Espera fue durante la Segunda República uno de los pueblos donde la reforma agraria tuvo un color propio. Uno más de los tantos pueblos de Andalucía y de buena parte de la mitad sur de España donde la gran propiedad llevaba a sus gentes a la peor de las miserias. Pionero de una experiencia de explotación colectiva de la tierra a través de la sociedad "Espera Obrera" y con Francisco Garrido Barrero como su principal impulsor, vio cómo el golpe militar del verano del 36 se llevó los sueños, mientras una parte de sus protagonistas acabaron en las tumbas o en las cárceles. Cuenta Espera desde hace unos años con una escultura, obra de Ismael Rodríguez-Viciana Buzón, conocida como "Monumento al Jornalero". Está dedicada a los trabajadores y las trabajadoras del campo. Hombres y mujeres que, por igual, viven de su trabajo, sin tierras o con apenas unos terruños que no dan para vivir. Hombres y mujeres que trabajan a jornal, de sol a sol, con -lo único que poseen- sus brazos, por temporadas... Todavía en este siglo que no ha alcanzado todavía dos décadas siguen mostrando su presencia honrosa. Esa larga herencia que viene ya de siglos y que tantas páginas dignas han ido escribiendo con su sudor, su lucha y, a veces, hasta con su sangre.