posibilidades reales que tenía el conseguirlo. He leído y escuchado muchas opiniones estos días valorando lo ocurrido, pero ninguna -que yo sepa- se ha apuntado a un hecho importante: en las elecciones generales de abril la derecha ya sumó más votos que la izquierda. PP, Cs y Vox superaron en 360.000 votos en la Comunidad y 186.000 votos en la capital a PSOE y UP.
¿Y qué ha ocurrido el domingo? Veámoslo.
Elecciones a la Comunidad de Madrid
Los partidos del bloque de la derecha han sumado 1.625.000 votos (50'5%), repartidos así: PP, 715.000; Cs, 625.000; y Vox, 285.000. En conjunto han perdido 382.000 votos, aunque de distinta manera: PP, +15.000; Cs, -161.000; y Vox, -236.000.
Resulta evidente que el más perjudicado ha sido Vox, que ha perdido casi la mitad de los votos obtenidos en abril; una parte habrían ido a parar al PP, el único que ha ganado votos; Cs, por su parte, ha visto frenado su crecimiento, al perder la quinta parte de los votos de abril.
El bloque de la izquierda ha sumado 1.531.000 votos (47'5%): al PSOE le corresponden 880.000 votos; a Más Madrid, 472.000; y a UP, 179.000. Sin embargo, pese a que el bloque ha perdido 104.000 votos, hay importantes diferencias entre sus integrantes: mientras el PSOE se ha dejado 145.000 por el camino, UP ha visto cómo los 431.000 perdidos han ido a parar en casi su totalidad a Más Madrid.
Resulta evidente que la mayor abstención en relación a abril (31'9% frente a 20'3) explica las pérdidas globales en los dos bloques, algo que, a la espera por saber los trasvases de votos entre partidos, ha afectado de distinta manera a cada grupo, si bien lo ha hecho negativamente a Vox, PSOE y Cs.
Si comparamos los resultados del domingo con los habidos en 2015, lo que hubo fue un claro equilibrio: 1.532.000 votos (48'4%) para la derecha (PP, Cs, UPyD y Vox) y 1.524.000 (48'2%) para la izquierda (PSOE, Podemos e IU). Pero mientras el primer bloque ha conocido en 2019 un aumento cercano a los 100.000 votos, el segundo ha retrocedido en alrededor de 10.000.
Elecciones al Ayuntamiento de Madrid
Los partidos del bloque de la derecha han sumado 831.000 votos (51%), correspondiendo al PP 395.000; a Cs, 312.000; y a Vox, 124.000. Los 165.000 votos que han perdido se reparten de distinta manera, pues mientras el PP ha vuelto a ganar votos, esta vez 6.000, Cs y Vox los han perdido: 58.000, el primero y 113.000, el segundo. Se repite, pues, lo ocurrido en las elecciones de la Comunidad, con un PP resistiendo, mientras Cs y Vox pierden, respectivamente, el 16% y el 48% de los votos.
El bloque de la izquierda ha sumado 771.000 votos (48'3%), repartidos así: PSOE, 224.000; Más Madrid, 504.000; y Madrid en Pie, 43.000. Como bloque ha perdido 39.000, pero perjudicando en mucha mayor medida al PSOE, con 279.000 votos menos que en abril, esto es, más de la mitad. Diferente es el caso de Más Madrid, el gran beneficiado, al recoger la mayor parte de los votos de UP en abril y bastantes de los perdidos por el PSOE.
En cuanto a la abstención, la situación ha sido similar a lo ocurrido en las elecciones a la Comunidad.
En las elecciones de 2015 hubo también un gran equilibrio, ligeramente en favor del bloque de la izquierda: éste (PSOE, Ahora Madrid e IU) obtuvo 797.000 votos (49%) y el de la derecha (PP, Cs, UPyD y Vox), 787.000 votos (48'4%). Comparado con las elecciones del domingo, la izquierda ha subido 13.000 votos y la derecha, 44.000.
Algunas reflexiones
Cuando durante la jornada electoral se fue informando acerca de los datos de participación, en el caso de Madrid se decía que estaba siendo menor en los distritos populares de la capital y en los municipios del conocido como cinturón rojo de la Comunidad. Ignacio Escolar ha apuntado en su artículo "Por qué la izquierda perdió Madrid" cómo ha sido el grado de abstención en los barrios de la capital, constatándose que en relación a las elecciones de 2015 ha sido mayor en los barrios con la renta más baja y menor en los de renta más elevada.
Por otro lado, ya ha quedado demostrado que los votos de Madrid en Pie no han afectado a la representación de Más Madrid: de haberse sumado, seguiría igual. Y por el contrario, a modo de hipótesis, de haber llegado Madrid en Pie al 5% necesario a costa de de Más Madrid, lo que hubiera ocurrido es que la diferencia de concejalías por bloques hubiera pasado de 3 a 1 (Más Madrid hubiera perdido 1 y el PP, 2).
Está claro que el problema deriva en parte de la desmovilización del electorado de izquierda. Pero, ojo, también lo ha habido en el de la derecha en relación a abril. Fueron las elecciones de abril las que marcaron una orientación que se ha mantenido: la derecha, aun fraccionada, ganó en los dos ámbitos de Madrid.
Que la participación haya sido diferente en relación al nivel de renta no es nada nuevo, pero refleja, en todo caso, que sigue siendo superior donde la renta es más elevada. ¿Por qué esas diferencias? Es más, ¿por qué el escaso apoyo a la candidatura de Madrid en Pie en la capital, que marcó claramente su diferencia en relación a la necesidad de prestar mayor atención a los barrios populares?
Es necesario averiguar por qué los sectores sociales más humildes siguen apostando limitadamente por los grupos de izquierda y especialmente por los que de una manera explícita apelan a defenderlos frente a la depredación que sufren desde el capitalismo neoliberal. Aparte del PSOE, con resultados muy diferentes según sea la Comunidad (25'9%) o el Ayuntamiento (13'7%), ¿la división en dos candidaturas de lo que está a su izquierda puede ayudarnos a entender en parte lo ocurrido? Si nos basamos en lo que una ha restado a la otra, como hemos visto, no lo explica.
Si lo hacemos en el hecho en sí de la división, quizás pueda servir, pero no siempre ha sido así. No olvidemos que la confluencia de Podemos e IU en las generales de 2016 supuso menos votos que la suma de ambos cuando concurrieron por separado en 2015. Algo parecido a lo ocurrido en Andalucía, donde la confluencia Adelante Andalucía obtuvo en diciembre pasado menos votos que Podemos e IU en 2015, cuando fueron por separado, si bien se sabe que la abstención en el electorado de la izquierda fue decisivo. En todo caso, por lo visto en las elecciones del domingo, en las comunidades y municipios donde se ha revalidado la fórmula UP sin divisiones en su seno, las cosas han ido en general mejor y donde se ha fragmentado el voto (Podemos e IU, por separado; ruptura de las confluencias municipalistas...), han ido peor. Sin meternos en las excepciones, como lo ocurrido en Zamora, donde IU ha barrido; o en Valencia, con la victoria de Compromís y la no entrada de Podemos+EU en el Ayuntamiento.
No podemos olvidar que en 2015, con la cercanía de las grandes movilizaciones habidas, la participación fue del 68'8%, apenas cuatro décimas más que ahora. La ligera ventaja del bloque de la izquierda se tradujo en un triunfo por escaños en el Ayuntamiento, donde el equilibrio fue menor, y una derrota por escaños en la Comunidad, que, no obstante, pudo haberse evitado de haber conseguido IU las 8 décimas que le faltaron para llegar al 5% exigido. Como tampoco podemos olvidar que por entonces no se habían fraguado en la derecha todavía las opciones alternativas a un PP que empezaba a sufrir deserciones por la corrupción, una parte de las cuales fueron a la abstención.
Y es que no debemos menospreciar, sino todo lo contrario, la siembra social e ideológica que ha hecho el PP a lo largo de los 26 años (de 1989 a 2015) que ha gobernado en el Ayuntamiento y los 24 (ininterrumpidamente desde 1995) en la Comunidad. Un modelo profundamente clasista, que ha aunado el neoliberalismo en lo económico (sanidad, obras públicas, vivienda, servicios...) con el apoyo descarado a los sectores confesionales (sobre todo, en educación). La fragmentación social que ha ocasionado, aun siendo importante, se ha visto paliada por el hecho de que Madrid dispone del nivel más elevado de renta, algo que no es ajeno a su centralidad como capital del estado y lo que conlleva como sede de las grandes corporaciones y destino en la construcción de todo tipo de infraestructuras.
La fragmentación política del bloque de la derecha tiene mucho que ver con el elevado nivel de corrupción que se ha asociado a la gestión desarrollada por el PP. Pese a ello, lo importante es que como bloque sigue fuerte. La solidaridad entre las rentas más altas por mantener su statu quo explica el apoyo que dan, aun por separado, a los grupos de la derecha. Las tensiones que existen en el seno del bloque siguen sin resolverse, si bien estas elecciones han dejado claras varias cosas: el PP ha resistido, manteniéndose como el grupo hegemónico del bloque; Cs ha fracasado, perdiendo incluso fuelle en relación a abril; y Vox se ha desinflado, pero sin olvidar que sigue estando presente y con capacidad de incidir.
Las elecciones de abril ya anunciaron lo que podía ocurrir. Como finalmente ha sido.